En 1986, Gorbachev tardó 18 días en comentar públicamente el desastre y el utilizó una aparición en televisión para acusar a Occidente de contar una "montaña de mentiras" sobre "nuestra desgracia".
Londres. Mientras Japón considera sepultar sus reactores nucleares en concreto, tal como ocurrió en Chernóbil, otros aspectos del desastre en Fukushima también han generado comparaciones con el drama que afectó a la ex Unión Soviética hace 25 años.
Entre esas comparaciones está el modo en el que el público se ha quejado por estar desinformado de una situación que inicialmente funcionarios dijeron era bastante menor y que ha llegado a tener proporciones catastróficas.
En 1986, el primer indicio de que el mundo sufría su peor desastre nuclear se produjo cuando la ropa de un trabajador de una planta de energía sueca provocó una alerta de radiación.
Por dos días, el material radioactivo del reactor que se quemaba había estado propagándose al oeste de la Unión Soviética y Europa, afectando a millones de personas. Pero las autoridades moscovitas habían intentado mantener la catástrofe en secreto.
La nueva política del presidente soviético Mikhail Gorbachev de "glasnost" -apertura- llegaba sólo hasta cierto punto. Las malas noticias se ocultaban al mundo exterior. Las verdaderas malas noticias eran un secreto de Estado.
Incluso después de que los países escandinavos reportaran niveles de radiación inusualmente altos, pasaron varias horas antes de que la agencia de noticias soviética TASS admitiera que había ocurrido un accidente en Chernóbil, al norte de Kiev en la Ucrania soviética, el 26 de abril.
Los detalles fueron reducidos al mínimo a un informe de cinco oraciones que decía que se estaban tomando las medidas para "eliminar las consecuencias del accidente".
"Incidentes como este demuestran cuán importante es mantener a los vecinos informados de cualquier percance", dijo la entonces ministra de Energía sueca, Birgitta Dahl, a Reuters en ese momento. "Obviamente nos deberían haber dicho", añadió.
Dahl había sido informada cuando 600 trabajadores fueron evacuados de la planta nuclear Forsmark, a un centenar de kilómetros al norte de Estocolomo, luego de que un empleado encendiera las alarmas cuando pasaba por un control de radiación al llegar al trabajo.
Forsmark rápidamente descartó ser la fuente de la radiación y Finlandia luego reportó niveles de radiación hasta 10 veces mayores de lo normal.
Expertos nucleares dijeron que tales niveles indicaban que había ocurrido una filtración. "Si la radiactividad alcanza unos pocos milirem a 700 millas (1.120 kilómetros) de distancia, no me gustaría para nada estar a 10 millas (16 kilómetros)", dijo Ed Zebroski, científico nuclear en California.
"Debe ser muy grave si los soviéticos están hablando al respecto", dijo el entonces portavoz de la Casa Blanca Edward Djerejian.
Negación. Pero Moscú siguió negando. Un reporte sobre Chernóbil fue sexto en el orden de un noticiario de televisión de la tarde, después de una nota sobre una fábrica de ropa de mujer.
Durante las celebraciones del Día del Trabajo, las autoridades habían revelado que dos personas habían muerto en las explosiones en una planta y otras 18 estaban graves.
No se hizo mención al desastre en las ceremonias de ese día, mientras que la televisión estatal incluyó en su pronóstico del tiempo unas imágenes de unos segundos de gente en Kiev disfrutando del clima primaveral, al parecer para reducir las preocupaciones de los ciudadanos.
En Chernóbil, había un escena muy distinta dados los dramáticos esfuerzos por apagar el incendio en el reactor, que se había desatado por un desastroso ejercicio de seguridad.
Las autoridades impusieron una zona de exclusión de 30 kilómetros en torno a la planta, que se mantiene hasta hoy, y el vecino pueblo de Pripyat, con una población de 50.000 personas fue evacuado a las 36 horas del accidente. A los estudiantes extranjeros que visitaban Ucrania se les dijo que no bebieran agua y leche.
"Estamos entre dos mundos", dijo un estudiante. "Los soviéticos no han dicho nada y hay un flujo de información desde Occidente, parte de ella exagerada. Nosotros estamos en el medio", agregó.
Hasta 400.000 personas fueron evacuadas inmediatamente en los años siguientes desde la zona alrededor de Chernóbil y cerca de 150.000 kilómetros cuadrados en Bielorrusia, Ucrania y Rusia permanecen contaminados.
Bomberos, soldados y trabajadores de emergencia, conocidos como liquidadores, fueron llevados para extinguir el fuego y sus consecuencias. 28 de ellos murieron en el primer mes debido a envenenamiento por radiación.
Se estima que más de 700.000 liquidadores estuvieron involucrados trabajando dentro y fuera de la zona, participando en la descontaminación y en la construcción de un sarcófago que actúa como contenedor sobre el reactor.
El impacto a la salud en el largo plazo debido a la radiación de Chernóbil es difícil de evaluar, pero expertos escribieron en el International Journal of Cancer en el 2006 que estimaban que el desastre podría haber provocado 1.000 casos de cáncer a la tiroides y 4.000 casos de otros tipos de cáncer en Europa, y esos totales podrían elevarse a 16.000 y 25.000 para el 2065.
En 1986, Gorbachev tardó 18 días en comentar públicamente el desastre y el utilizó una aparición en televisión para acusar a Occidente de contar una "montaña de mentiras" sobre "nuestra desgracia".
La manera soviética de hacer las cosas podrá haberse acabado después de la caída del Muro de Berlín, tres años después de Chernóbil.
Los rencores de la Guerra Fría y las actitudes totalitaristas sobre la información al público claramente contribuyeron a la manera en que se comunicó el desastre al pueblo soviético y al mundo.
La Agencia Internacional de Energía Atómica dijo en un reporte sobre Chernóbil en 1992: "Se puede decir que el accidente surgió de una cultura de seguridad deficiente, no sólo en la planta de Chernóbil, sino a través de todo el diseño soviético, de organizaciones de operación y control de la energía nuclear que existía en el momento".
Desde entonces, los críticos del desarrollo de la industria nuclear ha cuestionado -a pesar de los enormes cambios políticos durante las últimas dos décadas- si se aprendieron todas las lecciones de seguridad.
"Después de Chernóbil, toda la fuerza de la industria nuclear estuvo dirigida a ocultar este evento, para no dañar su reputación", dijo uno de los hombres que limpió la planta soviética, Iouli Andreev, a Reuters la semana pasada. "La experiencia de Chernóbil no fue estudiada apropiadamente", agregó.