En el país sudamericano, los concursos de belleza son un negocio lucrativo que despierta fanatismo, picos de rating en audiencia y festejos por las calles. La derrota en el Miss Universo 2012 fue recibida con desolación.
Desde su primera aparición en la pasarela de Miss Universo 2012, organizada en Las Vegas el miércoles pasado, la venezolana Irene Esser impactó con su belleza, frescura y carisma.
Rápidamente se convirtió en una de las 16 participantes que clasificaron a las semifinales entre las 89 concursantes, pasó a ser de las diez que desfilaron con traje de gala y, por último, fue una de las cinco que accedieron a la instancia de preguntas. Tenía todo para obtener la séptima corona para su país, pero en tan solo un minuto la perdió.
“Si pudieras crear una nueva ley, ¿cuál sería y por qué?”, le preguntó a Esser un integrante del jurado. A pesar de que podía responder en su lengua natal, la joven de 21 años decidió hacerlo en inglés, uno de los tres idiomas que afirma dominar. El resultado fue una sucesión de incoherencias y errores idiomáticos que recorrió el mundo y se unirá al amplio legado de frases célebres de misses a lo largo de la historia.
Pero lo que desató la risa y creatividad de muchos en las redes sociales, se vivió en Venezuela con la desolación de quien pierde un Mundial en la hora por un gol en contra siendo favorito. Es que en el país “fábrica de reinas”, la industria detrás de los certámenes de belleza es un negocio lucrativo que despierta fanatismo, picos de rating en audiencia y festejos por las calles. La imagen de ese resplandeciente negocio es Osmel Sousa.
Cubano de nacimiento y venezolano por adopción, Sousa lleva más de 30 años al frente de la organización de Miss Venezuela, concurso clasificatorio para Miss Universo en dicho país.
Empezó por crear la publicidad del certamen, siguió por diseñar vestidos y finalmente comenzó a entrenar modelos.
Según la web de Miss Venezuela, Sousa “siempre seleccionaba una participante de su gusto a quien le veía potencial y la preparaba clandestinamente, resultando ganadora del mencionado concurso”.
Una vez a cargo del evento, Sousa lo convirtió en una “academia integral de belleza” y llevó al país a la asociación ineludible con las misses. Así fue cómo se ganó el apodo del “zar de la belleza”.
Por su personalidad perfeccionista, pedante y categórica, Sousa ha protagonizado numerosos escándalos. El año pasado, por ejemplo, declaró sobre la angoleña Leila Lopes, Miss Universo 2011: “Esa morenita en la mañana no es tan bonita”, y agregó: “A mí no me gusta. Tiene hasta barriga, un mal cuerpo”.
Por ese tipo de reacciones, muchos esperaban una explosión del “zar” tras el desliz que dejó a Esser como segunda finalista y a la estadounidense Olivia Culpo como reina, lo que además le permitió al país norteamericano obtener su octava corona y despegarse de Venezuela en cantidad de certámenes.
Sin embargo, Sousa mantuvo el silencio. “Creo que cada error es un paso que tomás en el camino a la felicidad, porque te enseña qué es importante. Trato de mirar para adelante antes que para atrás”, es la frase de Esser destacada en la web de Miss Universo. Si de verdad ambos creen en ello, la joven podrá continuar su carrera en esta industria de papel y plástico.
La polémica respuesta:
"Creo que todas las leyes que hay, en la Constitución o en la vida, ya han sido hechas. Creo que nosotros tenemos que tener… eh… una forma recta de avanzar… con nuestros similares, eh, en... en nuestra vida como es. Por ejemplo, yo soy surfista y creo que la mejor ola que puedo tomar es la que espero. Entonces… por favor… haz nuestra única… ley… que podemos hacer. Gracias Vegas”