Los incidentes se produjeron después de días de tempestuosas amenazas hacia Corea del Norte que desconcertaron a algunos estadounidenses y pusieron nerviosos a aliados.
EE.UU. Para el presidente Donald Trump, esta fue la semana en la que el mundo real empezó a entrometerse en su presidencia.
Los violentos enfrentamientos en Charlottesville, Virginia, entre nacionalistas blancos y contramanifestantes colocaron a Trump ante quizás la primera verdadera crisis interna de su joven administración. Y para algunos, incluso dentro de su propio Partido Republicano, se quedó corto.
Los incidentes se produjeron después de días de tempestuosas amenazas hacia Corea del Norte que desconcertaron a algunos estadounidenses y pusieron nerviosos a aliados. Ambos son la clase de desafíos que definen a los presidentes, y que Trump ha evitado en gran medida durante los primeros meses de su mandato.
Mientras las imágenes de las crecientes tensiones y el mortal atropello en Charlottesville llenaban pantallas de televisión en todo el país, el presidente fue criticado primero por esperar demasiado tiempo para hablar sobre la violencia y luego, al hacerlo, por no condenar explícitamente a los manifestantes supremacistas blancos que desataron los tumultos.
Marco Rubio, un senador republicano rival de Trump para la nominación presidencial, rápidamente sugirió que la respuesta inicial de Trump fue inadecuada.
En Twitter, Rubio escribió que era "Muy importante para la nación escuchar [Trump] describir los acontecimientos en Charlottesville por lo que son: un ataque terrorista por parte de #supremacistasblancos".
Aunque Trump ha tenido que lidiar con las presiones de la investigación federal sobre la intromisión de Rusia en las elecciones del año pasado, el caos en su Casa Blanca y conflictos con el Congreso por su estancada agenda, ha habido pocas crisis externas que hayan puesto a prueba su temple presidencial.
Por el contrario, su predecesor, Barack Obama, heredó una grave recesión económica durante su primer año en el cargo, y se enfrentó, entre otras pruebas, a un catastrófico derrame de petróleo en el Golfo de México, a disturbios en Oriente Próximo y a atentados en Boston , Orlando, y en otras partes, y disturbios civiles en Ferguson, Missouri y Baltimore, Maryland.
Trump ha pasado esta semana en su elegante club de golf en Nueva Jersey, tratando de mostrar a la opinión pública estadounidense que está realmente trabajando y no de vacaciones. Celebró un evento tras otro, mientras respondía a las preguntas de los medios con una accesibilidad que no ha mostrado durante meses.
Sin embargo, cuando las noticias de la situación en Charlottesville empezaron a filtrarse el viernes, Trump guardó silencio. Habló por primera vez del asunto - a través de un tuit - el sábado por la tarde, después de que se hubiese dispersado una manifestación de supremacistas blancos, se hubieran producido peleas y declarado el estado de emergencia.
Para cuando Trump apareció ante los periodistas en un acto preparado en su club, las imágenes de un coche acelerando y arrollando a una multitud de manifestantes habían inundado las redes sociales y los medios, haciendo surgir el fantasma de terrorismo doméstico. Al menos una mujer murió y varias personas sufrieron heridas críticas.
En un podio, Trump leyó un comunicado contra la violencia, pero sin mencionar ni criticar específicamente el papel de los nacionalistas blancos.
"Condenamos en los términos más enérgicos posibles este flagrante despliegue de odio, intolerancia y violencia en muchos bandos - en muchos bandos", dijo Trump.
También aprovechó la ocasión para presumir de la caída del paro y de las nuevas inversiones corporativas en Estados Unidos. Después, ignoró las preguntas de la prensa sobre si denunciaría el supremacismo blanco y si el incidente del coche constituía terrorismo.
Además de Rubio, la respuesta de Trump aparentemente tampoco fue suficiente para el senador republicano Cory Gardner. "Señor presidente, debemos llamar al mal por su nombre", tuiteó. "Éstos eran supremacistas blancos y esto fue terrorismo doméstico".
El republicano Orrin Hatch, que ha servido como senador durante 40 años, hizo referencia a su hermano, quien murió en la Segunda Guerra Mundial.
"Debemos llamar al mal por su nombre. Mi hermano no dio su vida luchando contra Hitler para que las ideas nazis fueran pasadas por alto aquí en casa", dijo en Twitter.
El senador demócrata Brian Schatz dijo que Trump no había demostrado liderazgo moral. "NO hay muchos bandos en esto", escribió.
Trump tuiteó varias veces más después del encuentro con la prensa, ofreciendo apoyo a la ciudad de Charlottesville y a la policía, pero sin criticar la violencia en términos más explícitos.
Tanto como candidato como presidente, Trump se ha enfrentado a acusaciones de cortejar el apoyo de los supremacistas y nacionalistas blancos, la llamada "alt-right", como una parte clave de su apasionada base de votantes.
El año pasado, fue obligado a denunciar públicamente al Ku Klux Klan y a uno de sus líderes, David Duke. Después de que Trump fuera elegido, nombró a Steve Bannon, una figura de confianza en círculos nacionalistas y expresidente del medio de extrema derecha Breitbart News, como consejero en la Casa Blanca.