Incluso después de décadas de investigación "nuestra habilidad para predecir terremotos sigue siendo inexistente", dijo la sismóloga Peggy Hellweg, del Laboratorio Sismológico de Berkely, en la Universidad de California, Berkeley.
Nueva York. Los antecedentes de terremotos en Nepal datan de al menos el siglo XIII, con temblores significativos cada unos 75 años. Y durante todo ese tiempo, en ese país y en la mayor parte de las áreas sísmicas activas, ha habido una constante: los habitantes de esas zonas no tienen idea de cuándo comenzará a temblar.
Incluso después de décadas de investigación "nuestra habilidad para predecir terremotos sigue siendo inexistente", dijo la sismóloga Peggy Hellweg, del Laboratorio Sismológico de Berkely, en la Universidad de California, Berkeley.
La zona alrededor de Katmandú sufrió terremotos devastadores en 1934 y 1988, pero cuando los expertos en desastres se reunieron a principios de este mes en la capital de Nepal, todo lo que pudieron pronosticar fue que el próximo fenómeno llegaría probablemente en las próximas dos décadas.
Los políticos, en al menos un caso, reaccionaron duramente a la limitada previsión de los sismólogos. En 2012, una corte italiana halló culpable de asesinato a seis científicos por no predecir y advertir a residentes con anticipación del terremoto del 2009 en L'Aquila.
Ese evento estuvo precedido por meses de estruendos menores y provocó la muerte de más de 300 personas. El veredicto fue revertido en 2014.
Pero si las predicciones, que implican alertas de días o semanas, siguen siendo una meta distante, se han hecho progresos en la advertencia temprana de terremotos, dando segundos preciosos que pueden salvar vidas. Pero el mundo está dividido entre tenerlas o no tenerlas.
Los sistemas de predicción temprana han sido desplegados en sólo un grupo de zonas sísmicas del mundo, dijo Hellweg. Éstos pueden advertir terremotos apenas unos minutos antes de que impacten.
Los países con esos sistemas incluyen a México, Japón y Estados Unidos, donde el sistema más avanzado es el estatal ShakeAlert de California.
Consisten en estaciones con sismómetros que pueden detectar ondas P, ondas no destructivas producidas por un terremoto, que viajan a través de la corteza de la Tierra más rápido que las ondas S, que son las que hacen temblar el suelo.
Una vez que las ondas P alcanzan una estación sísmica, la información es transmitida a través de líneas telefónicas, módems y satélite a laboratorios. Allí, computadoras despliegan avanzados algoritmos para calcular el origen y la magnitud del terremoto que han generado las ondas.
ShakeAlert dio al área de la bahía de San Francisco un aviso de cinco a 10 segundos cuando fue el terremoto de Napa en 2014.
"Si Nepal tuviera una red sísmica que operara como hicieron las estaciones sísmicas en el norte de California en el terremoto de Napa, la gente en Katmandú probablemente hubiera tenido 15 a 20 segundos de advertencia", dijo Hellweg.
Esto hubiera sido suficiente para protegerse debajo de mesas o incluso escapar de edificios que colapsaron.
Pero los sistemas no son baratos. Los costos de inversión de capital para un sistema de advertencia temprana para toda la costa oeste de Estados Unidos suman US$38,3 millones, estimó el año pasado el Servicio Geológico de Estados Unidos, con un mantenimiento anual y operaciones por US$16,1 millones.