La imagen de la UE se ha visto empañada entre muchos de sus 500 millones de ciudadanos por la crisis de la deuda, lo que ha avivado a los partidos euroescépticos de extrema derecha e izquierda en muchos países miembros.
Bruselas. El premio Nobel de la Paz es una inyección de moral enorme para una organización que sólo recientemente ha tenido una experiencia cercana a la muerte y aún no es del todo seguro de que esté fuera de peligro.
Al destacar los logros centrales de la Unión Europea de asegurar la paz en un continente lleno de cicatrices de guerra, los jueces del Nobel pueden darle al bloque de 27 naciones de nuevo un sentido de propósito que en la práctica del día a día parece haberse perdido.
La UE sigue siendo un imán de esperanza y prosperidad para las nuevas democracias de Europa del Este y los Balcanes, pero no es amada por los europeos ordinarios, cuyo sentido de pertenencia sigue siendo nacional o local y no europeo.
La imagen de la UE se ha visto empañada entre muchos de sus 500 millones de ciudadanos por la crisis de la deuda, lo que ha avivado a los partidos euroescépticos de extrema derecha e izquierda en muchos países miembros.
El primer ministro italiano, Mario Monti, ha hecho un llamamiento a los líderes de la UE para celebrar una cumbre especial para abordar "la reacción en contra de la integración europea" y el aumento de las sospechas mutuas y los perjuicios debido al manejo de la crisis.
La supervivencia del euro -central del proyecto económico de Europa- ha sido incierta en los últimos dos años. Los mercados financieros perdieron confianza en la deuda de los países periféricos con problemas y pusieron en duda la determinación de las autoridades europeas para sostener la moneda única.
Eso parece ya asegurado, después de que el Banco Central Europeo se comprometió el mes pasado a comprar cantidades ilimitadas de bonos soberanos a corto plazo para derrotar cualquier intento de apostar por la ruptura del euro.
Pero gran parte de Europa se enfrenta a una recesión y recortes de pensiones, derechos laborales y prestaciones sociales que desde hace tiempo definieron un generoso modelo social europeo.
El comité que entrega el Nobel reconoció que la Unión Europea está atravesando graves dificultades económicas y malestar social, pero dijo: "El Comité Nobel Noruego desea centrarse en lo que ve como el resultado más importante de la UE: El éxito de la lucha por la paz y la reconciliación y la democracia y los derechos humanos".
"El rol estabilizador que desempeña la UE ha ayudado a transformar la mayor parte de Europa de un continente de guerra a un continente de paz", agregó.
El jurado destacó cómo la UE se expandió para abarcar nuevas democracias como Grecia, España y Portugal, y países ex comunistas de Europa central y del Este después de la caída del Muro de Berlín.
Los políticos europeos se apresuraron a felicitarse a sí mismos y tomar el crédito por los logros posteriores a la Segunda Guerra Mundial, que superaron las divisiones nacionales para forjar una primera unión del carbón y del acero, y luego una alianza de libre comercio, subsidios agrícolas y asistencia a las regiones más pobres.
Sin embargo, en un gesto claro de una organización que a menudo tropieza al intentar hablar con una sola voz, ni siquiera estaba claro quién recibirá el premio en su nombre.
El presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy y el presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso reclamaron el trofeo.
Pero el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, dejó en claro que él también espera ser invitado a la ceremonia de Oslo. Algunos podrían argumentar que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, debería estar allí para representar a la institución federal que ha mantenido a la zona euro intacta.
El premio no puede exonerar a los líderes europeos de hoy de las críticas de que a menudo sacrifican los intereses europeos de largo plazo por consideraciones de corto plazo o guerras internas institucionales.
Así, las decisiones vitales para la estabilidad del continente se posponen hasta después de la próxima elección nacional en Alemania o España.
Grecia, Irlanda y Portugal fueron rescatados sólo en el último momento, cuando ya estaban ahogándose, y en condiciones punitivas y draconianas.
Líderes como Konrad Adenauer y Charles de Gaulle, que sellaron la reconciliación franco-alemana; Jean Monnet y Robert Schuman, fundadores de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero; y veteranos líderes sobrevivientes como Helmut Schmidt, Valery Giscard d'Estaing, Helmut Kohl y Jacques Delors, que delinearon y crearon la zona euro, podrían merecer más los honores del premio que los actuales gestores de la crisis.
La perspectiva de una integración más profunda de la zona euro, ampliamente vista como esencial para realizar la unión monetaria sobre una base económica y política más estable, se ve empañada por el apego a la soberanía nacional de fundadores como Francia y los Países Bajos.
El premio Nobel puede encontrar poca resonancia en una joven generación de europeos que nunca ha conocido la guerra en el continente, con excepción de la ex Yugoslavia.
Muchos culpan de la recesión, la regresión social y el desempleo juvenil masivo en la periferia de la zona euro a las políticas promovidas por la Unión Europea y cuestionan qué es lo que Europa ha hecho por ellos.
Pocos le dan el crédito a la UE por haber reducido el costo de los viajes aéreos o los teléfonos móviles, forzando la libre competencia y el establecimiento de normas técnicas comunes en el interés de los consumidores.
Como Delors, el presidente más influyente de la Comisión Europea, ha declarado: "No te puedes enamorar de un mercado único."
"Lo que falta es un sentido claro de lo que estamos tratando de lograr, de dónde queremos llegar dentro de dos o tres años", dijo Etienne Davignon, ex comisario europeo.