Un juzgado laboral alemán consideró irregulares los contratos temporales de los futbolistas y falló a favor del jugador que demandó a su ex club en defensa de su puesto de trabajo, algo que alarma al fútbol internacional.
La práctica usual es conocida y aceptada por todos: un club ficha a un jugador y lo ata al equipo con un contrato a termino fijo por un par de temporadas. El futbolista conserva su trabajo al final del plazo si el vínculo se renueva de común acuerdo entre las partes antes de que expire, o éste se renueva automáticamente tras cumplirsen los requisitos previstos para ello.
El mercado internacional del fútbol funciona con estos sencillos principios, y ellos implican una consecuencia lógica: un jugador sin contrato es automáticamente un desempleado. Y precisamente esa es la situación en la que se encuentra actualmente el arquero alemán Heinz Müller, quien en vez de aceptar la generalizada costumbre sin rechistar, prefirió acudir a los estrados judiciales para recuperar su trabajo.
Müller demandó a su ex club, el Maguncia, esgrimiendo como argumento la legislación laboral alemana que limita a un máximo de dos años los contratos temporales, que se convierten en indefinidos si el empleador sigue ocupando al trabajador pasado ese tiempo.
El arquero llevaba ya cinco años en el club cuando quedó cesante tras no serle renovado su contrato, lo que el juzgado laboral tomó en cuenta al fallar a su favor.
Durante el proceso el Maguncia exhibió los razonamientos que el fútbol mundial considera normales: la relación laboral entre jugadores y clubes tiene un carácter especial y sus propiedades son muy diferentes a la ordinaria entre un empleado y su patrón.
El juzgado desestimó esa posición y en su exposición recalcó: “la peculiaridad del rendimiento laboral de un futbolista profesional no justifica la temporalidad contractual”.
Esa frase es la que ha puesto en alarma a todo el fútbol internacional, pues de imponerse esa perspectiva jurídica se quedarían sin piso -primero en Alemania y luego en el resto del mundo- los asentados mecanismos contractuales con los que se maneja este deporte. En la práctica esto podría significar -por ejemplo- que los clubes tendrían que emplear a los jugadores hasta que estos alcancen la edad de jubilarse.
Consecuencias imprevisibles. Enfrentado a semejante panorama, la industria del fútbol espera que las cortes superiores dicten una sentencia diferente a la del juzgado laboral que en primera instancia falló a favor del arquero Heinz Müller. El Maguncia confía en la apelación, y los clubes de todo el mundo están siguiendo con atención el proceso judicial que amenaza en convertirse en el segundo cambio más drástico del balompié por la vía de los tribunales.
El primero fue el caso de la Sentencia Bosman del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 1995. En aquel entonces, como actualmente en el caso Müller en Alemania, también se dictaminó que los futbolistas, bajo el orden jurídico del Viejo Continente, son empleados comunes y corrientes y por lo tanto no son sujetos de indemnizaciones o pagos al vencer sus contratos individuales.
Esta sentencia modificó de raíz las prácticas contractuales del fútbol internacional y generó nuevas reglas en los procesos de fichaje, un camino por el cual el proceso del ex arquero del Maguncia se está encauzando. Müller, quien a sus 36 años está desempleado luego de una carrera con casi 100 partidos en la Bundesliga (65 en primera división y 30 en segunda), encendió en el fútbol una discusión que se extiende a todos los deportes profesionales y cuyo centro es el interrogante: ¿qué tipo de empleados son los deportistas?
Las voces de los empleadores, es decir de los clubes de la Bundesliga, coinciden en afirmar que los jugadores son trabajadores “peculiares”, algo que el Sindicato de Futbolistas Alemanes considera difícil de puntualizar por ser un razonamiento demasiado “abstracto” según manifestó al diario Die Welt Ulf Baranowsky, vocero de la organización.
En Alemania el caso Müller puede acelerar las negociaciones entre la liga y los jugadores del sindicato para la introducción de un convenio colectivo de trabajo, una propuesta sobre la cual se discute desde hace ya algunos años.