Expertos acusan al Gobierno de Bolsonaro de querer amordazar a institutos especializados de renombre internacional según los cuales la tala en el bosque amazónico se ha intensificado peligrosamente en cuestión de semanas
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y su ministro del Ambiente, Ricardo Salles, han atacado frontalmente al Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), atribuyéndole un talante "antipatriótico”.
El Ejecutivo acusó a sus miembros de cooperar con organizaciones no gubernamentales extranjeras y con una prensa ávida de escándalos para enlodar la imagen del gigante sudamericano después de que éstos denunciaran un incremento pronunciado en la tala de la selva amazónica: un aumento del 88 por ciento en junio de 2019 y del 278 por ciento en julio de 2019, en comparación con los respectivos meses previos.
Bolsonaro asegura que su instinto le dice que esos datos son falsos… Pocos argumentos adicionales han bastado para que el Gobierno anuncie su intención de comprar un nuevo sistema de observación del Amazonas, cambiar las reglas vigentes con miras a que los resultados de las investigaciones no sean publicados automáticamente y cerciorarse de que el presidente sea la primera autoridad en conocer los hallazgos. Un indicio de que Bolsonaro habla en serio es el despido del director del INPE, Ricardo Galvao. A Claudio Angelo, coordinador de comunicaciones de la Iniciativa Observatorio del Clima, no le extraña lo ocurrido.
"¿Cuál fue la promesa de Bolsonaro durante su campaña electoral? Pongámosle fin a los controles, hagamos callar al Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA) e impidamos que el Estado entrometido siga fastidiando a los productores. Cuando se reducen los controles aumenta inevitablemente la tala”, explica, dejando entrever que no sólo el INPE está en la mira del "hombre fuerte” de Brasilia. Mauricio Astrini, de Greenpeace Brasil, coincide con Angelo. A sus ojos, son dos las malas noticias: "Por un lado, aumenta la tala y, por otra parte, el Ejecutivo quiere esconder las cifras alusivas”, resume.
Labor singular. El INPE mide la intensidad de la tala desde hace más de tres décadas y, antes de Bolsonaro, ningún mandatario ha dudado de sus observaciones. Al contrario, las mediciones del INPE siempre sirvieron como base para el diseño de políticas ambientales. "A ningún Gobierno le gusta escuchar malas noticias. Creo que es por eso que el Ejecutivo ha optado por ‘matar al mensajero',” comenta Carlos Nobre, quien trabaja en el INPE desde hace 32 años. Él teme que en Brasil se imponga una hostilidad hacia la comunidad científica como la que ha echado raíces en Estados Unidos desde que Donald Trump tomó las riendas de la Casa Blanca.
Meinrat O. Andreae, exdirector del Instituto Max Planck de Química, con sede en Maguncia, comparte la preocupación de Angelo, Astrini y Nobre. A su juicio, el INPE ha desarrollado una labor singular en Sudamérica. "Ese instituto ha hecho un trabajo estupendo, sobre todo en lo que respecta a la monitorización de la tala y de los incendios forestales desde el espacio. También ha contribuido a concebir un modelo para el análisis del tiempo en Sudamérica”, cuenta Andreae. Los sistemas con los que trabaja el INPE no son perfectos, acota Nobre, pero no exhiben errores técnicos en las magnitudes que Bolsonaro y Salles les han achacado.
Graves acusaciones
"Nunca se ha dicho que el sistema DETER mida con exactitud las superficies taladas; pero éste reconoce una tendencia que suele ser confirmada por el sistema de observación satelital PRODES”, esgrime Nobre. El sistema DETER tiene una precisión del 88 por ciento y el sistema PRODES tiene una del 95 por ciento. El especialista del INPE enfatiza, además, que la utilización de un sistema de observación con una resolución mucho más alta, como la del equipo que Salle ha prometido comprar, no facilitaría la observación. Al contrario: la dificultaría porque haría visible una gran cantidad de detalles completamente irrelevantes para los investigadores.
Angelo y Astrini están convencidos de que Salle lo sabe y de que la intención del Gobierno de Bolsonaro es, precisamente, entorpecer la observación de la Amazonia, confundir a los investigadores. Pese a todo, Angelo no cree que el Ejecutivo brasileño consiga lo que quiere con su moción: "El mundo entero sabe que Bolsonaro busca censurar los resultados de las observaciones del INPE”, dice, añadiendo que, aún si Bolsonaro y Salles lograran manipular las observaciones espaciales de la selva amazónica, alrededor del planeta hay otros sistemas de monitorización capaces de refutar la veracidad de resultados amañados.
"Brasil fue un precursor global de la protección del ambiente y tenía potencial para convertirse en parte de la solución de los problemas ecológicos. Qué lástima que ahora sea parte del problema”, lamenta Angelo.