Algunos comentaristas dijeron que la zona, patrimonio de la humanidad, debería ser privatizada, debido a que el Gobierno había demostrado su incapacidad de protegerlo.
Roma. Arqueólogos y políticos de la oposición acusaron este domingo al gobierno italiano de negligencia y mala administración por el derrumbe del edificio "Domo de los Gladiadores", de 2.000 años de antigüedad, situado en las ruinas de la antigua Pompeya.
Algunos comentaristas dijeron que la zona, patrimonio de la humanidad, debería ser privatizada, debido a que el gobierno había demostrado su incapacidad de protegerlo.
"Pompeya: el derrumbe de la vergüenza", tituló el periódico La Stampa, haciendo eco de la opinión nacional sobre este desastre cultural.
El edificio de piedra, situado en una de las calles principales del histórico emplazamiento, se derrumbó el sábado justo después del amanecer, cuando Pompeya estaba cerrada a los visitantes.
Se cree que los gladiadores se reunían y entraban en el interior de la estructura de unos 80 metros cuadrados, que se utilizaba como una casa en la que se preparaban los combates que tenían lugar después en un anfiteatro cercano, en la ciudad que fue destruida en el año 79 antes de Cristo por la erupción del volcán Vesubio.
Conocido oficialmente por su nombre en latín, "Schola Armaturarum Juventus Pompeiani", el edificio no estaba abierto al público, aunque los turistas podían observarlo desde el exterior, en las calles principales de la antigua ciudad.
Sus paredes estaban decoradas con pinturas de temática militar.
Alrededor de 2,5 millones de visitantes llegan a Pompeya cada año, convirtiéndola en una de las atracciones turísticas más populares de Italia, y muchos de ellos han expresado su conmoción por el derrumbe del edificio.
Historiadores de arte y residentes llevan años lamentándose de que el yacimiento arqueológico de Pompeya, al sur de Nápoles, se encuentre en estado de decadencia, y afirmando que éste necesita una labor regular de mantenimiento.
También se quejan de los falsos guías turísticos, los aparcacoches ilegales y los perros callejeros, además de los saqueos, la acumulación de basura y la falta de investigación.
Roberto Cecchi, subsecretario del Ministerio de Cultura, dijo que el continuo mantenimiento llevado a cabo en Pompeya durante medio siglo no había sido efectivo.
En desacuerdo con su propio ministerio, Cecchi dijo que las medidas provisionales y adicionales, como la designación de un comisionado, no eran suficientes para sustituir la necesaria vigilancia constante del tesoro mundial.
Más derrumbes. El periódico La Repubblica calificó el derrumbe de un "escándalo mundial" y culpó al gobierno centro-derechista de Silvio Berlusconi de haber designado a gente no calificada para ocuparse de su mantenimiento y por recortar el presupuesto destinado al gran patrimonio cultural de Italia.
"Inevitablemente, habrá otros derrumbes, otras ruinas, otros desastres", dijo el diario en un editorial.
"Este es el último signo de que este gobierno no está interesado en la cultura", dijo el ex alcalde de Roma Walter Veltroni, antiguo líder de la oposición en el Partido Democrático.
Las autoridades dijeron que las fuertes lluvias habían sido la causa más probable del derrumbe, pero la mayoría de los comentaristas afirmó que la raíz del problema se encontraba en una prolongada negligencia, porque Pompeya debería haber estado mejor protegida del mal tiempo.
Il Sole 24 Ore, el principal periódico de negocios italiano, dijo que la única solución al problema en Pompeya era un patrocinador privado, como una compañía de seguros, de bebidas o de automóviles, que podrían poner a cambio sus logotipos a la entrada de la ciudad.
"Precisamente porque (Pompeya) pertenece a toda la humanidad, deberían quitar su administración a un estado que se ha demostrado incapaz de protegerla", dijo Il Sole.
Hace dos años, el gobierno italiano declaró un estado de emergencia en Pompeya, pero sólo duró un año.
Otro periódico, Il Fatto Quotidiano, tituló "Los últimos días de Pompeya" su noticia sobre el derrumbe, copiando el título del clásico de 1834 sobre la muerte de la antigua ciudad, escrito por Edward Bulwer-Lytton.
Se han desenterrado dos tercios de las 66 hectáreas de la ciudad, que fue hogar de alrededor de 13.000 personas durante la época romana, desde que se comenzó a excavar en la zona hace 260 años.
El tercio restante aún está enterrado, y se han construido muchos edificios modernos sobre él, haciendo imposible una futura excavación.