Stephanie Rawlings-Blake aseguró que ya ha regresado una calma suficiente a Baltimore, que permite levantar la medida restrictiva, implantada a raíz de la violencia generada tras la muerte del joven de 25 años Freddie Gray.
Baltimore. La alcaldesa de Baltimore puso fin el domingo al toque de queda vigente desde el martes en toda la ciudad entre las 22.00 y las 5:00 horas, tras una noche de saqueos e incendios por la muerte de un joven negro que sufrió lesiones fatales mientras estaba bajo custodia policial.
Stephanie Rawlings-Blake aseguró que ya ha regresado una calma suficiente a Baltimore, que permite levantar la medida restrictiva, implantada a raíz de la violencia generada tras la muerte del joven de 25 años Freddie Gray.
"Mi objetivo ha sido siempre no tener vigente el toque de queda un día más de lo necesario. Creo que hoy hemos llegado a ese punto", comentó la alcaldesa en su cuenta de Twitter.
El inesperado anuncio hecho el viernes por la oficina del fiscal de la ciudad de que presentaría cargos criminales contra los seis policías implicados en el arresto de Gray ayudó a rebajar la irritación por la muerte.
Los saqueos e incendios del lunes se produjeron tras una serie de marchas pacíficas celebradas en esta ciudad del estado de Maryland desde el fallecimiento de Gray, una semana después de su detención el 12 de abril.
Las manifestaciones en esta ciudad de 625.000 habitantes de mayoría negra reavivaron la ola de protestas celebrada el año pasado a nivel nacional contra la brutalidad policial, tras la muerte de hombres negros desarmados a manos de policías blancos en Misuri, Nueva York y otras partes.
En la tarde del sábado, cientos de personas se reunieron en Baltimore para celebrar la decisión de la fiscal Marilyn Mosby de presentar cargos contra los agentes implicados en el arresto.
Mosby, una mujer negra de 35 años que llegó al cargo en enero, dijo que el forense estatal dictaminó que la muerte de Gray fue un homicidio.
Aseguró que fue arrestado de forma ilegal y que los agentes ignoraron en repetidas ocasiones sus peticiones de ayuda médica mientras era esposado y encadenado boca abajo en la parte trasera de un furgón policial.
El ambiente en la concentración del sábado fue casi de celebración, en agudo contraste con la irritación de principios de semana, sobre todo el lunes, cuando más de una decena de oficiales fueron heridos y más de 200 personas fueron detenidas.