Las cifras señalan que los equipos de la región están logrando resultados similares a los obtenidos en Sudáfrica. La gran sorpresa de este Mundial está en el protagonismo de Costa Rica.
Hace cuatro años, en Sudáfrica, los titulares de la prensa internacional no eran muy diferentes a los actuales. En aquel entonces el fútbol sudamericano era objeto de admiración porque sus cinco representantes en el Mundial 2010 lograron llegar a los octavos de final. De hecho, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay terminaron primeros en sus respectivos grupos, y Chile quedó en segundo lugar detrás España, a la postre campeona del evento.
Todo sigue igual. En 2014 las cosas no han cambiado. Basta reemplazar a Paraguay por Colombia para que en Brasil se repita la historia de Sudáfrica de forma casi idéntica. Sin embargo, la sensación de que las selecciones suramericanas vienen en alza parece estarse apoderando del mundo del balompié. Eso ocurre porque siempre es posible pintar los balances con colores bonitos y matizarlos con tonos grises.
El que quiera hacer lo segundo, por ejemplo, puede argumentar –y con razón– que, por ser Brasil el anfitrión, en el Mundial 2014 hay un equipo suramericano más que en los eventos recientes que se realizaron en Estados Unidos, Europa, Asia y África. En los mundiales de 1990, 1994 y 2006 fueron cuatro los representantes de la CONMEBOL; en 1998, 2002 y 2010 cinco; este año son seis.
Además, pese a la ventaja numérica y a que las estadísticas elevan con ella las probabilidades de supervivencia de los equipos sudamericanos, Ecuador se despidió tempranamente del torneo en un grupo donde se encontraba otra selección latinoamericana, Honduras, lo que matemáticamente le daba a la región opciones de triunfo 50/50 frente a Europa, representada por Francia y Suiza, cuyas selecciones llegaron a los octavos de final.
Por el lado de la Concacaf, la confederación de Centro y Norteamérica, las cosas tampoco lucen diferentes. La potencia al norte del Río Bravo, Estados Unidos, está entre los mejores 16 equipos del mundo; México también, escoltando a un sudamericano (Brasil) en su grupo, tal como lo hizo en 2010 (Uruguay). Honduras, por su parte, repitió el balance y se marcha a casa eliminada en la primera fase y con tres derrotas a cuestas.
No faltarán los optimistas que describan el 2014 como el año en el que los hondureños obtuvieron su tercer gol en la historia de los Mundiales; pero lo cierto es que el registro de su fútbol ha empeorado: en 1982 consiguieron dos goles y dos puntos; en 2010, un punto y ningún gol; y en 2014, un gol y ningún punto.
Las verdaderas sorpresas. Cuando se habla del ascenso de los equipos latinoamericanos, inmediatamente se blanden como evidencias los nombres de España, Italia e Inglaterra, eliminados en la primera fase del Mundial, para reforzar la idea de que el fútbol europeo está cayendo en picada.
Sin embargo, la temprana despedida de esos tres fuertes representantes de Europa puede explicarse desde perspectivas que van desde el agobiante calendario de sus campeonatos locales hasta el agotamiento de sus modelos de juego, pasando por el hecho de que sus estrellas participan en los torneos de clubes más prestigiosos del fútbol internacional.
Para España, campeón de Europa y del mundo, el Mundial terminó cuando le ganaba 1-0 a Holanda en su partido debut, pero no pudo embocar el segundo gol poco antes de irse a la pausa. Italia, el subcampeón europeo y excampeón del Mundial 2006, ganó 2-1 su primer partido con mucha propiedad ante una aguerrida y prometedora Inglaterra, pero ambas sucumbieron ante la verdadera gran sorpresa de Brasil 2014: Costa Rica.
Con el boom de la selección centroamericana no contaba nadie, ni siquiera sus propios jugadores. En una entrevista previa con DW, Junior Díaz admitió que “para nosotros cualquier cosa es ganancia; vamos a disfrutar la experiencia”. Costa Rica ha transformado en fútbol las ganas, la voluntad y el entusiasmo, y los resultados se le han dado aunque su aporte al desarrollo y progreso del juego sean muy pocas.
Aún más sorpresiva que el presunto dominio latinoamericano en el Mundial de Brasil es la desaparición de los equipos asiáticos del grupo de los mejores 16, donde a partir de los octavos de final, como es usual, las cosas se decantarán y la balanza se volverá a equilibrar. En todo caso, en 2014 es probable que tres de los cuatro equipos de la semifinal sean latinoamericanos. Eso sería un gran logro, pero no el indicativo de una nueva tendencia.