Soldados rebeldes usaron tanques, helicópteros de ataque y aviones de combate para tratar de derrocar a Erdogan el viernes por la noche, bombardeando el Parlamento y la sede del servicio de inteligencia en Ankara mientras que tomaron un puente y rodearon el aeropuerto de Estambul.
Estambul. Seguidores del presidente turco Tayyip Erdogan abarrotaron plazas públicas, el aeropuerto de Estambul y se congregaron a las afueras de su palacio durante la noche, después de que un golpe de Estado fracasado matara al menos a 265 personas y elevara las expectativas de una fuerte represión de los disidentes.
Soldados rebeldes usaron tanques, helicópteros de ataque y aviones de combate para tratar de derrocar a Erdogan el viernes por la noche, bombardeando el Parlamento y la sede del servicio de inteligencia en Ankara mientras que tomaron un puente y rodearon el aeropuerto de Estambul.
Las autoridades de Turquía arrestaron el sábado a casi 3.000 militares sospechosos de participar en un fallido golpe de Estado, entre ellos soldados rasos y altos mandos, y ordenaron detener a miles de magistrados, después de que las fuerzas leales a Erdogan aplastaran el intento de golpe.
"¡Qué los cuelguen!", coreaba una multitud en la plaza de Kizilay en el centro de Ankara a última hora del sábado.
Partidarios de Erdogan que ondeaban banderas turcas también se concentraron en la plaza Taksim de Estambul - escena de protestas multitudinarias contra el gobierno hace tres años - y grupos menos numerosos se concentraron junto a las puertas del vasto complejo del palacio presidencial en la capital.
Durante al menos ocho horas en la noche del viernes la violencia conmocionó las dos principales ciudades turcas. Pero el intento de golpe fracasó cuando Erdogan volvió a Estambul desde sus vacaciones en el Mediterráneo e instó a la gente a salir a las calles en apoyo de su gobierno contra los golpistas, a quienes acusó de intentar matarlo.
La violencia conmocionó la nación de casi 80 millones de habitantes, considerada un modelo de democracia musulmana, donde los estándares de vida han crecido de forma estable durante más de una década y donde el Ejército usó la fuerza por última vez hace más de 30 años.
También sacudió la frágil confianza entre los aliados de Turquía sobre la seguridad en el país integrante de la OTAN y destacado miembro de la coalición que lidera EEUU contra el Estado Islámico, que aspira a ser miembro de la Unión Europea. Turquía lleva un año siendo objetivo de atentados suicidas y brega por contener la insurgencia de los separatistas kurdos.
El presidente estadounidense, Barack Obama, expresó su respaldo al Gobierno de Turquía y llamó a todas las partes a evitar acciones que puedan alentar más violencia e inestabilidad. Las autoridades de EEUU prohibieron a las aerolíneas volar desde Turquía a EEUU, citando preocupaciones de seguridad, e instó a los ciudadanos a reconsiderar sus planes de viaje a Turquía.
El mandatario francés, François Hollande, sostuvo que esperaba un periodo de represión tras la rebelión.
"Pagarán un alto precio por esto", dijo Erdogan, iniciando una purga del Ejército. "Este levantamiento es un regalo de Dios para nosotros porque será el motivo para limpiar nuestro Ejército", agregó.
Erdogan dijo a la multitud que pedía restaurar la pena de muerte, que ha sido abolida, que el Parlamento podría considerar dicha propuesta.
Cientos de soldados eran retenidos en Ankara por su presunta vinculación al golpe fallido, abarrotando las comisarías de la policía. Entre los detenidos se encontraban altos comandantes militares, incluyendo el jefe de la segunda facción de la fuerzas armadas, que protege las fronteras del país con Siria, Irak e Irán, informó la agencia de noticias estatal Anadolu.
Algunos tuvieron que ser trasladados por escoltas de la policía en buses a estadios deportivos. Imágenes de Reuters mostraban a los detenidos, esposados y con el torso desnudo, sentados en el suelo de uno de los vehículos.
El Gobierno declaró la situación bajo control y dijo que 2.839 personas fueron arrestadas, incluyendo a quienes integraron la "columna vertebral" de la rebelión.
Un eventual derrocamiento de Erdogan, que ha gobernado Turquía desde el 2003, habría constituido otro acontecimiento trascendental para Oriente Próximo, cinco años después de las revueltas de la Primavera Árabe que hundieron a la vecina Siria en el caos de la guerra civil.
Aún así, el golpe de Estado fallido podría desestabilizar al aliado de EEUU, que se encuentra entre Europa y el caos de Siria.