Estados Unidos también debe "facilitar la transición" de los militares colombianos a tiempos de paz, y "financiar una presencia de verificación y monitoreo" de la que podría encargarse la ONU o la Organización de Estados Americanos (OEA), según el informe.
El gobierno de EE.UU. debe comenzar a planificar una nueva estrategia de asistencia a Bogotá con miras a un eventual acuerdo de paz, y necesita duplicar su ayuda económica y devolverla al nivel del Plan Colombia si quiere garantizar el éxito del postconflicto, según un informe publicado este lunes.
La Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA), un centro de estudios centrado en la promoción de la democracia y los derechos humanos en el continente, divulgó el informe que analiza el futuro del proceso de paz entre el gobierno y las Farc y evalúa el papel de EE.UU.
"Tan pronto como se firme un acuerdo de paz, habría que eliminar, y revertir, la reducción paulatina del 10 al 15% anual en la ayuda (de EE.UU.) a Colombia en los últimos años", señala el informe, redactado por el director del programa de seguridad regional de WOLA, Adam Isacson.
En el momento cúspide del Plan Colombia para la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico, entre 2003 y 2007, Estados Unidos "entregó a Colombia entre US$600 millones y US$700 millones al año", mientras que "la ayuda hoy no llega a los US$300 millones".
"Una vez alcanzado el acuerdo de paz, y durante algunos años, la ayuda estadounidense debería volver a esos US$600 millones o US$700 millones. Si podemos pagar por la guerra, deberíamos pagar por la paz", dijo a Efe Isacson, que desde hace 16 años sigue de cerca el conflicto armado en el país andino.
El experto cree que, por el momento, únicamente ha habido conversaciones "informales" sobre la ayuda al postconflicto en las agencias estadounidenses, pero no ve imposible que el gobierno de Barack Obama se decida a impulsar una ayuda que mengua cada año.
"Creo que hay buenas posibilidades de que se repita lo que ocurrió con la administración de (Bill) Clinton, que fue muy generosa con la Centroamérica del postconflicto en los años 90", recordó.
"Ayudar a Colombia a afrontar sus desafíos posteriores al conflicto será costoso y por momentos frustrante, pero es absolutamente necesario", indica Isacson en el informe.
"Está llegando el momento de comenzar a planificar la ayuda al postconflicto", señala al pronosticar que es "probable" que haya un acuerdo firmado dentro de un año y que "los programas de ayuda en Estados Unidos a menudo avanzan lentamente".
Esa ayuda será clave para "llevar la presencia del Estado a áreas sin gobierno, reintegrar a los combatientes, facilitar el retorno de las poblaciones desplazadas, proteger a los defensores de derechos humanos, ayudar al cumplimiento de los acuerdos sobre tierras o apoyar la creación de mecanismos de justicia transicional".
Estados Unidos también debe "facilitar la transición" de los militares colombianos a tiempos de paz, y "financiar una presencia de verificación y monitoreo" de la que podría encargarse la ONU o la Organización de Estados Americanos (OEA), según el informe.
Antes del postconflicto, Washington puede ayudar aumentando sus "manifestaciones públicas de apoyo al proceso" y mostrando "flexibilidad en su política antidroga", en el caso de que "el Gobierno de (Juan Manuel) Santos y las Farc acuerden algunos cambios que obliguen a EE.UU. a modificar su propia estrategia".
Además, EE.UU. debe mostrar más "flexibilidad en su política hacia Cuba", porque si se firma un acuerdo, "el prudente rol del Gobierno cubano como nación garante del proceso terminará con los pocos pretextos que le quedan a Washington para mantener a Cuba en la lista de Estados que patrocinan el terrorismo".
Cuba permanece desde 1982 en esa lista del Departamento de Estado junto a Irán, Sudán y Siria, países que en los últimos años han recibido informes de Washington mucho más duros que los elaborados sobre el gobierno cubano.