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EE.UU. culmina retiro de Irak tras nueve años de conflicto
Domingo, Diciembre 18, 2011 - 16:13

El último convoy con soldados estadounidenses partió este domingo de Irak. El conflicto le costó la vida a cerca de 4.500 militares del país norteamericano y a decenas de miles de iraquíes.

Bagdad. El último convoy con soldados estadounidenses partió este domingo de Irak, poniendo fin a casi nueve años de guerra que costaron la vida a cerca de 4.500 militares del país norteamericano y a decenas de miles de iraquíes.

La guerra iniciada en marzo del 2003, cuando los misiles cayeron sobre Bagdad para derrocar al entonces presidente Saddam Hussein, se cierra con una frágil democracia que aún lucha contra los insurgentes, afronta tensiones sectarias y el reto de definir su lugar en una región árabe en plena convulsión.

La columna final de unos 100 vehículos blindados resistentes a las minas MRAP que llevaba unos 500 soldados rodó por el desierto del sur de Irak desde su última base en plena noche y hasta el amanecer a lo largo de una autopista vacía hacia la frontera kuwaití.

Haciendo sonar las bocinas, los últimos 25 camiones y tráileres que llevaban tanques Bradley cruzaron la frontera en la madrugada de este domingo y sus tripulantes saludaron a otros soldados en el camino.

"No puedo esperar para llamar a mi mujer y a mis hijos para que sepan que estoy a salvo", manifestó el sargento de primera clase Rodolfo Ruiz cuando la frontera estaba a la vista. Poco después, le dijo a sus hombres que la misión había terminado: "Hey chicos, lo lograron".

Para el presidente estadounidense, Barack Obama, la retirada supone cumplir su promesa electoral de devolver a los soldados a casa tras un conflicto heredado de su predecesor, la guerra más impopular desde la de Vietnam y que ha manchado la reputación de Estados Unidos en todo el país.

Sin embargo, para los iraquíes supone una sensación de soberanía atemperada por los temores persistentes a que su país pueda volver a hundirse en el tipo de violencia sectaria que casi provocó una guerra civil entre 2006 y 2007.

Una frágil seguridad. El gobierno dirigido por el primer ministro Nuri al-Maliki sigue lidiando con un delicado acuerdo para compartir el poder entre partidos chiitas, kurdos y suníes que deja al país vulnerable a la interferencia de naciones suníes como Arabia Saudita y chiitas como Irán.

La intensidad de la violencia y de los atentados suicidas ha remitido, pero la tozuda insurgencia islamista suní y las milicias chiitas rivales siguen siendo un peligro y cometen ataques casi a diario, a menudo contra objetivos del gobierno y de las fuerzas de seguridad.

Irak sostiene que sus efectivos pueden contener la violencia, pero carecen de capacidad en áreas como defensa aérea y recopilación de información.

Un acuerdo para que varios miles de militares estadounidenses se quedaran como capacitadores fracasó debido al delicado tema de su inmunidad legal.

Para muchos iraquíes, la seguridad sigue siendo su principal temor, al igual que la falta de empleo y de energía eléctrica en un país en el que sólo hay unas pocas horas de luz diarias a pesar de su enorme potencial petrolero.

Varias empresas estadounidenses y de otros países ya están ayudando a Irak a desarrollar sus reservas, las cuartas mayores del mundo, pero su economía necesita inversión en todos los sectores, desde los hospitales a la infraestructura.

"No pensamos en Estados Unidos... Pensamos en la luz, en trabajos, nuestro petróleo, nuestros problemas diarios", declaró en Bagdad el funcionario Abas Jaber, agregando que "han dejado un caos".

Las tropas estadounidenses, que habían terminado las misiones de combate en 2010, pagaron US$ 100.000 al mes a los jeques tribales para asegurar las autopistas que llevaban al sur y reducir el riesgo de ataques y bombas contra los últimos convoyes.

En Irak llegó a haber más de 170.000 soldados en más de 500 bases.

Este sábado quedaban menos de 3.000 y sólo una base, Adder, a unos 300 kilómetros al sur de Bagdad.

Ahora sólo permanecerán 150 en una misión de formación y cooperación en la enorme embajada estadounidense en Bagdad, a orillas del río Tigris.

Autores

Reuters