Los líderes de la protesta dicen que los egipcios se manifestarán de nuevo si sus demandas de un cambio radical no se cumplen. Tienen prevista una enorme "marcha de la victoria" para este viernes a fin de celebrar la revolución y quizá recordar a los militares el poder popular.
El Cairo. Los egipcios volvieron este lunes a la plaza Tahrir, en El Cairo, paralizando el tránsito unas horas después de que la policía militar y soldados dispersaron a los últimos activistas pro-democracia del área, dijeron testigos.
El ejército parecía tener el control de la plaza, el epicentro de las protestas que derrocaron al presidente Hosni Mubarak. Pero luego, cientos de policías marcharon hacia el lugar, sin ser molestados por los soldados, diciendo que querían mostrar su solidaridad con la revolución.
Los manifestantes policías y los transeúntes a su alrededor interrumpieron el tránsito, que había comenzado a retornar a la normalidad durante el fin de semana.
Los policías se sumaron a una creciente oleada de protestas y huelgas en la que los egipcios parecen estar aprovechando una nueva libertad para ventilar su enojo con el sistema político de su país.
"Somos el pueblo. Pedimos al pueblo de Egipto que no nos excluya. No somos enemigos", dijo el teniente Mohammed Mestekawy a Reuters, mientras se desataban enfrentamientos entre los oficiales y personas que los acusaron de querer "robar o cooptar la revolución popular".
"No les creo. ¿Dónde estaban cuando mi hermano fue asesinado por matones?", gritó Samah Hassan, que se peleó con un oficial mientras los policías marchaban hacia el Ministerio del Interior.
Los líderes de la protesta dicen que los egipcios se manifestarán de nuevo si sus demandas de un cambio radical no se cumplen. Tienen prevista una enorme "marcha de la victoria" para el viernes a fin de celebrar la revolución y quizá recordar a los militares el poder popular.
Los generales de Egipto, que tuvieron un importante rol en la revuelta contra Mubarak al no hacer un esfuerzo por reprimirla, están imponiendo su mando en el país tras el derrocamiento del presidente, mientras intentan reactivar la economía y devolver al país la vida normal.
Los egipcios generalmente respetan al ejército, de 470.000 miembros, que recibe alrededor de US$1.300 millones anuales de Estados Unidos y quedó al resguardo de las críticas y de todo tipo de control en la era Mubarak. Pero algunos en la oposición siguen desconfiando de sus intenciones.
Los 18 días de revuelta contra el régimen de 30 años de Mubarak ha desencadenado una serie de protestas de trabajadores e incluso de la policía.
En una señal de nerviosismo, la bolsa de valores egipcia, que está cerrada desde el 27 de enero por los disturbios, informó que mantendrá el cierre hasta que regrese la estabilidad a la economía, según un funcionario.
Los dirigentes militares interinos decretaron un puente festivo este lunes tras la interrupción del sector bancario, aprovechando que el martes es la fiesta nacional que conmemora el nacimiento del profeta Mahoma.
Estado de emergencia. Tras suspender la Constitución y disolver el Parlamento este domingo - medidas acogidas por los que veían ambas entidades como instrumentos en manos de los Mubarak -, el consejo estaba planeando emitir órdenes destinadas a sofocar más desórdenes y devolver al país a la vida normal, dijo una fuente militar.
Los militares dijeron que se celebrarán elecciones libres y justas bajo una Constitución revisada, pero no han dado fechas más allá de asegurar que estarán al mando "por un periodo temporal de seis meses o hasta el final de elecciones a las cámaras baja y alta, y de las elecciones presidenciales".
Analistas políticos comenzaron a preguntarse cuánto tiempo llevará el proceso de reformar la Constitución, celebrar un referendo sobre el tema y convocar a elecciones.
"El régimen egipcio sigue allí, controlado por los viejos generales", dijo el consultor de riesgo político, Stratfor, agregando que "ellos han prometido democracia, pero no es claro que su intención sea auténtica. Si lo es, no se sabe cómo la implementarán, al menos en los próximos meses".
Dado que la "Revolución del Nilo" repercutió en todo Oriente Medio, Argelia anunció este lunes que en los próximos días levantaría un estado de emergencia que rige desde hace 19 años, aliviando el temor de que las recientes protestas se agraven como en Túnez y Egipto.
El ejército egipcio dijo que también acabaría con esa medida, implementada luego del asesinato del antecesor de Mubarak, Anwar Sadat, aunque no especificó un cronograma.
El gabinete nombrado por Mubarak el mes pasado seguirá gobernando, pero se reportará a los jefes militares.
Cientos de empleados protestaron el lunes en el exterior de una sucursal del Banco de Alejandría en el centro de El Cairo, y pidieron la dimisión de sus jefes gritando "Váyanse", en una imitación del eslogan anti-Mubarak.
Al menos 500 personas se manifestaron fuera de la sede de la televisión estatal y demandaron mejoras salariales.
Protestas y paros se han producido en instituciones públicas en todo Egipto, incluida la bolsa de valores, empresas metalúrgicas y textiles, organizaciones de medios de comunicación, el servicio postal, ferrocarriles, y en los ministerios de Cultura y de Salud.
Los trabajadores aludieron a una serie de reivindicaciones. Lo que los une es una nueva sensación de ser capaces de hablar claro en la era post-Mubarak.
Sin embargo, las fuerzas armadas están dispuestas a devolver a Egipto a la vida normal y restablecer una economía seriamente dañada con la revuelta, empezando por el regreso de los turistas y la inversión extranjera.
La fuente militar dijo que las autoridades esperaban emitir pronto una orden por la que se prohibirían las reuniones de los sindicatos o asociaciones profesionales, y por supuesto las huelgas, y pediría a todos los egipcios que regresen al trabajo.
También habrá una advertencia contra los que creen "caos y el desorden", dijo la fuente, añadiendo que de todas formas las fuerzas armadas reconocerían el derecho a protestar.