Los líderes de las dos naciones enfrentadas durante casi 60 años se encontraron cara a cara en la recepción previa a la ceremonia inaugural del evento y charlaron cómodamente entre un grupo de líderes.
Ciudad de Panamá. Los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y de Cuba, Raúl Castro, se estrecharon las manos sonrientes el viernes en la inauguración de la Cumbre de las Américas en Panamá, un gesto cargado de simbolismo en momentos en que ambos buscan restaurar los lazos entre los enemigos de la Guerra Fría.
Los líderes de las dos naciones enfrentadas durante casi 60 años se encontraron cara a cara en la recepción previa a la ceremonia inaugural del evento y charlaron cómodamente entre un grupo de líderes, mostraron imágenes de televisión y una serie de fotos tomadas por una delegación oficial.
"Se saludaron y se estrecharon las manos", confirmó Bernadette Meehan, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Sin embargo, un funcionario de la Casa Blanca dijo a Reuters que fue "una interacción informal y no hubo una conversación sustancial entre los dos líderes".
Obama y Castro está previsto que se vuelvan a encontrar el sábado, en un encuentro en el que hablarán sobre sus esfuerzos por restablecer las relaciones diplomáticas e impulsar el comercio y los viajes entre los dos países. Antes de la cumbre, hablaron telefónicamente.
El acercamiento entre La Habana y Washington domina la cita continental que se celebra el viernes y el sábado en la capital panameña, casi cuatro meses después de que los viejos rivales ideológicos sorprendieran al mundo anunciando un proceso para reanudar relaciones políticas y comerciales.
Previo a la reunión presidencial, los cancilleres de Estados Unidos y Cuba mantuvieron el jueves la reunión diplomática de más alto nivel desde que Washington impuso sanciones comerciales a Cuba en 1960 y luego rompió relaciones diplomáticas en 1961.
Aparte de un par de breves encuentros informales, Washington y La Habana no han tenido ninguna reunión relevante desde que Fidel Castro derrocó al dictador Fulgencio Batista en la revolución de 1959 y dirigió a la isla a una estrecha alianza con la Unión Soviética.
Retiro de Cuba de la lista. Obama dijo antes el viernes que los tiempos en los que Estados Unidos imponía sus políticas en América Latina quedaron atrás, pero aseguró que su país seguirá defendiendo las libertades tanto en esta región como en el resto del mundo.
"En el proceso de normalización de los vínculos con Cuba vamos a tener diferencias como con otros países de las Américas", aseguró el mandatario, quien pidió que los propios cubanos decidan cuál es el mejor camino hacia su prosperidad.
En lo inmediato, existe expectativa de que Obama pueda anunciar el retiro de Cuba de una lista de países que auspician el terrorismo, una categoría en la que fue incluida por promover movimientos rebeldes en América Latina y que supone una importante traba para reactivar los negocios con la isla.
El Departamento de Estado de Estados Unidos aconsejó que Obama tome dicha medida, pero el mandatario estadounidense dijo el jueves que está a la espera de una recomendación de los asesores de la Casa Blanca.
Cuba y EEUU han dado pasos como la liberación de detenidos, conversaciones sobre Derechos Humanos, temas económicos, facilidades para viajes y han hablado de abrir embajadas, algo que todavía no se concreta.
Con el acercamiento, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, vaticinó una mejor integración continental en el futuro. Santos fue anfitrión de la Cumbre de las Américas previa, en la que Latinoamérica reclamó al unísono a Obama la presencia de Cuba en el foro en la cita de Panamá.
"El presidente Obama tomó una decisión audaz, una decisión valiente que mejora sustancialmente las relaciones con el resto de las Américas porque el problema con Cuba era una especie de ampolla que existía en nuestra relaciones y esa ampolla deja de dolernos", dijo Santos en un foro empresarial.
Además, para los cubanos aún está pendiente el levantamiento del embargo económico estadounidense contra la isla, un viejo reclamo de Latinoamérica en las citas regionales.
Pero sólo el Congreso, controlado por los republicanos, puede levantar la medida y Obama, del Partido Demócrata, ha encontrado resistencia en sectores políticos estadounidenses y entre los influyentes representantes cubano-americanos.
Los críticos del acercamiento, escépticos de las reformas emprendidas por Raúl Castro desde que asumió la presidencia en 2008, dicen que Cuba no debe ser premiada a menos que cambie su sistema político de partido único y permita elecciones libres.
Venezuela hace sombra. La reconciliación entre la primera economía mundial y Cuba, ubicada a pocas millas del territorio estadounidense, llega empañada por la tensión entre Washington y Caracas, cuyo líder Nicolás Maduro ha escalado su discurso antiimperialista desde que Obama emitió un decreto que califica a Venezuela como una amenaza para la seguridad.
Si bien Obama dijo esta semana que en realidad no ve al país sudamericano como una amenaza, Maduro quiere que el líder estadounidense rectifique y derogue el decreto, apoyado en las firmas de más de 10 millones de venezolanos.
"Venimos a esta cumbre con el mejor espíritu constructivo, de construir la paz, de construir unión, de construir justicia pero en base al respeto", dijo Maduro a su llegada a Panamá.
La tensión no solamente la aportó Venezuela. En el foro de organizaciones civiles donde habló Obama, hubo momentos de crispación entre opositores al Gobierno de Castro y grupos oficialistas, quienes se insultaron y empujaron horas antes de que llegara el líder estadounidense.
"No me gusta el hecho de que los actores que estamos dentro de Cuba no hemos sido tomados en cuenta (...) Se ve que no hay buena voluntad del Gobierno cubano (y) no quieren hacer ningún tipo de concesiones", dijo el disidente cubano Guillermo Fariñas, quien ha protagonizado varias huelgas de hambre y ha sido encarcelado varias veces.