“Mars One” es el nombre de la iniciativa de origen holandes en la que trabaja el médico forense de Aviación, Gino Ormeño, quien luego de pensarlo unos días decidió embarcarse en este proyecto que, además de ofrecerle a los participantes un viaje sin retorno, estaría condenado a hacer historia.
Varias noches no durmió. Su familia lo tildó de loco, quizás con justa razón. Pero a Gino Ormeño le habían hecho una propuesta que no era fácil ni de aceptar ni de rechazar, porque, por donde se le mire, está condenada a hacer historia.
Fue a principio de 2012 cuando a este peruano, médico forense de Aviación con más de una década de experiencia en la aviación y en investigaciones fisiológicas laborales y exámenes médicos aeronáuticos, lo llamaron de la NASA, con quienes ya había trabajado, para ofrecerle ser parte de “Mars One”, un proyecto de origen holandés que pretende colonizar Marte al enviar a un número limitado de personas para que ellos mismos monten lo que será su futuro hábitat y puedan explorar el planeta rojo. Una travesía que despegará en 2022 para llegar a destino en 2023, luego de ocho meses de expedición. Un viaje sin retorno. Literalmente.
Interesados de todas partes del mundo han entrado al sitio web de Mars One para llenar un perfil donde justifican por qué deben ser parte de la primera avanzada de terrícolas que poblarán Marte (uno de ellos es nuestro editor general, Lino Solís de Ovando G., y puede leer aquí su testimonio).
Ormeño, que posee un postgrado en Medicina de Aviación de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda, y se lo estuvo pensando unos días hasta que finalmente dijo que sí. A través de una teleconferencia con Bas Lansdorp, CEO del proyecto, expuso su principal y primera inquietud en relación con qué tipo de perfil estaban buscando para los postulantes a integrar esta misión. “¿Son gente con un cierto grado de depresión? ¿Gente que está en contra de todo sistema? ¿Anarquistas que quieren irse a la aventura a otro sistema completamente diferente? ¿Esto va a permitir que se pueda formar otra civilización?”, consultó con una cuota de ironía, pero una vez que fueron resueltas sus dudas, les dijo “okey, bienvenido sea el proyecto”. Sin embargo, las dudas que rondan la iniciativa aún son muchas y hay algunas hasta ahora que derechamente no tienen respuesta.
El proyecto se está consolidando, recién está empezando a andar, dado que las postulaciones de los participantes se cierran el 31 de agosto, para luego dar paso al análisis de los participantes, tanto médica como psicológicamente. Luego, en 2014, se dará paso a una segunda evaluación, esta vez in situ, y en 2015 comenzará la preparación de los seleccionados, fase en la que Ormeño entrará a actuar en el proyecto.
“Las personas comenzarán a ser preparadas no sólo en la parte física, sino también en la parte técnica de cómo mantenerse con vida con aparatos e instrumentos; cómo mantener alimentos básicos o armar sus casas. Son siete años de preparación. Cada año se evalúa medicamente y ahí es donde entro a detallar yo. En la parte de las evaluaciones ténicas es como si estuvieran en una universidad, recibiendo clases de cómo conducir la aeronave, de cómo conducir los autos que van a estar allí; el sistema de transporte que van a tener y cómo serán las condiciones de vida”, detalla Ormeño, y precisa que a los participantes se les darán todas las herramientas para que puedan desenvolverse en el planeta rojo.
Al ser un proyecto sin fines de lucro, disponer de recursos necesarios es todo un tema. “Al requerir fondos, a un grupo de personas que estaban a cargo de la comunicación se les ocurrió hacerlo como un reality show, es decir, estarán monitoreados constantemente por señal cerrada de los canales que contraten a Mars One y van a transmitirlo las 24 horas al día, desde que comiencen las evaluaciones en 2014”, confidencia Ormeño, miembro de la Asociación Iberoamericana de Medicina Aeroespacial.
En 2015 las personas seleccionadas, que a cálculo de Ormeño deberían ser unas 50, van a estar contratadas por Mars One, estarán viviendo en Estados Unidos y pasarán un tiempo en completo aislamiento, simulando lo que será su vida en unos meses más. Luego, los agruparán por personalidad y se irán enviando grupos de cuatro personas al espacio.
Sin retorno. Al considerar que serán diversas las partidas de personas, es casi inevitable pensar: ¿qué pasa si alguno quiere volver? ¿podría hacerlo? Ante esto Ormeño responde que sí, la posibilidad está, pero por un tema psicológico es mejor que los postulantes piensen desde un principio que es un viaje sin vuelta atrás.
“Es posible, pero depende del grado de preparación de las personas para poder crear un ambiente lo suficientemente tecnológico para que le permita tener un impulso de retorno de la máquina. Esa es la limitante, porque ahora no se sabe con qué gravedad, con qué temperatura y clima se encontrarán. Lo mejor es que no se creen expectativas, porque para poder llegar a ese nivel hay muchos factores que están de por medio”, explica Ormeño.
Sin embargo, añade que en lo que concierne al cuerpo humano, la opción podría ser factible si es que se respetan los cuidados fisiológicos, de ejercicio, la manutención del cuerpo, porque de ello depende que el sistema circulatorio, respiratorio, puedan entrar en óptimas condiciones. “Todo lo que podemos hacer en este momento son conjeturas”, resalta.
Y es cierto. Ahora hay sólo proyecciones y las ventanas de opciones de lo que podría pasar son tan infinitas como el universo al que se adentrarán los participantes. No obstante, en base a los estudios realizados se estima que los nuevos habitantes del planeta rojo no sentirán grandes alteraciones físicas los primeros días y que el verdadero impacto se podría evidenciar 30 días después, si es que no se siguen las instrucciones exactas, cuando comiencen a hacerse evidentes problemas de circulación, dificultal para respirar, filtración renal o problemas cognitivos. Es más, el experto prevé que los impactos mayores podrían ser psicológicos y no físicos.
En el caso que alguien enfermara, Ormeño explica que no debería haber mayores problemas, porque las personas irán capacitadas en primeros auxilios, cirugías menores y traumatología, además que podrán recibir indicaciones a distancia.
En lo que concieren a la vida y la muerte, el profesional peruano manifiesta que los participantes firmarían un contrato para comprometerse a no tener hijos en los primeros cinco años, mientras que aún no se tiene claridad de qué pasara si alguien fallece en el planeta rojo.
Temores. Riesgos en esta iniciativa hay muchos, por eso Ormeño ha quedado impactado por la gran convocatoria que ha tenido la iniciativa.
“Me llama bastante la atención, me sorprende, porque no pensé que iba a tener tanta recepción; no pensaba que generaría tanto interés un proyecto que ponga en peligro la vida de uno y no de garantias”, confiesa, y reconoce que al ser el único latinoamericano en el proyecto lo hace sentirse “muy solito y con mucha responsabilidad”, por lo que le gustaría que más profesionales de la región se sumen en esta “oportunidad científica única”.
“Me da mucho temor que el proyecto se frustre, pero no por factores que sean propiamente de nuestra parte de trabajo, sino que colapse y no se cumpla con las expectativas que se tienen del proyecto. Hay muchos factores, no solo económicos, sino porque no haya el apoyo técnico, de la facilidad de los Estados. Me da mucho temor que no se desarrolle por factores externos al proyecto”, destaca Ormeño, quien decidió también ser parte de este proyecto “porque realmente no había un equipo de apoyo latinoamericano y eso era importantísimo. Lo primero que ellos buscaron era alguien que fuera de esta parte del mundo. Lo acepté y ahora hay un brasileño y se integrará un colombiano”.
Si bien existen muchos temores y dudas, varios cabos se irán atando en el camino, pero lo que sí ya está definido de antemano es que los participantes podrán salir a explorar Marte, dado que la idea es que comiencen a conolizar y busquen desarrollo de alimentación de otros ambientes, fuera de sus casas. Estos nuevos “martícolas” tendrán nada menos que el planeta rojo como patio trasero, donde podrán literalmente jugar a ser astronautas y crear lo que podría llegar a ser una nueva civilización.