En toda la nación, las banderas estaban izadas a media asta. Noruega suspendió el impuesto a la importación de rosas debido a que los productores no han podido satisfacer la demanda de las flores, que se han convertido en el símbolo del recuerdo: el emblema del laborismo es una rosa roja.
Oslo. Los noruegos se unieron en el dolor este viernes al realizar los primeros funerales de las víctimas de la masacre de la semana pasada, en la que Anders Behring Breivik mató al menos a 77 personas.
Rodeado de un imán y un obispo de la Iglesia estatal Luterana, el primer ministro Jens Stoltenberg asistió a una ceremonia en la principal mezquita de Oslo en el momento exacto en que Breivik detonó un coche bomba cargado con explosivos en el centro de la capital el 22 de julio.
"Fuimos víctimas de un ataque en el corazón de la democracia", dijo Stoltenberg acerca de la peor tragedia en la historia noruega desde la Segunda Guerra Mundial, cuyo objetivo fue el gobernante Partido Laborista. "El resultado fue una democracia fortalecida. Una mayor unidad", agregó.
Ese viernes, la policía elevó el número de muertos en un campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista en la isla Utoeya de 68 a 69. El tiroteo se produjo después del ataque con bomba en Oslo, donde murieron ocho personas.
"Todos los muertos después de los actos terroristas (...) han sido identificados", dijo la policía, aunque no confirmó que la cifra final de muertos sea 77.
En toda la nación, las banderas estaban izadas a media asta. Noruega suspendió el impuesto a la importación de rosas debido a que los productores no han podido satisfacer la demanda de las flores, que se han convertido en el símbolo del recuerdo: el emblema del laborismo es una rosa roja.
El primer funeral fue el de Bano Rashid, de 18 años, que llegó a Noruega en 1996 con su familia tras huir de Kurdistán, en el norte de Irak. La ceremonia se realizó en Nesodden, al sur de Oslo.
Rashid fue la primera enterrada en una sección consagrada para los musulmanes en el cementerio al lado de la pintoresca iglesia de piedra y madera, construida en 1175. Varios cientos de personas siguieron su cajón hasta la tumba, liderados por un sacerdote luterano y un imán.
"Tenemos a muchos musulmanes viviendo aquí ahora, así que no va a estar mucho tiempo sola", dijo el clérigo islámico, Senaid Kobilica de Bosnia.
"Ver al imán y al cura caminando juntos desde la iglesia fue una imagen poderosa; el mensaje más fuerte que se puede enviar para contrarrestar las fuerzas de las que hemos sido testigos", dijo el ministro de Relaciones Exteriores Jonas Gahr Stoere.
En un segundo funeral, Ismail Haji Ahmed, de 19 años, fue enterrado cerca de Hamar, al norte de Oslo. Ahmed, un bailarín que apareció en un concurso de talentos de televisión este año, era uno de los tres miembros de su familia que estaban en Utoeya, dijo el legislador Thomas Breen.
"Hemos perdido a una de nuestras rosas más bellas", declaró. Los otros dos miembros de su familia sobrevivieron.
La policía interrogó a Breivik, un fanático anti Islam de 32 años, por segunda vez desde su arresto. El autor de los ataques dijo que estaba "sorprendentemente tranquilo". Podría ser condenado a cadena perpetua.
Campamentos de verano. "Hemos recuperado nuestro país (...) vamos a recuperar Utoeya", dijo Eskil Pedersen, jefe del movimiento juvenil laborista, que planea organizar más campamentos de verano en la isla.
La policía cree que Breivik actuó solo, a pesar de que escribió en un manifiesto de 1.500 páginas que era miembro de un grupo llamado Los Caballeros Templarios, que presuntamente dirige una cruzada para poner fin al "marxismo cultural" y salvar a Europa.
"No hubo otras personas arrestadas. Todo apunta a una (persona)", dijo el abogado de la policía Paal-Fredrik Hjort Kraby.
Un sondeo de opinión indicó que el apoyo al Laborismo saltó alrededor de diex puntos porcentuales en los días posteriores a los ataques, cuando el primer ministro fue elogiado por su calma a la hora de gestionar la crisis.
El sondeo, para el diario Sunnmoersposten, fue realizado en dos partes: en los cuatro días anteriores a los atentados y en los cuatro días posteriores. Antes, el apoyo al partido se situó en el 28,1% y, después, subió a 38,7%.
Al mismo tiempo, el apoyo para el Partido del Progreso, una agrupación populista de derecha, del que Breivik fue miembro en el pasado, cayó drásticamente junto con el respaldo al opositor Partido Conservador. La encuesta incluyó a unas 500 personas en cada oportunidad.