Las autoridades dijeron que esperaban que la cifra de muertos por el terremoto de magnitud 7,8 siga aumentando en las próximas horas, mientras decenas de réplicas seguían sacudiendo el litoral del país de 16 millones de habitantes.
Manta. Ecuador buscaba el domingo sobrevivientes entre los escombros después de sufrir su peor terremoto en casi cuatro décadas, que dejó 235 muertos y daños considerables en Guayaquil, la ciudad más poblada del país, y en otras zonas costeras.
Las autoridades dijeron que esperaban que la cifra de muertos por el terremoto de magnitud 7,8 siga aumentando en las próximas horas, mientras decenas de réplicas seguían sacudiendo el litoral del país de 16 millones de habitantes.
"Tenemos información de personas heridas, atrapadas en diferentes cantones y estamos preparando el rescate", dijo el vicepresidente Jorge Glas antes de tomar un vuelo hacia Manta, una de las ciudades más golpeadas, a orillas del Pacífico y donde se derrumbó la torre de control del aeropuerto local.
El movimiento, que se desató frente a las costas de la nación andina a una profundidad de 19 kilómetros, dejó 588 heridos, provocó pánico en otras ciudades costeras y activó por unas horas alertas de tsunami en Perú, Colombia, Costa Rica y Panamá.
"Fue algo horrible, parecía que (el edificio) se desmoronaba como un cartón. Yo rezaba y me arrodillé para pedir a Dios nos proteja", dijo Galo Valle, de 56 años, cuidador de un edificio en el centro de Guayaquil mientras limpiaba los vidrios y pedazos de mampostería.
Muchas casas se derrumbaron en Guayaquil, otras estaban cuarteadas, un puente colapsó aplastando un auto y los escombros obstruían varias calles. La gente pasó la noche fuera de sus hogares, temerosa de las réplicas que, según el Instituto Geofísico de Ecuador, eran más de 160 hasta el domingo.
El canal privado Televicentro (TVC) mostró imágenes de la localidad de Pedernales, cerca al epicentro, donde se veían casas destruidas y habitantes a bordo de una pala mecánica removiendo escombros en busca de sobrevivientes.
En otra toma, mientras recuperaban un cuerpo, la gente sólo atinaba a gritar y llorar desesperadamente. "Pedernales está destruido", dijo uno de los improvisados rescatistas.
El terremoto fue el más fuerte desde el sismo de magnitud 7,7 que golpeó al país en diciembre de 1979 y causó entonces unos 600 muertos y 20.000 heridos, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS por su sigla en inglés).
Glas dijo que algunos países habían enviado ayuda.
El Gobierno dijo que estaba movilizando a 13.500 efectivos de las fuerzas de seguridad para garantizar el orden público y declaró el estado de emergencia en seis provincias de la costa.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, decidió regresar anticipadamente de un viaje por Italia, urgiendo a sus compatriotas a mantener la calma.
"Todo se puede reconstruir, pero no se puede reconstruir las vidas perdidas y eso es lo que más nos duele", dijo Correa desde Roma por el canal público Ecuador TV en la madrugada del domingo.
El mandatario, que fue el que informó la última cifra de muertos, dijo que aterrizará la tarde del domingo en la golpeada localidad de Manta.
Correa había dicho que se activaron líneas de crédito de contingencia con organismos multilaterales por 600 millones de dólares para atender la emergencia.
En algunas partes de la capital Quito, a 170 kilómetros del epicentro, hubo cortes de electricidad y de los servicios telefónicos, pero no hubo reportes de víctimas.
La situación era más grave en la costa, donde se habilitaron alojamientos temporales en centros comerciales tras la destrucción de hoteles, casas y carreteras.
"Se veía como se caían las casas, los postes, se fue la luz y todo era devastador. Todas las calles se cuartearon, estaban abiertas las vías, hubo derrumbes", relató Enner Muñóz, un profesor de educación física en una escuela pública de Pedernales, una zona de construcciones rústicas y pequeños hoteles a la orilla del mar.
"Mi familia está nerviosa, tengo dos hijos pequeños que me preguntan a cada rato qué pasa (...) la gente se vino para el sector donde vivo porque es una zona alta, por el temor al tsunami, pero ya han regresado a ver cómo están sus casas", agregó Muñóz.