Más de 700 ingenieros han estado trabajando en turnos las 24 horas del día para estabilizar el complejo Fukushima, de seis reactores, desde el desastre múltiple del 11 de marzo.
Tokio. Las heridas por radiación sufridas por trabajadores complicaron este viernes la batalla por controlar una dañada planta nuclear de Japón, dos semanas después de un terremoto y un tsunami que dejaron más de 27.000 muertos o desaparecidos.
Más de 700 ingenieros han estado trabajando en turnos las 24 horas del día para estabilizar el complejo Fukushima de seis reactores desde el desastre múltiple del 11 de marzo.
Pero ellos debieron abandonar algunas partes del complejo, ubicado 240 kilómetros al norte de Tokio, cuando tres obreros que reemplazaban un cable cerca del reactor número 3 fueron expuestos a alta contaminación al estar parados sobre agua radiactiva el jueves, dijeron funcionarios.
Dos fueron llevados a un hospital con posibles quemaduras por radiación después de que cayó agua sobre sus botas.
"Nosotros deberíamos intentar evitar las demoras lo más posible, pero también necesitamos garantizar que la gente que trabaja allí está segura", dijo el funcionario de la agencia nuclear japonesa Hidehiko Nishiyama.
Los temores de seguridad en la planta y más allá -se han hallado partículas de radiación tan lejos como en Islandia- agravan la peor crisis de Japón desde la Segunda Guerra Mundial.
Además de causar el accidente nuclear más grave desde Chernóbil en 1986, el sismo de magnitud 9 y el posterior tsunami dejaron 9.811 muertos y 17.541 desaparecidos, de acuerdo a las últimas cifras policiales.
La agencia de noticias Kyodo dijo que la cifra de muertos había superado las 10.000 personas.
A pesar de los reportes de creciente radiación, los temores de una fusión del núcleo en la planta Fukushima están disminuyendo.
Dos reactores asegurados. Dos de los reactores son considerados ahora como seguros en lo que es llamado apagado en frío. Cuatro permanecen inestables, emitiendo vapor y humo de forma periódica, pero las obras están avanzando para reiniciar las bombas de agua necesarias para enfriar las barras de combustible dentro de los reactores.
"Hay una mayor esperanza", dijo Tony Roulstone, un experto en energía nuclear de la Universidad de Cambridge.
Tokyo Electric Power Co (Tepco) dijo que los tres obreros heridos tenían medidores de radiación, pero ignoraron una alarma cuando sonó. Los ingenieros serían informados nuevamente sobre las medidas de seguridad.
Acentuada por la ignorancia generalizada del público sobre los detalles técnicos de la radiación, la alarma se ha ido extendiendo.
Los cargamentos de leche y verduras procedentes de zonas cercanas a la planta han sido detenidos, y a los 13 millones de residentes de Tokio se les dijo esta semana que no den agua del grifo a bebés menores de un año luego de que la contaminación duplicó los niveles seguros.
Pero los niveles volvieron a caer bajo los parámetros aceptables el jueves y el gobernador de la ciudad bebió agua alegremente en frente de las cámaras en una planta purificadora.
A pesar de las garantías y llamados del Gobierno a no entrar en pánico, muchos supermercados y tiendas se quedaron sin agua embotellada.
"Los clientes nos piden agua. Pero no hay nada que podamos hacer", dijo Masayoshi Kasahara, trabajador de un supermercado de Tokio.
Contaminación se extiende. En el más reciente hallazgo de contaminación, China dijo el viernes que dos viajeros japoneses que llegaron en avión a la parte oriental de su territorio tenían niveles de radiación que "excedían seriamente los limites" cuando entraron al país el miércoles.
"Las pruebas mostraron que los dos viajeros excedieron seriamente el límite", informó la Administración Estatal de Supervisión de la Calidad y de Inspección y Cuarentena, refiriéndose a los niveles de radiación.
El comunicado de la agencia dijo que los dos viajeros recibieron tratamiento médico y no presentaron riesgo de radiación a otros.
Por su parte, la agencia Kyodo dijo que cesio radiactivo 1,8 veces más alto que el nivel estándar fue hallado en un vegetal que crecía en un complejo de investigación en Tokio.
Cerca de la planta nuclear existe una zona de evacuación de 20 kilómetros de la que debieron salir más de 70.000 personas.
El gobierno instó este viernes a las personas en el rango de 20-30 kilómetros -a las que hasta ahora sólo se les había dicho que no salieran al exterior- que también abandonen el área, no sólo por los riesgos de salud sino también por las interrupciones a sus vidas diarias.
Sin embargo, también anunció separadamente que la radiación diaria en un punto 30 kilómetros al noroeste de Fukushima excedía el límite anual a las dosis de medios naturales.
Expertos dicen que la radiación que se filtra desde la planta aún está por debajo de los niveles de exposición de los rayos X empleados en revisiones en aeropuertos o en exámenes dentales y médicos.
Pese a ésto, Singapur, Australia, Estados Unidos y Hong Kong han restringido las importaciones de leche y alimentos desde la zona. Muchos otros países han endurecido sus revisiones, y las compañías de carga alemanas están evitando a Japón.
"Las cosas están mejorando". En el norte de Japón, más de un cuarto de millón de personas están en refugios. Socorristas exhaustos aún revisan pueblos y aldeas devastados, recuperando cadáveres y retirando fotos para consuelo de los sobrevivientes.
Las autoridades sepultan los cadáveres no identificados en fosas comunes, pese a la usual práctica budista en el país de la cremación.
Sin embargo, en medio del sufrimiento existe la sensación de que Japón está superando la crisis humanitaria. La ayuda está llegando a los refugiados y los servicios de teléfono, electricidad, correo y bancos comenzaron a regresar a la normalidad, aunque en oportunidades de manera improvisada.
"Las cosas están mejorando bastante", dijo Tsutomu Hirayama, de 57 años, con su familia en un centro de evacuación en Ofunato.
"Durante los primeros dos o tres días, sólo teníamos un tazón de arroz y agua en cada comida. Yo pensé ¿Cuánto tiempo va a durar esto? Ahora estamos recibiendo mucha comida, es casi un lujo", agregó
Los estimados US$300.000 millones en daños por el terremoto de magnitud 9 y posterior tsunami convierten a éste en el desastre natural más costoso del mundo, eclipsando el terremoto de 1995 que golpeó a la ciudad nipona de Kobe y al huracán Katrina, que arrasó a Nueva Orleans en el 2005.