La zona cuenta con escasa agua superficial, como la del río Loa, pero con otras subterráneas, que provienen de una serie de cuencas, como las ubicadas en el Salar de Atacama, Ascotán y Punta Negra.
Santiago. Una investigación sobre los ciclos hídricos en el Desierto de Atacama, el más árido del mundo, confirmó la existencia de agua fresca desde hace más de 17.000 años, señalaron este martes expertos.
En una conferencia organizada por la Fundación Imagen de Chile, Claudio Latorre, paleoclimatólogo y paleoecólogo de la Universidad Católica de Chile, dijo que el desierto no era como lo conocemos en la actualidad.
"El desierto de Atacama no fue una barrera a la migración humana en el Pleistoceno tardío, ya que su condición climática es muy diferente a como la conocemos hoy", expresó.
Latorre agregó que el lugar contaba con agua fresca que permitió la permanencia de diversas comunidades en esa zona del norte de Chile.
El experto señaló que los hallazgos son de gran relevancia porque contribuyen al mayor conocimiento sobre esa árida región y permiten establecer nuevas teorías de cómo se colonizó el sur del continente latinoamericano.
Al presentar al disertante, Myriam Gómez, directora ejecutiva de Imagen de Chile, destacó su labor científica y afirmó que "nos estamos posicionando como un verdadero laboratorio natural, un lugar idóneo para la investigación científica y el desarrollo tecnológico".
Gómez recordó que en Chile se están llevando a cabo otros estudios científicos sobre astronomía, energías renovables no convencionales, vulcanología, cambio climático e ingeniería antisísmica.
Desde hace más de dos décadas, Latorre trabaja en la región de Atacama y cuenta con el apoyo de un equipo multidisciplinario de arqueólogos, sociólogos, hidrólogos, ingenieros y arquitectos nacionales e internacionales.
Para sus investigaciones fue clave el estudio de las "paleomadrigueras" (nidos de roedores) donde fue posible hallar restos de estos animales, que contienen fecas, polen, semillas y otros elementos determinantes para "reconstruir" el paisaje árido de las antiguas civilizaciones del norte de Chile.
Los restos arqueológicos encontrados en esa región confirman sus teorías, al establecerse que culturas, como la Chinchorro, se adaptaron y permanecieron en el lugar por miles de años, lo cual indica que el clima no era tan extremo, como se conoce actualmente.
"En la cultura Chinchorro encontramos un alto nivel de innovación tecnológica, con sus técnicas de momificación y creación de sofisticados elementos como anzuelos o lanzas, lo que habla de un aumento de la población, producto de mayores recursos comestibles e hídricos", dijo.
Latorre expresó que la escasa presencia de agua en todo el Desierto de Atacama ha impulsado el desarrollo de innovadoras iniciativas, como los "atrapanieblas" o la desalinización de agua de mar, técnicas que también han sido aplicadas en otras partes del mundo.
Otras universidades chilenas también han desarrollado investigaciones en el Desierto de Atacama para contribuir en la búsqueda de nuevas fuentes de agua para incluirlas en el balance hídrico de las regiones del norte de Chile.
Esa zona cuenta con escasa agua superficial, como la del río Loa, y otras subterráneas, que provienen de una serie de cuencas, como las ubicadas en el Salar de Atacama, Ascotán y Punta Negra.
Además, hay extensas áreas del desierto donde se desconoce la cantidad de este recurso, como es el caso de la Cordillera de la Costa y la Depresión Central.