Antes de Carlomagno, Europa Oriental era un punto en los mapas. El legado que dejó al morir el 28 de enero del año 814 comprendía un imperio unido, una economía y administración eficaz y una gran campaña educativa.
¿Quién fue ese hombre que logró aquello que parecía imposible? Se conoce la fecha de su muerte, pero no la de su nacimiento. El historiador Johannes Fried -cuyo campo de investigación es la Edad Media- escribió una renombrada biografía de Carlomagno en la cual nombra el 2 de abril de 748 como fecha “probable” de nacimiento. ¿Dónde nació? No se sabe con certeza. Stefan Weinfurter, otro historiador que escribió un libro sobre Carlos el Grande a 1200 años de su muerte, señala que hay muchos lugares que se vanaglorian de ser la cuna del gran soberano. Entre ellos, por ejemplo, el monasterio de Prüm, que queda en la región del Eifel (al sur de Colonia), o la ciudad de Düren, cerca de Aquisgrán o Quierzy, en el Norte de Francia. Lo que sí se sabe con certidumbre es que la madre de Carlomagno, Bertrada, fue hija de un conde de Laon y su padre, Pipino el Breve, fue el rey de los Francos a partir de 751.
Esto lleva a la siguiente pregunta: ¿Quiénes fueron los francos? ¿Alemanes, franceses? Ni lo uno ni lo otro, o bien las dos cosas. La región entre Aquisgrán y Metz era centro del reino carolingio, la dinastía de Carlomagno. El abuelo de este había unificado las dos partes principales del Reino Franco: Neustria, región occidental que se extendía entre las ciudades París, Soissons, Tours y Nantes y la región oriental Austrasia, se extendía entre las ciudades Tournai, Colonia, Metz y Fulda. En este reino vivía una mezcla de diferentes pueblos -los romanos, visigodos, langobardos, alemanes, bávaros etc.- cada uno tenía sus propias normas y tradiciones.
Faltaba quien los enlazara. Por lo tanto, fue enorme la tarea que heredó Carlomagno a la edad de apenas 20 años. De esta alfombra de retazos tenía que erigir un reino, una misión en la cual fracasaron todos sus antepasados. Stefan Weinfurter explica que para Carlos, no fue fácil encontrar una base que uniera a los pueblos. Fue la doctrina de la Iglesia cristiana, la que aportó valores y normas para el el reino de Carlomagno. Según Weinfurter, el éxito de la soberanía de Carlomagno se basa en el concepto la unidad.
La idea era introducir estándares obligatorios y normas legales que valieran para todo el reino de los francos. Parte del concepto era crear una unidad de medidas y moneda, para propiciar un espacio económico más o menos homogéneo. Por eso puede decirse que el Silberdenar, la moneda que introdujo Carlomagno, es el precedente del euro. Además, creó también una eficiente red de mensajeros, de modo que podían recorrer largos trayecto dentro de pocos días.
El Estado celestial. Carlos el Grande le dio orden nuevo tanto a la Iglesia como al Estado, construyó fuerzas militares eficaces y comenzó una gran campaña educativa. Su meta era que la enseñanza fuera obligatoria para niños y niñas. La unión entre política, ciencia y educación tuvo un papel muy grande en ese tiempo, de tal modo que los expertos sostienen que hasta el día de hoy no se ha vuelto a dar en Europa una campaña de educación tan grande.
Carlos no logró realizar todos sus planes, sin embargo, tuvo una visión que implementó poco a poco. Quería construir un reino celestial en la tierra. La población de su reino representaba el “populus dei” o pueblo de Dios. El orden de este pueblo era suficiente para alcanzar la salvación eterna. El cianotipo para esta idea la encontró en la obra “De Civitate Dei” del religioso Agustín, escrita a principios del siglo V.
Donde hay luz, hay sombra. El historiador Johannes Fried describe a Carlos como un hombre inmenso, que sobrepasaba en altura a la mayoría de sus contemporáneos. No trataba con delicadeza a sus enemigos. Aparte de dos años pacíficos estuvo en guerra durante los 46 años que duró su soberanía. La guerra contra los sajones representa la más sangrienta en la historia de Carlomagno. Los enfrentamientos por fronteras eran constantes, también en la frontera oriental. En 772 se cansó del peligro que representaban los sajones, queriéndose deshacer de el de una vez por todas, comenzó una guerra contra ellos que duró 33 años. Carlomagno logró humillar y subyugarlos, convirtiéndolos a fuerza a la religión cristiana. Fue un guerrero por la fe, que combatió con la espada para alcanzar su ideal de un Estado celestial.
Carlomagno fue cruel y piadoso al mismo tiempo. Celebró la Navidad del año 800 con el Papa León III en Roma. Existen diferentes versiones acerca de lo que aconteció el 25 de diciembre de ese año. El hecho es que el Papa lo coronó rey. Una oración en la biografía que escribió Einhard ha ocupado a muchos historiadores: “Si Carlomagno hubiese anticipado lo que pretendía el Papa, no hubiera ingresado a la Iglesia, a pesar de la fecha importante que se estaba celebrando”.
¿Emperador contra su voluntad? ¿Quería ser emperador o no? Según Weinfurter la respuesta tiene que ser “sí”. Muchos factores indican que lo quería ser. Su entorno ya lo trataba como rey aunque conocieran la confrontación que surgiría con el Emperador bizantino, que se veía como único sucesor legítimo del emperador romano. Sin embargo, mediante la diplomacia y otras estrategias de guerra, Carlomagno ganó ese conflicto también.
Guerrero por la fe, emperador cristiano, modernizador. ¿Fue un soberano “bueno” o “malo”? La respuesta a esta pregunta ha variado a través del tiempo. Después de su muerte algunos consideraron que fue un emperador muy honorable, mientras que para otros representaba un bribón, cuyos desenfrenos lo llevarían a las puertas del infierno. Napoleón lo instrumentalizó y los nazis también. Por un lado como “padre de una Europa germánica” y por otro “como asesino de los sajones”.
¿Qué queda a fin de cuentas? ¿Cuál es el valor de Carlomagno hoy en día? El historiador Weinfurter opina, que ya hace mucho tiempo que dejó de tener la imagen simbólica del que unió el continente de Europa política- y culturalmente. Sobre todo porque el reino carolingio, estrechamente vinculado a la religión no corresponde a la Europa actual, que se caracteriza por la diversidad cultural y la segregación de los Estados de la religión. Hoy en día la importancia de Carlomagno se concentra en haber fundado la base para que florecieran las ciencias. A su corte llevó a los eruditos más renombrados, que transmitieron la cultura de la Antigüedad. Ellos cimentaron nuestro calendario y nuestra escritura, que procede del tiempo de Carlomagno y no es “grafía latina”, como sugieren los humanistas.
Times New Roman es la tipografía más parecida a la escritura que se utilizaba durante en el reinado de Carlomagno. Aunque para los contemporáneos del año 2014 pase desapercibida la herencia de Carlomagno, nos acompaña día a día, desde nuestro calendario hasta la escritura de la computadora.