Ausente en la lista de prioridades de Washington y con un Congreso estadounidense que continuará dividido tras la reelección de Obama, la región deberá resignarse a que sigan acumulando polvo sus grandes reclamos, como una reforma migratoria amplia.
México DF. La lista de asignaturas pendientes es larga, pero América Latina tendría que conformarse con obtener de Estados Unidos apenas un impulso al comercio y algunas medidas migratorias menores durante el segundo mandato de Barack Obama.
Ausente en la lista de prioridades de Washington y con un Congreso estadounidense que continuará dividido tras la reelección de Obama, la región deberá resignarse a que sigan acumulando polvo sus grandes reclamos, como una reforma migratoria amplia, más respaldo en el combate a las drogas y un acercamiento a Cuba.
"Estados Unidos no va a tener la posibilidad de hacer más con América Latina de lo que ha hecho", dijo Andrés Rozental, ex vicecanciller mexicano. "No creo que vayan a voltear más a la región".
El presupuesto de Obama no deja dudas: recortó la asistencia total hacia el hemisferio en un 9% para el año fiscal 2013 -que empezó el 1 de octubre- a US$1.652 millones, según datos del Departamento de Estado.
Y junto con el dinero se desvanece poco a poco la histórica influencia política de Estados Unidos en la región.
Ahora Brasil, el peso pesado latinoamericano, empieza a ocupar en el cono sur el hueco dejado por el Tío Sam.
A pesar de eso, y de que una China sedienta de materias primas ha ganado presencia en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, donde Washington causa irritación, Estados Unidos sigue siendo el mayor socio comercial e inversor de la región en su conjunto.
"Probablemente haya alguna intención en avanzar en ese sentido en el margen para fortalecer el intercambio", dijo Sergio Berensztein, analista de riesgo político en Argentina.
Aunque mantiene acuerdos de libre comercio con México, Centroamérica, Colombia, Chile, Panamá y Perú, Obama aún no ha logrado convencer a Brasil de sumarse a la lista. En rigor, el mandatario estadounidense no firmó ningún pacto comercial con la región desde que lleva las riendas de la mayor economía mundial.
La Casa Blanca insistirá en engordar el volumen de comercio con Latinoamérica porque eso sí contribuye a la prioridad más urgente de Obama, que es acelerar la recuperación de la economía estadounidense y crear puestos de trabajo.
Pero eso no borrará la desilusión del rostro de Latinoamérica, que había dado la bienvenida hace cuatro años a un Obama montado en promesas de una nueva era de relaciones que se quedaron en palabras.
Obama, que obtuvo su reelección al derrotar al republicano Mitt Romney, estará más centrado en aumentar el comercio con Asia, sofocar los conflictos en Medio Oriente y presionar para que Europa halle una solución a su crisis que en mirar al sur.
Una historia de decepciones. La lista de desencantos con Obama incluye la falta de una mayor compromiso en la lucha contra las drogas, que afecta sobre todo a México -protagonista de una guerra contra los cárteles que ha dejado 60.000 muertos desde el 2006- y a Centroamérica.
México reclama a su vecino que frene el flujo ilegal de armas hacia su territorio, que alimenta el impresionante poder de fuego de los cárteles. Obama ha exhortado a prorrogar una ley que caducó en el 2004 y prohibía vender armas semiautomáticas y fusiles de asalto, pero se topó con un muro de resistencia.
Y cuando se echa un ojo a la publicitada iniciativa Mérida de Estados Unidos para ayudar a la lucha mexicana contra el narcotráfico, de los US$1.400 millones comprometidos en asistencia y equipamiento para el plan trianual concluido en el 2010, Washington todavía no desembolsa los últimos US$325 millones.
La iniciativa es casi un mero gesto político. Los US$1.400 millones en asistencia a tres años equivalen a un 13% del presupuesto de seguridad de México para este año.
"Tenemos que avanzar en asuntos más delicados de la agenda compartida", dijo César Camacho, uno de los hombres cercanos al presidente electo mexicano Enrique Peña Nieto. "Independientemente de la elección, es necesaria una nueva relación con los Estados Unidos".
La estrategia conjunta contra el narcotráfico no ha funcionado, aseguran especialistas, y abrió el camino para un creciente consenso regional sobre la posibilidad de legalizar la droga liderado por países como Guatemala, Colombia y México.
Obama ha reconocido su parte de responsabilidad en el asunto porque el consumo en casa desangra a sus vecinos del sur. Pero Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas ilegales del mundo, se opone rotundamente a una medida de ese tipo asegurando que las desventajas son mayores a los beneficios.
"Ojalá quisieran mostrarse un poquito más flexibles, pero lo dudo", dijo Berensztein de Poliarquía. "Es un tema todavía incómodo".
Una de las pocas luces de esperanza recae sobre el problema de la inmigración ilegal, que también afecta en su mayor parte a México y los países centroamericanos.
Los intentos de Obama por lograr una prometida reforma migratoria fueron rechazados por la oposición.
Pero este año instauró -sin tener que pasar por el Congreso- la llamada "Dream Act", que permite a inmigrantes ilegales que llegaron de niños a Estados Unidos evitar deportaciones y tener permisos de trabajo.
Aunque los analistas no creen que solucione la cuestión de fondo, aseguran que la iniciativa podría abrir camino a cambios migratorios menores sin necesidad de recurrir a legisladores.
A. Latina ya no es una preocupación. La Casa Blanca ya no ve un foco rojo en América Latina como hace tres décadas, cuando presumía de ser el faro económico en esta parte del mundo y era fustigado por su intervencionismo.
La región cambió mucho desde entonces buscando una alternativa de desarrollo sin cumplir a rajatabla con el alguna vez indiscutible Consenso de Washington.
Pese a mantener grandes inequidades y tareas pendientes en materia de desarrollo, la región consolidó sus democracias, muchas economías crecieron de la mano de administraciones responsables, la pobreza se redujo y resistió el embate de la crisis financiera global del 2008-2009.
"Cuando Estados Unidos es demasiado entrometido, todo el mundo protesta por el 'imperialismo' y cuando no hace caso todo el mundo protesta", dijo Raúl Benítez, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"América Latina no es un foco rojo, entonces no tiene por qué estar poniéndole mucha atención", agregó.
La debilidad de seducción diplomática estadounidense quedó al desnudo en la última Cumbre de las Américas en Cartagena, cuando, en una inusual muestra de unidad, Latinoamérica exigió a Estados Unidos incorporar a Cuba al foro internacional.
Obama se negó, argumentando que primero quiere ver un avance en el tema de derechos humanos en la isla comunista gobernada por Raúl Castro antes de abrirle la puerta a un foro de naciones democráticas. Y nadie cree que cambie su postura frente a Cuba bajo su nuevo gobierno.
"Es evidente que países ya no están tan dispuestos ni en América Latina, ni en Asia, ni en Europa, ni en Africa a hacer lo que los americanos quisieran que hicieran", dijo Rozental.
"Potencias regionales y subregionales en gran medida suplantan una omnipresencia estadounidense, y eso quizás sea bueno para un nuevo equilibrio de fuerzas y modelos", sostuvo.