En la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía hay registradas 42 víctimas en el caso de la escombrera de la Comuna 13, pero informalmente se habla de unas 100 familias que creen que sus desaparecidos se encuentran en esa montaña.
Medellín. Dicen que por allá arribita, en lo más alto de la montaña, encontraron una vez tres cuerpos enterrados. Dicen que fue llegando a San Cristóbal, el corregimiento vecino a la comuna. Dicen que esos hombres irrumpían en las casas sin respetar madre ni padre para llevarse a la fuerza a cualquier muchacho, que no importaba si hacía sol o si era de noche: después los veían pasar, en ocasiones arrastrando a sus víctimas, por el camino hacia el cerro. Dicen que regresaban solos y que del pobre retenido no se volvía a tener noticia. Eso dicen, cuenta doña María Gloria Holguín, mientras muestra la foto de su hijo desaparecido desde hace ocho años.
Carlos Emilio Torres Holguín tenía 28 y quería ser militar. Era el mayor de los cinco hijos que tuvo doña Gloria, de los cuales apenas quedan vivas dos mujeres. “Víctimas de la violencia fallecieron dos y casi que tres”. Uno baleado, el desaparecido y otro desplazado que murió en un accidente en soledad y dedicado a la bebida. Relatar el drama de esta señora podría resultar una obviedad en este pequeño universo en el que la guerra es la regla y no la excepción: en la Comuna 13 de Medellín, morir por causa del conflicto es morir de muerte natural.
La loma se levanta imponente por encima de la zona ondulada en la que tienen asiento los 17 barrios que conforman la comuna. Como hormigas laboriosas, decenas de camiones la recorren por los lados, unos subiendo, otros bajando, alimentándola todos los días con toneladas de escombros. Hablamos de 100 hectáreas, mil vehículos diarios, tres escombreras autorizadas y unas 20 más funcionando ilegalmente.
Desde arriba, doña Gloria señala un conjunto de cajas de cartón que parecen casas y asegura que ahí queda el barrio Terrígenos, del que se llevaron a su hijo, sin permitirle siquiera ponerse los zapatos, la mala mañana del 29 de noviembre de 2002. Ella es redondita, de cabello negro hasta la cintura y una estatura que con seguridad no excede el metro y medio. Calza sandalias cafés gastadas y viste pantalón beige y camisa amarilla. Un poco más allá también se alcanza a ver la Casa de Justicia, en la que el cantante Juanes ofreció un concierto por la paz el mes pasado.
Cuando ocurrió la desaparición de Carlos Emilio Torres Holguín habían pasado exactamente 44 días desde el inicio de la ‘Operación Orión’: una madrugada, varios bombardeos, un sorpresivo confinamiento de todos los habitantes, muchos registros a las viviendas. Terror en las calles. Como argumento de una típica película de acción hasta hubiese resultado entretenido. 1.200 hombres armados hasta los dientes —del Ejército, de la Policía, de la Fuerza Aérea— se tomaron la Comuna 13 del 16 al 20 de octubre de 2002 para acabar con las milicias de la guerrilla que allí hacían presencia. Una de las primeras grandes órdenes del recién posesionado presidente Álvaro Uribe Vélez.
Doña Gloria siguió la noticia por televisión, desde su casa en la Comuna 7, donde siempre ha residido. “Yo veía todos esos heridos y le decía a mi hijo: ‘no vaya a ir para allá, mijito, mire que eso está muy caliente’, pero él tenía su novia en Terrígenos y me respondía que me tranquilizara: ‘tranquilícese cucha’, no me decía mamá, sino cucha, ‘que el que nada debe, nada teme’”. La última vez que lo vio estaba montado en su moto: “Me dijo: ‘dígale a Fernando que mañana vengo pa que compremos las cosas pa que me arregle la moto’. Fernando era el otro hijo mío. Y arrancó. Volteó la esquina, le oí una carcajada”.
Paradójicamente, uno de los primeros en hacer público el asunto de los cuerpos enterrados en la escombrera de la Comuna 13 fue el mayor victimario de la zona: Diego Fernando Murillo Bejarano, más conocido como Don Berna (desmovilizado en el proceso de Justicia y Paz y luego extraditado a Estados Unidos), quien confesó ante la justicia que sus hombres sepultaron personas allí. Uno de ellos también habló y mencionó 28 restos humanos.
Doctorado en criminalidad, Don Berna integró el cartel de Medellín de Pablo Escobar, fue jefe de la banda La Terraza, líder de la red de narcotráfico llamada Oficina de Envigado y comandante del ejército de más de mil paramilitares bautizado como Bloque Cacique Nutibara. Era un mandamás en la Comuna 13 —en todo Medellín, en general— y su reino llegó a parecer indestructible, especialmente, después de la ‘Operación Orión’, aquellos días en los que apareció el Estado en la barriada y de manera espectacular expulsó hasta las sombras de la guerrilla.
Doña Gloria nunca lo había visto de cerca, hasta el día en que se atrevió a asistir a una de las audiencias en las que el paramilitar declaró unas pocas verdades sobre la guerra. Quería preguntarle por la suerte de su hijo. Quería confirmar con él lo que comentan en voz baja los vecinos del barrio Terrígenos: que a Carlos Emilio se lo llevaron aquella mañana rumbo a la escombrera. No importaba si le tocaba ir a ella misma a desenterrarlo con sus manos pequeñas y arrugadas. Quería salir de la incertidumbre ya que fue el mismo victimario el que tocó el tema.
La señora saca una cámara fotográfica digital de color rosado y empieza a captar imágenes desde lo alto de la escombrera. Estamos de pie sobre miles y miles de toneladas de escombros. Muchas. Tienen unos 50 metros de alto, lo mismo que un edificio de 25 pisos. La comparación es del personero de la ciudad, Jairo Herrán Vargas. “Yo no hablé con Don Berna personalmente, le mandé un papelito con el nombre de mi hijo, a ver si me ayudaba. No tuve la oportunidad de ir sino a dos de sus versiones libres, porque prontito se lo llevaron. También le mandé una foto de Carlos Emilio. Muchas madres le mandamos fotos. Él dijo que no sabía nada, pero que iba a averiguar con los subalternos y en la próxima audiencia me daba razón, pero se lo llevaron”.
Llora. No quiere que declaren el lugar campo santo, como han sugerido extraoficialmente algunas autoridades que se confiesan maniatadas para buscar cuerpos en un área tan vasta. Se niega a claudicar. ¿Dónde estará? Podría ser justo debajo de mis pies. O de los de ella. O lejos. Tal vez en otra comuna, en otra ciudad. Simplemente desaparecido, evaporado, esfumado.
“No quiero imaginarlo más como si fuera un perro, tirado por ahí. Quiero encontrarlo y saber que ya se acabó esta búsqueda”.
En la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía hay registradas 42 víctimas en el caso de la escombrera de la Comuna 13. Es el número oficial, por decirlo así, pero informalmente se habla de unas 100 familias que creen que sus desaparecidos se encuentran en la montaña. El colectivo llamado Madres de la Plaza de la Candelaria, por ejemplo, da cuenta de 18 casos. El personero Herrán, por su parte, dice que a su despacho han llegado informaciones según las cuales podrían ser 200. Mientras, la Corporación Jurídica Libertad, una ONG, ha documentado que 108 personas desaparecieron de la zona desde los días de la ‘Operación Orión’ hasta que se desmovilizaron grandes grupos de paramilitares en 2003.
El gran problema ahora, y en esto parece coincidir todo el mundo, es por dónde empezar a buscar en un área montañosa repleta de millones y millones de residuos. Así lo afirman Mercedes Ossa (directora del programa de atención a víctimas de la Alcaldía), el coronel Luis Eduardo Martínez (comandante de la Policía Metropolitana de Medellín) y el fiscal Luis González (director nacional de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía General).
¿Por dónde empezar? “Lo cierto es que se trata de un terreno al que llevaban víctimas mucho antes de que existiera el paramilitarismo. Es una mala tradición. El inconveniente es que es un sitio que ha sido removido. Sobre él se han vertido miles de millones de metros cúbicos de tierras. Les estamos preguntando a expertos a qué nos aventuramos ahí. Todos los mensajes son de prevención, pues podría ser una tarea sin resultados”. Las palabras son del fiscal González, el jefe de los equipos que buscan desaparecidos por todo el país.
Esa búsqueda de respuestas traspasó las fronteras nacionales el año pasado, cuando la Fiscalía y la Alcaldía (que han adelantado jornadas para identificar otras posibles víctimas) firmaron un convenio por $1.000 millones para contratar especialistas internacionales que evalúen la situación de la escombrera de la Comuna 13. Son tres grupos de antropólogos que vienen de Argentina, Perú y Guatemala. Los primeros visitaron el cerro en julio pasado. Los otros lo harán este mes. El próximo 23 de noviembre el gobierno local entregará un informe final.
Cuando estábamos por bajar de la escombrera, a doña Gloria casi se le queda olvidada la foto de su hijo. Fue muy extraño porque realmente ella actúa como si esa imagen fuera él. Es claro que no se hubiese perdonado el descuido. Sus ojos volvieron a encharcarse. El retrato abrazado al pecho. “Tanto que lo he buscado y ahora se me va a quedar”.
La tragedia en cifras.
* 160.000 habitantes tiene la Comuna 13 de Medellín, aproximadamente.
* 0180009169999 es la línea nacional gratuita de la Fiscalía para reportar desaparecidos.
* 8.200 es el número de miembros de la Policía que hacen presencia en la capital de Antioquia.
* 16 comunas y cinco corregimientos tiene la ciudad de Medellín.
* 507 desaparecidos fueron reportados en Medellín entre enero y agosto de este año, según datos de la Personería local.