José Miguel Insulza, agente chileno ante la Corte Internacional de Justicia por la demanda marítima boliviana, habla de diplomacia y recuerda que, “tras la borrasca, seguiremos siendo vecinos”.
Ha sido un día agitado para José Miguel Insulza. Político avezado, el ex ministro de Exteriores de Chile y ex secretario general de la OEA es ahora el agente de su país ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya para la demanda marítima presentada por Bolivia. El “panzer”, como se le conoce en su país, responde una llamada telefónica tras otra. Este miércoles (13 07.2016) presentó, junto al canciller Heraldo Muñoz, la contramemoria chilena. En ella Chile busca demostrar que nunca existió una obligación de negociar una salida marítima para Bolivia, que es lo que pide La Paz.
“La memoria boliviana abarca una cantidad importante de años y presenta una serie de situaciones que, según ellos, habrían generado alguna obligación jurídicamente exigible de negociar con ellos una salida soberana al mar. Por lo tanto, lo que nosotros tenemos que hacer, una vez que la Corte ya señaló que no está en discusión el Tratado de Límites de 1904, es tomar cada caso y analizarlo tanto desde el punto de vista de los hechos como también desde el derecho internacional”, dice Insulza a DW.
El político, que también fue ministro del Interior y siempre ha sonado fuerte como carta presidencial del oficialismo chileno, agrega que está conforme con el trabajo. “Hemos presentado una memoria bastante sólida”, dice confiado. Ahora el presidente de la Corte llamará a las partes, posiblemente a comienzos de septiembre, para consultar a Bolivia si quiere replicar. Ese es, al menos, lo habitual en estos casos. Tras la réplica viene una dúplica chilena y después los alegatos. Todo debería estar listo a fines de 2017 o comienzos de 2018.
Más allá de lo legal hay otro aspecto importante: el de las comunicaciones. Hace unos días, el presidente de Bolivia acusó al Gobierno de Chile de estar lleno de “neocolonialistas racistas”, porque presuntamente no reconocen la autoridad de un “canciller indígena”, como llamó el presidente Evo Morales a su ministro de Exteriores, David Choquehuanca. En ese terreno también se hace política.
- Señor Insulza, ¿es usted un neocolonialista racista?
No, no (ríe). Esas son las típicas cosas que se dicen cuando faltan argumentos. El Gobierno boliviano, más bien el presidente, quería mandar a su canciller a inspeccionar los puertos chilenos, sin siquiera enviar una nota diplomática diciendo que una autoridad boliviana quiere visitar Chile. Así no son las relaciones entre países soberanos.
- ¿Habría problemas si Choquehuanca visitara Chile?
Los bolivianos ingresan a Chile sin necesidad de visa. Por lo tanto, tiene perfecto derecho para entrar e ir donde van todos los turistas, pero eso no significa que va a tener derecho a entrar a instalaciones donde solo ingresan las autoridades. Si él quiere ver los puertos con mayor detalle, pues que envíen una nota diplomática diciendo que quiere venir a Chile.
- Hay varias declaraciones del mismo tono desde Bolivia. Los dirigentes chilenos serían ladrones, usurpadores, racistas… ¿Se puede hacer buena vecindad en ese contexto?
Nosotros no vamos a entrar en ese terreno, ¿y sabe por qué? Porque una vez pasada toda la borrasca y pasado todo este ambiente de agitación en que ha caído el Gobierno boliviano, al final seguimos siendo vecinos. Siguen llegando bolivianos a vivir a Chile y siguen pasando muchos cargamentos bolivianos por nuestros puertos, porque esa es la verdad. Entonces, para qué nos vamos a pasar mostrando los dientes, si al final terminará el juicio, que espero ganemos, y Bolivia seguirá siendo nuestro vecino y un pueblo hermano. Nosotros no nos perdemos en ese sentido.
- Hace poco Chile decidió demandar a Bolivia, esta vez por las aguas del Silala. Sobre eso, usted dijo que la mejor defensa era un buen ataque.
Bueno, la mejor defensa es un buen ataque, sin duda. La verdad es que en ese caso no teníamos muchas alternativas, porque el presidente Morales ha estado diciendo que les estábamos robando el agua. Entonces el riesgo de que cortaran el agua era grande y por eso hemos presentado la demanda. No por adelantarnos y hacer una pillería, sino fundamentalmente porque la única forma de defender nuestros intereses era yendo a la Corte. Ya se presentó la demanda y ahora falta presentar la memoria. Luego Bolivia responderá y replicará y así seguiremos.
- Una demanda de Bolivia, una de Chile. Así no es fácil establecer relaciones entre vecinos.
Es cierto, yo creo que Bolivia podría haber adoptado otro camino. Si Bolivia quería que pidiéramos un estudio conjunto de expertos para ver de qué se trataba este curso de agua que nosotros decimos que es un río, se podría haber discutido sin necesidad de armar polémica. Pero Bolivia prefirió las amenazas y nosotros respondimos. Los juicios –la demanda marítima y la del Silala– no van a terminar juntos y vamos a tener más tiempo con esta cosa litigiosa. No es lo que quisiéramos tener con los vecinos, pero también está claro que nosotros no hemos dado los pasos para que se produzcan estas situaciones, han sido pasos fundamentalmente del Gobierno boliviano.
- ¿Se imagina, en un futuro cercano, un régimen de buenas relaciones entre Chile y Bolivia, o deberíamos descartar ese escenario?
Espero que sí. Finalmente, más allá de todas estas polémicas, el puerto de Arica sigue siendo ocupado fundamentalmente por carga boliviana, el de Antofagasta sigue recibiendo carga boliviana, los bolivianos viajan a Chile a cada rato, hay muchos chilenos que viven en Bolivia, hay cada vez más estudiantes bolivianos en universidades chilenas y hay cada vez más relaciones familiares. Yo creo que estas cosas nunca van a entrar en conflicto real y yo confío mucho en la sabiduría de los pueblos.