Las estadísticas han empujado a la embajada de Ecuador a emprender un proyecto para atajar la violencia fruto de patrones culturales machistas y violentos que los inmigrantes han exportado, asumido y acentuado en tierras ibéricas.
Esa tarde, la del domingo 8 de mayo pasado, Marisol Consuelo Tituaña se asomó a la ventana de su piso en el madrileño barrio de Puente de Vallecas y pidió auxilio. Fueron sus últimos gritos.
Segundo Eulogio, su esposo (ecuatoriano como ella), la introdujo en la habitación con violencia, bajó la persiana y la degolló.
Él intentó suicidarse. Llevaban casados 18 años. La inmigrante es la última víctima ecuatoriana que ha muerto a manos de su pareja en el último semestre en España. Suman tres en lo que va de año (Yanela Zaruma falleció el 4 de abril y una tercera compatriota cuya identidad no trascendió, el 15 de mayo). En 2010 fueron cinco connacionales. Desde 2003, 22.
Las estadísticas han empujado a la embajada de Ecuador a emprender un proyecto para atajar tanta sangría fruto de "patrones culturales machistas y violentos que los inmigrantes han exportado, asumido y acentuado" en tierras ibéricas, según palabras del número uno de la legación diplomática, Galo Chiriboga.
La iniciativa que se presentó el lunes está auspiciada por la Fundación Repsol , se apoya en la infraestructura de la Comunidad de Madrid y cuenta con el respaldo institucional de la Secretaría de Estado de Igualdad.
El propósito del programa piloto de siete meses de duración pretende "acercar a los ecuatorianos la información de todos los instrumentos de los que dispone España para la prevención y sanción de las infracciones de violencia de género", añade el también candidato a Fiscal General.
El desconocimiento de los recursos para hacer frente a esta lacra constituye una de las razones que convierte a la mujer inmigrante en un colectivo especialmente vulnerable.
Bibiana Aído, secretaria de Estado de Igualdad, apunta más causas: una mayor dependencia de la mujer frente a su agresor y la falta de redes de apoyo sociales y familiares. Su afirmación se sustenta en cifras.
La proporción de mujeres víctimas y agresores nacidos en terceros países está "sobrerrepresentada" si se compara con el peso demográfico de la población extranjera (11,3%).
Desde 2003, la media de asesinatos de mujeres foráneas ronda el 30%. Hubo años, como el 2008, con picos que alcanzaron el 44%.
"No es un problema de legislación ni de contar con una infraestructura que sanciona y repara estos daños. Es un problema cultural que hay que afrontarlo desde esa perspectiva. Son necesarios procesos de inducción para promover nuevos valores como la solidaridad, el respeto o la lucha contra con el alcoholismo, uno de los elementos que más favorece las actitudes violentas", subraya Chiriboga.
Talleres. Por eso profesionales de las entidades españolas capacitarán a un conglomerado de mil personas en la ciudad de Madrid y en localidades aledañas como Parla, Getafe, Fuenlabrada, Alcalá de Henares y Torrejón de Ardoz.
Los talleres se abordarán desde cuatro ejes: la transformación de patrones socio-culturales que justifican comportamientos violentos, el sistema de protección integral, el acceso a la justicia y el sistema de registro. Los asistentes a los cursos se convertirán en cajas de resonancia para promover los conocimientos adquiridos al resto de ecuatorianos.
Resulta trascendental, en opinión de Gabriel Fernández, viceconsejero de Migración y Cooperación de la Comunidad de Madrid, que las "mujeres sepan los protocolos de acceso que les permite denunciar las agresiones".
En 2010, los centros regionales atendieron a 340 mujeres, 243 de ellas eran extranjeras (el 10%, ecuatorianas). Pero el proyecto no busca únicamente difundir los mecanismos de protección existentes sino labrar un camino para aportar a la transformación del imaginario social de las prácticas que asumen como natural la violencia de género.