Los principales productos tranzados son el arroz, la soja, la harina y el azúcar, cuyas ventas al exterior están restringidas por ley boliviana.
La Paz. A plena luz del día y sin ningún control, productos bolivianos como azúcar, arroz, soja y harina —cuyas ventas al exterior están restringidas— son comercializados libremente en la frontera con Perú, en la población de Desaguadero.
Cada martes y viernes, en ambos lados de la frontera, se instalan ferias donde se expende todo tipo de productos. En el lado boliviano, decenas de hombres descargan de los camiones azúcar (en mayor cantidad), arroz, soja y harina. Los productos son cargados en los denominados “tricitaxis” y posteriormente trasladados hasta orillas del río Desaguadero.
Para llegar hasta ese lugar se debe cruzar el pueblo. Casi en todas las calles se forman trancaderas de “tricitaxis” llenos de alimentos que trasladan entre 10 y 15 quintales de estos productos. Las personas deben dar paso si no quieren ser atropelladas o recibir un fuerte grito de los jóvenes que llenos de sudor apresuran su marcha.
En el río esperan balsas que hacen cruzar la mercadería al lado peruano. La separación es de apenas unos 60 metros. Una vez en el lado peruano, otros cargueros recogen los quintales y los trasladan hasta otros camiones que reciben la mercadería boliviana.
Prohibición. Los decretos supremos 29460, 29524, 373, 435, 453, 501 y 671 prohíben y/o restringen la exportación de trigo, arroz, azúcar, caña de azúcar, maíz y soya, así como sus derivados. También está restringida la exportación de aceite en bruto de soja, aceite refinado de soja, aceite crudo de girasol y aceite refinado de girasol. A esas restricciones se suman la chancaca y el maíz para la siembra.
Sin embargo, en Desaguadero es muy fácil encontrar almacenes llenos de productos que escasean en La Paz o en otras ciudades capitales. La escasez de azúcar es particularmente crónica en el país. Los ingenios atribuyen el desabastecimiento del producto a la reactivación del contrabando hacia las naciones vecinas.
En la localidad boliviana hay dos estaciones de servicio, aunque sólo funciona una, en la otra reza un letrero que dice “en venta”. Una larga fila de camiones que trasladan los productos así como otra de cisternas rodean la estación. Algunos vehículos de alto tonelaje van “directo a Santa Cruz”, como señalan sus avisos.
En una de las plazas de Desaguadero (Perú) se expenden frutas, como peras, mangos, ciruelos. Las comerciantes dicen que la fruta proviene de Perú. Ahí también se encuentra azúcar, arroz y fideos que se venden por kilo. Algunas comerciantes también venden jugos de frutas de la PIL. De Perú ingresan a Bolivia verduras y otros productos terminados.
Comercio. En la feria peruana hay variedad de productos. Ahí se expenden medias, ropa, bañadores, bidones, mangueras. Además, hay una calle para la venta de películas, música y otro tipo de material en CD. En este lado, los comerciantes bolivianos hacen pasar sus productos por el paso terrestre y a partir de las 15.00 los buses y minibuses retornan a La Paz cargados de mercadería.
Vecinos se organizan. Ingresar con un vehículo particular y desconocido al pueblo genera la curiosidad de los vecinos que se comunican rápidamente e inspeccionan con la mirada los pasos de los extraños que consideran sospechosos de ser informantes.
Ni policías ni militares revisan la mercadería
Después de recorrer 77 kilómetros desde El Alto, los soldados de la localidad de Guaqui piden a los pasajeros que desciendan del vehículo. Las personas bajan y muestran su carnet de identidad. Después de una revisión de segundos, pasan. A algunos ni siquiera les piden el documento.
El siguiente puesto de control está en la tranca de Desaguadero, a 100 kilómetros de El Alto. Allí, los policías controlan de forma discontinua a algunos vehículos, piden la identificación personal, pero no hacen ningún tipo de verificación del interior del motorizado.
Hasta ahí llega la presencia policial y militar. En el pueblo de Desaguadero, a un kilómetro de la tranca no se ve a ningún uniformado, por lo menos en los días de feria. El único control que hay es un par de guardias de uniforme azul que tienen inscritos en sus chamarras el rótulo de “Seguridad Ciudadana” y se ubican en los lugares estratégicos por donde pasa la mercadería.