En 2014, recibió el Premio Kavli en Nanociencia, junto con Thomas Ebbesen y Sir John Pendry. También fue galardonado con el Premio Nobel de Química ese año, junto a Eric Betzig y William E. Moerner.
-¿Qué lo motivó en sus inicios? Supongo que no habrá sido la perspectiva de ganar un Nobel…
-Definitivamente no fue eso. Nunca pensé ganar un Premio Nobel, por lo menos no en ese entonces. Tenía mucha curiosidad… Quería saber si era posible desarrollar un microscopio de luz con el que pudieran verse objetos con mucho mayor detalle del que la gente creyó posible por muchos años.
-¿Cómo cree que ven esto los científicos jóvenes? Parece que les importan mucho sus perspectivas laborales, sus currículos y menciones en publicaciones.
-Es cierto. Pienso que tienen que vivir su vida y conseguir un trabajo. Deben compatibilizar con ello, de algún modo, las cosas que quieren realizar como científicos. Y eso a veces no es fácil.
-¿Pueden esas consideraciones personales tener una influencia negativa en la tarea de investigar?
-Puede ser positivo o negativo, dependiendo de la situación. En mi caso, hice el doctorado en una empresa industrial. Estaba muy descontento. En algún momento me quedó claro que no era lo que quería. Pero había llegado allí por mi propia culpa. Quería tener seguridad, un trabajo. A posteriori, sin embargo, fue bueno para mí, porque debido a ello llegué a tener mi idea. Si no hubiera hecho eso, no habría tropezado tan fácilmente con la microscopía. Tal vez habría hecho algo muy diferente y quizás no habría hecho jamás algo realmente importante.
-Es la visión de que la casualidad y la suerte son muy importantes en la ciencia… ¿Es eso lo que le falta hoy a los científicos jóvenes? ¿La disposición a arriesgar algo?
-Mi impresión es que muchos científicos jóvenes se toman su carrera demasiado en serio. Quizás por darle el gusto a sus padres o porque piensan que es fantástico ser científico, que acá tratan muy bien a los Premios Nobel. Pero eso no es una motivación realmente buena.
Cuando estudié en la universidad no existía algo así como la planificación de carrera. Entretanto incluso se imparten clases sobre cómo comportarse y conectarse correctamente. Sinceramente detesto eso del “networking”. Y, si puedo hablar con sinceridad, desprecio un poco a ese tipo de gente que solo quiere tener algo que ver conmigo para lograr buenos contactos.
-Seguramente habrá muchos interesados, desde que ganó el Premio Nobel…
-Absolutamente. Debo decir que en eso soy muy susceptible. No me malentienda, naturalmente me gusta hablar con la gente. Pero algunos se acercan solo porque piensan que estoy en condiciones de impulsar su carrera. Ese no es el tipo de personas que me gustaría ver en el mundo científico. Querría ver personas que abordan apasionadamente un problema interesante.
-Tendría que haber algo de rebeldía y destacarse la idea de aprender a aprender…
-Es lo que echo de menos realmente. No soy profesor universitario, pero la gente me busca para hacer un doctorado en el Instituto Max-Planck y me doy cuenta de que solo les interesa obtener créditos de rendimiento.
-¿Le preocupa que los jóvenes científicos no estén condiciones ya de romper límites?
-Aquellos que no encajan en el sistema de los créditos, podrían quedar rápidamente fuera de la carrera. Pero tengo confianza en la gente, porque siempre hay personas que son suficientemente rebeldes y que quieren marcar una diferencia. Ellos lo logarán en cualquier sistema.