Los rebeldes armados de Libia que se han hecho con el control de la ciudad de Zawiyah, cerca de Trípoli, se preparaban para un contraataque de las fuerzas leales al líder Muamar Gadafi, quien ha prometido aferrarse a su mandato de 41 años.
Zawiyah, Libia. Los rebeldes armados de Libia que se han hecho con el control de la ciudad de Zawiyah, cerca de Trípoli, se preparaban para un contraataque de las fuerzas leales al líder Muamar Gadafi, quien ha prometido aferrarse a su mandato de 41 años.
Los rebeldes dijeron este domingo que tropas leales a Gadafi habían rodeado la capital.
"Si estamos luchando por la libertad, estamos dispuestos a morir por ella", dijo un ex policía quien cambió de bando y se unió a la rebelión que comenzó hace 10 días.
Hablando bajo la condición de no ser identificado, dijo que más de 2.000 policías habían desertado y estaban dispuestos a defender Zawiyah. También había más desertores del Ejército, indicó. Los rebeldes tienen armas y varios tanques, algunos proporcionados por los desertores del Ejército.
En Zawiyah, podían verse edificios marcados por los disparos y vehículos abandonados. Frente al último puesto de control rebelde, soldados pro-Gadafi desplegaron sus fuerzas, equipadas con tanques y armas anti-aéreas.
La escena se producía a sólo 50 kilómetros al oeste de Trípoli. Incluso en algunas partes de la capital, los residentes formaban barricadas, proclamando su rebeldía al desaparecer las fuerzas de seguridad.
Un general en el este, donde se ha evaporado la autoridad de Gadafi, dijo a Reuters que sus fuerzas estaban preparadas para ayudar a los rebeldes en el oeste.
"Nuestros hermanos en Trípoli dicen 'estamos bien por ahora, no necesitamos ayuda", dijo el general Ahmed el-Gatrani, una de la figuras con más experiencia en el Ejército en Bengasi.
Algunos analistas indicaron que esperaban que los rebeldes acabaran tomando la capital y matando o capturando a Gadafi, pero agregaron que tiene capacidad para fomentar el caos o la guerra civil.
Gadafi desafiante. La televisión serbia citó a Gadafi culpando a los extranjeros y a Al Qaeda de los disturbios y condenando al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por imponer sanciones y ordenar una investigación por crímenes de guerra.
"El pueblo de Libia me apoya. Los pequeños grupos de rebeldes están rodeados y nos enfrentaremos a ellos", aseguró.
Las potencias occidentales dijeron que era momento de que Gadafi se hiciera a un lado y la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, dijo que su país estaba contactando con grupos de oposición libios en la parte oriental del país africano.
En Bengasi - la segunda mayor ciudad del país, situada en el este y ya fuera del control de las fuerzas de Gadafi -, dirigentes rebeldes dijeron haber formado un consejo nacional libio que calificaron como la cara política de la revolución, y no como un Gobierno provisional.
Su portavoz dijo que no creían que hubiera espacio para negociar con el dirigente libio.
En cambio, su hijo menor, Saif al Islam Gadafi, afirmó en una cadena estadounidense de televisión que hay "una gran, gran diferencia entre la realidad y las noticias de los medios de comunicación".
"Todo el sur está en calma. El oeste está en calma. El centro está en calma. Incluso parte del este", declaró en el programa "This week" de la cadena ABC.
El Consejo de Seguridad de la ONU impuso unánimemente sanciones de viajes y activos al líder libio y sus aliados cercanos, aumentando la presión para que renuncie antes de que se derrame más sangre en la revuelta popular contra su mandato.
También adoptó un embargo de armas y pidió que la letal represión contra los manifestantes de la oposición sea enviada a la Corte Penal Internacional para investigar y posiblemente procesar a los responsables de las muertes de civiles.
Se calcula que el número de muertos tras casi dos semanas de violencia es de unos 2.000, según diplomáticos.