Dos días después de la catástrofe, rescatistas, bomberos y efectivos de la Fuerza Pública seguían desafiando el peligro para rescatar con vida a personas atrapadas entre los escombros con la ayuda de perros entrenados por la policía para estos eventos.
Quito. Equipos de rescatistas de Ecuador intensificaban este lunes el rescate de personas y de víctimas mortales del potente terremoto de 7,8 grados de magnitud que azotó el pasado sábado al país y elevó a 350 la cifra de muertos y 2.068 heridos.
Dos días después de la catástrofe, rescatistas, bomberos y efectivos de la Fuerza Pública seguían desafiando el peligro para rescatar con vida a personas atrapadas entre los escombros con la ayuda de perros entrenados por la policía para estos eventos.
El epicentro del terremoto, el más fuerte que enfrenta Ecuador desde 1979, fue entre las provincias de Manabí y Esmeraldas, en la costa norte, las más devastadas por la tragedia.
Entre las ruinas, de casas destruidas, edificios y centros comerciales desplomados, se buscan señales de vida para marcar los sitios y proceder al rescate, que el gobierno estableció como prioridad.
Los esfuerzos están centrados, principalmente, en Pedernales, la más destruida, Manta, Portoviejo, así como en la parroquia Tarqui, todas las partes en Manabí, donde se esperaba el arribo de rescatistas internacionales para acelerar las tareas de búsqueda.
El ministro coordinador de seguridad, César Navas, dijo a la televisora "Ecuavisa" que en Manta ya se han rescatado con vida a personas, aunque no precisó una cifra.
"Estamos en eso, en labores diarias extenuantes por parte de los rescatistas, no perdemos la fe y la esperanza de encontrar más gente con vida", afirmó al tiempo que anunció que a las labores ya se sumaron algunas delegaciones de rescatistas de Venezuela y Colombia.
En las próximas horas, se sumarán rescatistas de Perú, Chile, México, entre otros.
La misión es "continuar con el rescate y la estabilización de lo que llamamos la zona cero en cada uno de los cantones y parroquias que han sido más afectadas", apuntó.
El rescatista, Ángel Moreira, del Cuerpo de Bomberos de Manta, informó que se rescató a cuatro personas, tres de ellas con vida y un fallecido.
"Estamos haciendo los esfuerzos para sacar a una mujer, de 31 años, que está consciente y está estabilizada por nuestro equipo médico", agregó al indicar que la afectada tiene atrapadas sus piernas entre los escombros de un centro comercial que se desplomó.
El presidente Rafael Correa, quien se encuentra en Portoviejo, capital provincial de Manabí, informó que se habilitaron albergues al aire libre atendiendo al requerimiento de los damnificados, de la que no existe todavía una cifra.
"Es entendible, estamos a poco más de 24 horas de la catástrofe, ellos quieren dormir al aire libre", dijo Correa, tras anotar que básicamente se están instalando campamentos.
Cientos de ciudadanos seguían durmiendo en plazas y calles por temor a nuevas réplicas en Manabí, al igual que en otras zonas costeras afectadas.
Correa dijo que en Manabí aún persiste la falta de agua y de energía eléctrica, aunque ésta se ha ido reestableciendo en algunos sectores.
"El problema es que hay tantos cables que están caídos, lo cual, puede ser muy peligroso y no podemos dar energía a toda la ciudad, las plantas de agua potable se quedaron sin energía, y en consecuencia, no hay agua y ese es un problema bastante grave", apuntó.
El movimiento telúrico dejó huellas imborrables en los afectados que todavía aturdidos por la catástrofe intentan recuperarse de este amargo momento, en el que muchos perdieron a sus familiares.
En las zonas afectadas, familias enteras todavía duermen en las calles sin saber hasta cuándo, mientras diversas entidades recolectan ayuda y alimentos no perecibles para asistirlos.
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La Fiscalía General del Estado informó que se envió a 46 fiscales, 26 médicos legistas y 25 secretarios para llevar a cabo el proceso de identificación de cadáveres.
Por tratarse de muertes por desastre natural, no se realizará la autopsia, indicó el fiscal Galo Chiriboga.
En este caso, se estableció un protocolo que contempla la identificación de la víctima por parte de un familiar para la entrega del cuerpo.
En el caso de los cadáveres no identificados, éstos serán sepultados en camposantos establecidos por la dependencia.
"Las condiciones climáticas de la costa, en invierno, un cadáver se puede descomponer muy rápido y eso generaría problemas sanitarios", justificó el fiscal.