"Assad tiene que recalibrar pero no cambiar de forma fundamental la postura militar que han tomado desde la intervención rusa", dijo el profesor de historia de Oriente Próximo en la Universidad Trinidad y autor sobre Siria, David Lesch.
Beirut. El ataque estadounidense con misiles crucero contra una base aérea siria podría empujar al presidente Bashar al-Assad a ser más cauto con algunos de sus movimientos, pero eso no le impedirá, ni a él ni a sus aliados, presionar por una campaña militar en plena regla para aplastar a los rebeldes.
Fue la primera vez que Washington atacaba directamente al Gobierno de Asad en seis años de guerra civil, y ha llevado a la Administración del presidente Donald Trump a proclamar que Washington aún busca que Asad salga del poder.
Pero la única descarga de misiles Tomahawk fue de un alcance tan limitado que fortalecerá la visión, sostenida por Damasco y sus aliados, de que EE.UU. no está más dispuesto que antes a usar la fuerza para derrocar al mandatario.
"Assad ahora sabe que hay una línea roja sobre el uso de armas químicas. Pero pienso que probablemente lo vea como solo un tirón de orejas", dijo el profesor de historia de Oriente Próximo en la Universidad Trinidad y autor sobre Siria David Lesch.
"Assad tiene que recalibrar pero no cambiar de forma fundamental la postura militar que han tomado desde la intervención rusa", dijo Lesch. "Realmente pienso que hoy no se están sintiendo muy mal, si esta es la extensión de lo que va a hacer EE.UU.".
Damasco ha negado haber llevado a cabo el ataque químico que provocó la respuesta estadounidense. El ataque en la ciudad de Jan Sheijun, en la provincia controlada por los rebeldes de Idlib, cerca de la frontera con Turquía, mató al menos a 87 personas, 31 de ellos niños.
Assad ha respondido con su habitual política desafiante, prometiendo acelerar los esfuerzos para aniquilar a los rebeldes, a los que llama terroristas.
Un comando conjunto representando a sus aliados rusos, iraníes y del libanés Hezbolá dijo que el ataque estadounidense solo llevaría a redoblar su apoyo al Gobierno sirio.
Los combates aéreos han continuado incesantes desde el ataque estadounidense del viernes. Solo en un ataque en Idlib el sábado murieron 18 personas. A pesar de los daños, la base aérea de Shayrat, cerca de Homs, está en parte operativa y los vuelos han despegado.
La base fue evacuada antes de los ataques, después de que Washington advirtiese a Moscú de su inminente acción, que alertó al Gobierno sirio, según una fuente militar que combate en apoyo a Asad.
Otro aliado de Assad en la región describió el ataque como "limitado" y que se terminó pronto, y dijo que derrocar al mandatario sirio no parecía una prioridad de Trump. "Aún no hay una política estadounidense clara sobre Siria", dijo.
Aunque el ataque mostró que Trump es impredecible, un tercer militar de la alianza pro-Asad dijo que no veía un cambio importante en la postura estadounidense.
"¿Es este un cambio estratégico de los estadounidenses? ¿Quieren un gran problema con los rusos? No veo que haya un cambio estratégico", dijo.