Pese a los escándalos personales que han afectado al primer ministro conservador, el Partido de la Independencia hizo valer su condición de fuerza hegemónica y las buenas cifras macroeconómicas.
Islandia. El conservador Partido de la Independencia ganó las elecciones anticipadas de este sábado en Islandia. Sin embargo, la coalición, negociada antes de los comicios, entre Verdes de izquierda, socialdemócratas y el Partido Pirata consiguió la mayoría necesaria de 32 escaños en el Parlamento (Althingi) para poder formar gobierno, pese a haber sumado votos, por lo que no está claro qué gobierno va a tener la isla noratlántica.
Pese a los escándalos personales que han afectado al primer ministro conservador, Bjarni Benediktsson, y que provocaron la ruptura del anterior Ejecutivo y la convocatoria de comicios, los segundos en un año, el Partido de la Independencia hizo valer su condición de fuerza hegemónica y las buenas cifras macroeconómicas.
Así, el partido de Benediktsson se convirtió en la primera fuerza política con el 29% de los votos, pero no cuenta con el apoyo de socios para formar gobierno, después de que la coalición colapsara el mes pasado por la salida del pequeño partido Futuro Brillante, el cual acusó a Benediktsson de haber intentado encubrir un escándalo que involucraba a su padre, quien había intercedido a favor de un hombre que había cumplido condena por abusos sexuales continuados a su hijastra menor de edad durante cinco años.
La gran sensación de las elecciones es el Partido Centrista, proyecto del ex primer ministro Sigmundur David Gunnlaugsson, forzado a dimitir en abril de 2016 al descubrirse, a través de los papeles de Panamá, que había depositado casi US4 millonesen bonos de bancos islandeses en una sociedad en las Islas Vírgenes.
Su salida, con la popularidad por los suelos, acabaría provocando comicios anticipados, y su futuro político parecía negro al perder el liderazgo del Partido Progresista.
El panorama postelectoral poco claro que dejan los comicios en Islandia, donde no hay tradición de gobiernos en minoría, permite suponer que las negociaciones para formar un Ejecutivo pueden ser tan duras como las últimas, que se demoraron diez semanas e incluyeron varias constelaciones distintas de partidos.