El oficial de la capitanía que ordenó al capitán del crucero italiano naufragado que volviera a bordo se convirtió el miércoles sin querer en un héroe instantáneo, al que se atribuye haber salvado el honor nacional en una de sus noches más oscuras.
Roma. El oficial de la capitanía que ordenó al capitán del crucero italiano naufragado que volviera a bordo se convirtió el miércoles sin querer en un héroe instantáneo, al que se atribuye haber salvado el honor nacional en una de sus noches más oscuras.
Esta historia de dos capitanes ha cautivado a Italia.
Uno es el oficial de la capitanía Gregorio de Falco, que ordenó furiosamente que el máximo oficial del Costa Concordia volviera al barco y supervisara las operaciones de rescate.
El otro es el capitán Francesco Schettino, al que los periódicos han mostrado como un cobarde por huir ante la adversidad, y que ahora está bajo arresto domiciliario acusado de homicidio múltiple, causar un naufragio y abandonar el barco.
"Escuche, Schettino, puede que se haya salvado usted del mar, pero le dejaré muy mal. Le haré pagar por esto. Suba a bordo, 'cazzo'!" gritó de Falco a Schettino durante una conversación por radio de 4 minutos que se hizo pública el martes.
La palabra malsonante 'cazzo' utilizada por de Falco, una forma vulgar de referirse al órgano sexual masculino, se utiliza habitualmente para dar énfasis a una frase, de forma similar a "suba a bordo, maldita sea".
El miércoles por la mañana, ya había camisetas con la frase en italiano "Vada a bordo, cazzo!".
"Gracias, capitán" era el más moderado titular elegido el miércoles por el mayor diario del país, el Corriere della Sera, reflejando la gratitud de los italianos, que ven el comportamiento de Schettino como una vergüenza nacional.
"Dos hombres... dos historias, una que nos humilla, la otra que redime. Gracias, capitán de Falco, nuestro país necesita mucho a gente como usted", indicó el periódico.
Otro momento memorable de la conversación entre los dos capitanes, que han escuchado millones de italianos desde que se hizo público, llega cuando de Falco dice a Schettino:
¡Vuelva a bordo! ¡Eso es una orden! No hay nada más que tenga que considerar. Usted ha abandonado el barco. Ahora yo doy las órdenes. Vuelva a bordo. ¿Está eso claro?".
El nuevo "ídolo" italiano es uno poco habitual.
De Falco tiene 48 años. Se está quedando calvo y, de uniforme, parece más bien el metre de un restaurante exclusivo en la costa de Amalfi que un atractivo aventurero.
"No soy ningún héroe", dijo el miércoles a la prensa cuando entraba en la oficina de la magistratura en la ciudad toscana de Grosseto para declarar sobre el incidente.
A juzgar por los comentarios en Twitter, Facebook y otros medios sociales, los italianos, que viven en un país que muchos creen manchados por la corrupción y los problemas económicos, no están de acuerdo.
"Son hombres como de Falco los que deberían estar gobernando. En su lugar, estamos llenos de hombres como Schettino", dijo en un tuit Sofia Rosada.
Algunos han aludido incluso a las figuras de Jesucristo y Judas Iscariote, un salvador y un traidor.
A juzgar por las noticias sobre que De Falco es por lo general de palabras suaves, sin pretensiones e incluso tímido -cuando no se enfrenta a un naufragio- es probable que quiera rechazar esa ascensión inmediata a la santidad.
Pero puede que le conmueva un tuit de un chico italiano llamado Salvatore Garzillo: "La próxima vez que alguien me pregunte qué quiero ser de mayor voy a responder: 'un hombre como de Falco'".