Los hechos dejaron, al menos, veinte policías heridos, durante el paro nacional convocado por sindicatos e indígenas contra la administración de Rafael Correa.
Duros forcejeos entre manifestantes y policías se produjeron ayer, jueves, durante una marcha en Quito, cuando los huelguistas intentaron romper un cerco policial que impedía su paso hacia la Plaza de la Independencia, donde se encuentra la sede del Ejecutivo. Los manifestantes chocaron con la Policía, que usó gases lacrimógenos para dispersarlos.
Los sucesos se dieron en el marco del paro nacional convocado por el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), la mayor central obrera del país, y del "levantamiento" o protesta anunciada el martes pasado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Esos sectores demandan rectificaciones en varias políticas aplicadas por la administración del presidente Rafael Correa que, por su parte, asegura que su Gobierno es el que más ha hecho por los indígenas y por mejorar los derechos de los trabajadores.
Protesta de organizaciones populares y la izquierda. La protesta, que ha incluido el cierre de carreteras, concluyó con la nutrida marcha en Quito apoyada por grupos de estudiantes, médicos, organizaciones populares y movimientos políticos de izquierda. La manifestación de protesta recorrió varias calles de la ciudad hasta llegar al casco histórico, donde se registraron los enfrentamientos con la Policía, que les impidió el paso hacia la Plaza de la Independencia, sitio de una concentración oficialista.
Eel ex banquero Guillermo Lasso, quien se perfila como uno de los postulantes de la oposición para las elecciones presidenciales del año 2017, apoyó a la protesta de los indígenas y obreros porque, según dijo, se realizó "contra el estado correísta". El presidente Correa, por su parte, aseguró que hoy en su país "ha triunfado la democracia" y que el "paro nacional" convocado contra su Administración "ha fracasado". El mandatario volvió a denunciar que detrás de la protesta hay supuestos intereses desestabilizadores de grupos poderosos del país, presuntamente articulados a una estrategia internacional para menoscabar a los gobiernos progresistas de América Latina.