Hay mucho en juego en Yemen, que está cerca de convertirse en un estado fallido, en momentos que trata de combatir el resurgimiento del brazo de Al Qaeda en la zona, cimentar la paz con los insurgentes chiíes en el norte y lidiar con el separatismo en el sur.
Saná. Decenas de miles de yemeníes se enfrentaron este jueves en protestas callejeras a favor y en contra del gobierno durante el "Día de la ira" encabezado por la oposición, un día después de que el presidente Ali Abdullah Saleh ofreció dimitir en 2013.
Activistas antigubernamentales atrajeron a más de 20.000 personas en Saná, la mayor multitud desde que una ola de protestas comenzaron en el país de la península arábiga hace dos semanas, inspiradas por las manifestaciones que derrocaron al presidente tunecino y amenazan a su homólogo egipcio.
Pero una manifestación igualmente numerosa a favor de Saleh también cobró fuerza, y los partidarios del presidente que ha dirigido a Yemen por más de tres décadas conducían por la capital instando a los yemeníes a través de altavoces a unirse a las contramanifestaciones.
Las protestas en Saná perdieron fuerza para el mediodía, con los manifestantes de ambos lados dispersándose pacíficamente.
"El pueblo quiere un cambio de régimen", gritaron los manifestantes concentrados cerca de la Universidad de Saná. "No a la corrupción, no a la dictadura", corearon.
Saleh, en vista del malestar se está extendiendo en el mundo árabe, indicó el miércoles que dejaría el cargo cuando finalice su mandato en 2013 y prometió que su hijo no tomaría las riendas del gobierno, entre otras concesiones políticas.
Esta es una de sus apuestas más arriesgadas desde que comenzaron las manifestaciones en Yemen, un aliado clave de Estados Unidos contra Al Qaeda, mientras trata de evitar una confrontación con la oposición que podría desencadenar una insurrección al estilo egipcio en el empobrecido país.
Hay mucho en juego en Yemen, que está cerca de convertirse en un estado fallido, en momentos que trata de combatir el resurgimiento del brazo de Al Qaeda en la zona, cimentar la paz con los insurgentes chiíes en el norte y lidiar con el separatismo en el sur.
Estados Unidos depende de Saleh para combatir al brazo regional de Al Qaeda, que también ataca a la vecina Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo.
La inestabilidad en Yemen podría suponer un grave riesgo político y de seguridad para los países del golfo Pérsico.
El presidente estadounidense, Barack Obama, telefoneó a Saleh para expresar su apoyo a su iniciativa, informó la agencia de noticias Saba.