Algunos residentes escapaban, otros solicitaban pasaportes y muchos juntaban todo lo que podían: desde comida hasta dinero y oro, refugios seguros en tiempos de crisis.
Tokio. Fallas técnicas en los cajeros automáticos y amenazas de cortes de energía alteraron este jueves a una nerviosa Tokio, donde millones de personas almacenaban productos básicos, se encerraban en sus casas o colmaban aeropuertos durante la crisis nuclear en Japón.
Una serie de transacciones en algunas sucursales del banco Mizuho saturaron abruptamente miles de cajeros automáticos y el gobierno advirtió sobre masivos apagones, agravando el caos en una ciudad que se destaca por la precisión y la eficiencia.
Mientras las autoridades luchaban por evitar una catástrofe en un complejo de energía nuclear afectado por el sismo ubicado a 240 kilómetros al norte, los habitantes de la capital enfrentaban una prueba para sus nervios.
Algunos residentes escapaban, otros solicitaban pasaportes y muchos juntaban todo lo que podían: desde comida hasta dinero y oro, refugios seguros en tiempos de crisis. Las primas para barras de oro subieron hasta 2 libras por onza en Tokio.
En la oficina del segundo piso del Centro de Pasaportes de Tokio, en el distrito Yurakucho de Tokio, las filas para obtener el documento bajaban hasta el primer piso, según un testigo de Reuters.
En el centro, los restaurantes de sushi que suelen estar colmados de oficinistas estaban vacíos, muchas escuelas permanecían cerradas y las compañías permitían a sus empleados trabajar desde sus casas reduciendo voluntariamente el uso de energía.
El ministro de Comercio, Banri Kaieda, anunció que podría haber cortes de energía amplios e inesperados durante la noche.
El banco Mizuho dijo que los problemas se debieron a una concentración de transacciones en algunas sucursales no identificadas.
Los cajeros dejaron de funcionar durante dos horas por la mañana y volvieron a fallar por la noche. Los clientes tampoco podían hacer retiros de moneda extranjera u otras operaciones.
Fuera de una sucursal de Mizuho en el distrito de Akasaka, seis empleados pedían disculpas a los clientes en medio del duro frío del invierno.
"Esto me hizo aprender que tengo que tener al menos una cantidad de dinero conmigo", dijo Hiromi Sugita, una agente de seguros de 42 años, mientras se iba del banco.
Las acciones de Mizuho cerraron con una baja de 1,46% contra una caída de 1,8% en el referencial Nikkei.
Las personas buscaban provisiones de alimentos, leche y otros elementos, vaciando los estantes de los supermercados y almacenes. Algunos vecinos llenaron maletas. Y miles se acercaron a los aeropuertos sin boletos, esperando encontrar alguna forma de salir de Tokio.
"La vida y la salud son la prioridad por encima del costo de hacer esto, por eso me escapo de Japón aunque no quiero hacerlo", dijo La Ha-Na, un estudiante surcoreano que vive en Tokio.