¿Qué son las vacunas? ¿Están demostradas su seguridad y eficacia? ¿Tienen alguna relación con el autismo? Seis respuestas para aclarar tus dudas.
La reaparición de la difteria en España después de su erradicación en 1987 ha levantado una gran polémica. Un niño de Olot no vacunado ha sido infectado por Corynebacterium diphtheriae. Mientras el pequeño sigue ingresado en el hospital de Vall d´Hebrón, las autoridades han confirmado que ocho niños más presentaban este microorganismo, aunque no habían desarrollado la enfermedad gracias a las vacunas.
En ese contexto, merece la pena plantear algunas cuestiones acerca de la vacunación. ¿Cómo funciona? ¿Está comprobada su seguridad y eficacia? ¿Tiene alguna relación con el autismo? Hoy recopilamos algunas de las dudas más frecuentes acerca de las vacunas, con el objetivo de dar respuesta a los interrogantes que pueden acecharnos.
¿Qué son las vacunas?
A pesar de lo que pueda parecer, las vacunas no son herramientas de la medicina moderna. En 1796, Edward Jenner probaba en un niño de ocho años la primera vacuna, ideada contra la enfermedad de la viruela. El cirujano había observado que las vacas que padecían viruela no volvían a desarrollar esta patología. Propuso que, de algún modo, su organismo se “preparaba” frente a infecciones posteriores.
Por este motivo, Jenner extrajo pus de la mano de Sarah Nelmes, una ordeñadora que había sido afectada por la viruela bovina. Después lo inoculó en un niño llamado James Phipps. Hoy en día sabemos que ese proceso hizo que el organismo del joven estuviera listo para una hipotética infección ulterior. Más adelante, Jenner inoculó al niño con la viruela humana, y el pequeño no enfermó. Había nacido una de las estrategias preventivas más importantes en medicina: las vacunas.
¿Cómo funcionan?
Como bien imaginó Jenner, las vacunas refuerzan nuestro sistema inmunitario, siendo una herramienta básica en la prevención de enfermedades. ¿Pero cómo lo hacen? Para enseñarle al organismo a defenderse de los microorganismos, las vacunas nos exponen a una cantidad muy pequeña y segura de virus o bacterias, previamente debilitados o destruidos. De este modo, nuestras defensas aprenden a reconocer a estos microbios, sabiendo también cómo atacarlos en caso de que posteriormente estén expuestas a ellos.
¿Se ha probado su seguridad y eficacia?
Las vacunas nos protegen de las enfermedades, algo especialmente importante en los más pequeños, en los que el sistema inmune no está completamente desarrollado. El caso de Olot vuelve a demostrarnos lo esencial que resulta vacunarnos, y cómo estas herramientas preventivas han evitado que ocho niños más se contagien de difteria.
los posibles riesgos. Y para asegurar su eficacia y la ausencia de toxicidad, antes de ser autorizadas son sometidas a numerosos controles y ensayos clínicos.
¿Es cierto que llevan mercurio?
Como explica el investigador José Ramón Alonso, la mayoría de las vacunas actuales son monodosis. ¿Qué significa esto? Que en ese caso no necesitan preservantes, y por tanto, no llevan mercurio. Antiguamente, algunas vacunas sí contenían sal de mercurio (timerosal o tiomersal). En la década de los ochenta, este preservante se utilizaba rutinariamente y no se observaron daños.
¿Qué relación tienen con el autismo?
Ninguna. Un estudio publicado por el científico Andrew Wakefield relacionaba a la vacuna triple vírica (la que protege frente a sarampión, paperas y rubéola) con el autismo. Posteriormente, se demostró que la investigación era fraudulenta y que el médico había tenido conflicto de intereses por su relación con diferentes compañías de seguros. El artículo fue rechazado, y en 2010, Wakefield fue expulsado del colegio de médicos.
¿La vacunación sólo protege individualmente?
Como se ha visto en el caso de Olot, las vacunas no sólo protegen de forma individual. También son una herramienta preventiva colectiva. El también conocido como “efecto rebaño“ permite que, si la mayor parte de la población está vacunada, aquel que no lo esté tiene menos probabilidades de entrar en contacto con los patógenos y por tanto, se librará de la enfermedad.
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El hecho de que ocho niños de Girona no hayan desarrollado la enfermedad sólo se explica por la protección que confiere la vacunación. Como vemos, las vacunas no sólo nos protegen a nosotros mismos, sino que son una herramienta clave para asegurar la salud pública de todos.