Michelle Bachelet puede aprovechar la crisis del sistema político chileno como una oportunidad para avanzar con las reformas, opinan analistas, tras la amplia reestructuración de su equipo ministerial.
Grandes expectativas había generado la reestructuración del gabinete, que Michelle Bachelet dilató incluso más allá del plazo de 72 horas que ella misma se había fijado al hacer el correspondiente anuncio. ¿Fue su esperado golpe de timón para salvarse del naufragio en las encuestas, provocado por el vendaval de los escándalos de corrupción?
En la esfera económica chilena fue bien recibido el reemplazo de Alberto Arenas en el Ministerio de Hacienda por el economista Rodrigo Valdés. La bolsa le dio la bienvenida con un alza que la llevó a cerrar el lunes a su nivel más alto en casi dos años.
Reformas profundas. En el plano político, los efectos no son tan evidentes. “La lectura que se hizo, también a nivel internacional, es que el cambio apunta hacia una oferta de diálogo y negociación”, indica Michael Álvarez, portavoz de la fundación Heinrich Böll, cercana al partido alemán de Los Verdes. Pero, a su juico, eso deja lugar a las interpretaciones. “¿Negociación y diálogo con quién? Sin querer juzgar a las personas que llegaron al gabinete, creo que más bien haría falta profundizar las reformas iniciadas que negociar y dialogar para quizás apaciguar el ritmo de reformas”, plantea el politólogo, que organizó y dirigió hasta el año pasado la oficina de dicha fundación en Santiago de Chile.
“Lo importante es ahora que se den señales claras en las distintas áreas”, afirma Álvarez, subrayando: “Si no es este el momento para iniciar reformas profundas, no sé cuál va a ser. Creo que Bachelet tendría que tomar el toro por las astas”. Detlef Nolte, director del Instituto de Estudios Latinoamericanos del GIGA (German Institute of Global and Area Studies), apunta que “actualmente toda la clase política, tanto del gobierno como de la oposición, está muy desacreditada en Chile. Y esas normalmente son las constelaciones políticas para llevar a cabo reformas”.
“No hay estancamiento”. Nolte hace notar que la presidenta ya ha anunciado que lanzará una iniciativa para cambiar la Constitución y recuerda que hay proyectos con respecto a la transparencia y al financiamiento de los partidos políticos que están en el proceso legislativo. “No me da la impresión de que la política está estancada en Chile, afirma”.
Álvarez hace hincapié, por su parte, en la necesidad de profundizar más. “La agenda de la reforma educacional es el mejor ejemplo. Creo que lo visto hasta ahora se queda muy corto con respecto a las expectativas de instalar un sistema de educación realmente público. A fin de cuentas estamos hablando de reformas hacia unas estructuras que no son tan lejanas a las de países como Alemania”, dice el analista. Está consciente de que tratar de traspasar un modelo como el alemán a Chile acarrearía críticas “de un sector que no quiere que se toque estructuralmente la propiedad privada en la educación”, pero aboga por buscar “modelos inteligentes que garanticen un acceso gratuito a la educación pública, y salir de esta lógica de becas o subsidios individualizados; eso no es un concepto de educación pública gratuita y universal”.
Nolte piensa que Bachelet “puede aprovechar la oportunidad, con un nuevo gabinete, con una oposición debilitada, y una demanda de reformas por parte de la ciudadanía”. Pero también advierte que “si las cosas no cambian y surgen otros escándalos, ya no le quedarán tantos ases en la manga; por lo menos, tras el cambio de gabinete, ahora tiene uno menos”.