El número de víctimas de las tropas británicas en el país asiático alcanzó los 300 la semana pasada, lo que proporcionó más argumentos a los críticos de la guerra que cuestionan la forma en la que el gobierno justifica los costos en vidas y dinero.
Londres. Durante un desfile en Londres para dar la bienvenida a las tropas que regresan de la guerra y en un funeral en el sudoeste de Inglaterra para soldados menos afortunados, el mensaje es el mismo: Gran Bretaña no tiene nada que hacer en Afganistán.
El número de víctimas de las tropas británicas en el país asiático alcanzó los 300 la semana pasada, lo que proporcionó más argumentos a los críticos de la guerra que cuestionan la forma en la que el gobierno justifica los costos en vidas y dinero, dada la falta de progreso tangible.
Políticos dicen que la guerra es vital para la seguridad de Gran Bretaña, pero analistas sostienen que la principal razón por la que el país seguirá luchando es para salvaguardar sus lazos con Estados Unidos, y tal vez para rescatar algo que se asemeje al éxito y permita a sus tropas irse con orgullo.
Algunos analistas dicen que la participación de Gran Bretaña en la guerra podría incluso hacerla menos segura, incrementando el riesgo de un ataque por parte de musulmanes radicalizados, enojados por lo que ven como una lucha contra el Islam.
La pintoresca ciudad de Wootton Bassett, en el sudoeste inglés, está cerca de una base aérea donde son repatriados los cuerpos de los soldados. El lugar ha visto un rápido aumento en el número de procesiones fúnebres en el último año.
La semana pasada, residentes y veteranos soldados que llevaban uniforme militar se preparaban para ofrecer sus respetos a dos caídos más en la guerra.
"Nadie sabe por qué nos involucramos y cuál debería ser el resultado. Parece que cuantos más jóvenes enviamos, más cuerpos en bolsas recibimos de vuelta", dijo la jubilada Linda Treasure, de 61 años, quien concurre a la mayoría de los cortejos fúnebres.
El año pasado fue el más letal para las fuerzas occidentales encabezadas por la OTAN en Afganistán, que están luchando contra los insurgentes talibanes aliados a Al Qaeda y entrenando a las fuerzas afganas de seguridad.
Durante una visita a Afganistán este mes, el primer ministro británico, David Cameron, mostró una postura más realista hacia la guerra, dejando en claro que los objetivos de la seguridad nacional tenían prioridad sobre objetivos, como la construcción de la democracia y la educación de niñas afganas.
"La creencia de impulsar el verdadero progreso y democracia en Afganistán ahora está virtualmente muerta. El punto es simplemente mantener la alianza estadounidense y tratar de retirarse sin la humillación de un abierta victoria talibana", dijo Anatol Lieven, del departamento de estudios de guerra de King's College en Londres.
Pesimismo afgano. El secretario de Defensa Liam Fox dijo a un gabinete de expertos hace unas semanas que el gobierno necesitaba "encontrar el lenguaje para persuadir al pueblo británico de mantenerse a nuestro lado", pero su mensaje de que la guerra es vital para la seguridad de Gran Bretaña convence a pocos.
Esa discusión es "debatible", según dijo a Reuters el ex funcionario de inteligencia británico Richard Barrett, describiendo como "polémica" la afirmación de Cameron de que Al Qaeda resurgirá si Gran Bretaña se repliega.
El año pasado, encuestas mostraron que la mayoría de los británicos tiene una imagen negativa de la misión, una postura avivada por reportes pesimistas y confirmada en entrevistas en la vía pública.
Una repentina pérdida de vidas entre las tropas británicas podría poner a prueba la firmeza de Gran Bretaña, especialmente ahora que el nuevo gobierno de coalición incluye a los pacifistas Liberales Demócratas.
Muchos británicos se están alarmando cada vez más ante el aumento de las bajas y los enormes costos de la guerra, en un momento en el que el país afronta severos recortes al gasto para hacer frente a un enorme déficit presupuestario.
"Debemos efectuar reducciones. ¿Acaso alguien pregunta cuánto nos cuesta estar allí?", dijo Pat Manley, de 74 años, un ex soldado en un desfile de bienvenida para las tropas en Londres. "Espero que Cameron tenga las agallas para traer de vuelta a las tropas", señaló.
Pero analistas ven poco probable que Londres arriesgue sus estrechos lazos con Washington sacando a sus 9.500 tropas antes de que Estados unidos empiece a retirar a sus soldados.
El presidente estadounidense, Barack Obama, lucha contra el creciente descontento con el conflicto en su país y ha dicho que el retiro comenzará en julio del 2011.
Musulmanes radicales. En el desfile de Londres, cabezas rapadas de derecha forcejeaban con un cordón policial y gritaban consignas contra musulmanes que se manifestaban en contra de la participación de Gran Bretaña en Afganistán.
Bajo una lluvia de huevos, el grupo llamado Musulmanes en contra de los Cruzados empleaba un lenguaje provocativo, sosteniendo pancartas que comparaban el desfile de las tropas con los "secuaces de Hitler".
Irónicamente, ambos bandos quieren el retiro de los soldados británicos. "Preferiría que nuestras tropas fuesen traídas de regreso (..) El público no está viendo avances, sino muchos cadáveres", dijo Jack, un organizador de la Liga de Defensa Inglesa, un grupo de extrema derecha que lucha contra el extremismo.
La presencia británica en Afganistán corre el riesgo de radicalizar a algunos musulmanes que podrían lanzar un ataque en el país europeos, según algunos analistas, tras el atentado suicida en Londres por parte de un grupo de cuatro musulmanes británicos que dejó 52 muertos en el 2005.
"En la medida en que estemos en lugares como Afganistán, matando personas inocentes, nos encontraremos ante una amenaza terrorista aquí en el Gran Bretaña" dijo Abu Yahya, de 27 años, un manifestante musulmán en el desfile.