Un rápido y efectivo esfuerzo por definir a Mitt Romney como hostil a la clase media, un despliegue mayor en el terreno para pedir el voto y una diestra respuesta a los deslices del republicano y sus aliados ayudaron a Obama a superar su gran debilidad: una criticada gestión económica.
Chicago. Al día siguiente de las elecciones de medio término del 2010, en las que los republicanos tomaron el control de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y mermaron la mayoría demócrata en el Senado, el asesor de la Casa Blanca David Axelrod tenía un mensaje para el presidente, Barack Obama.
"Creo que acaban de plantar las semillas para su reelección", le dijo Axelrod a su jefe.
"Las voces más estridentes habían tomado el control del Partido Republicano, por lo que sabías que el candidato que apareciera o bien vendría de esa base del Tea Party o bien tendría que haber cedido ante ella para ser el candidato", explicó Axelrod a Reuters.
Ese aspirante resultó ser el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, y la campaña de Obama procedió a explotar los lazos del nominado con el ala conservadora de su partido, en una estrategia acertada que logró la victoria en las elecciones general del 6 de noviembre.
Como otros demócratas, Axelrod, que dejó la Casa Blanca para supervisar la estrategia de la campaña del presidente en el 2012, atribuye la decisiva victoria de Obama a una estrategia consistente que dejó atrás a Romney en los cruciales estados indecisos.
Un rápido y efectivo esfuerzo por definir al ex directivo de un fondo privado como hostil a la clase media, un despliegue mayor en el terreno para pedir el voto y una diestra respuesta a los deslices de Romney y sus aliados ayudaron a Obama a superar su aparente debilidad, la gestión de una lenta recuperación económica.
"Lograron hacer de esto una elección de opciones, y no un referéndum sobre el presidente y la economía", dijo Michael Feldman, estratega demócrata y ex asesor del ex vicepresidente Al Gore. "También utilizaron los meses cruciales entre el final de las primarias (republicanas) y las elecciones generales para definir a Mitt Romney mejor que la campaña de Romney", agregó.
Ese proceso de definición resultó clave.
Durante la primavera y el verano boreales, el comando de Obama empleó una gigantesca campaña de publicidad para subrayar las preocupaciones sobre el papel de Romney como jefe del fondo de inversión Bain Capital y criticó al multimillonario directivo por no hacer públicas sus declaraciones de impuestos de varios años.
La lenta respuesta de la campaña de Romney a ese ataque y su incapacidad de neutralizar las críticas en torno a sus declaraciones fiscales desconcertaron al equipo de Obama en Chicago.
"Su incapacidad para reponder a ataques que sabían que iban a venir, creo, fue un gran error por su parte", comentó un miembro de la campaña del presidente. "Si habían tomado la decisión de no publicar sus impuestos, deberían haber tenido un plan sobre cómo gestionarlo", agregó.
Mensajes, políticas, despliegue. La campaña de Obama también cometió errores. La aparición del presidente en el primer debate fue muy criticada y se le habría atribuido la responsabilidad a esa noche si el martes hubiera perdido ante Romney.
Otro error estratégico que se ha citado estos meses es que tardaron en aceptar la influencia financiera de grupos externos conocidos como Super PACs.
Pero su despliegue sobre el terreno y sus mensajes efectivos, que los republicanos consideran especialmente negativos, compensaron las equivocaciones.
"Es inusual que un presidente en el cargo dirija una campaña tan negativa, divisiva, pero ellos lo hicieron", comentó Charlie Black, estratega republicano que asesoró a Romney.
Por su parte, Axelrod señaló que algunos factores claves que vincularon a Romney a la derecha, disuadiendo a los votantes de centro, fueron una grabación en la que el candidato decía que el 47 por ciento de los estadounidenses dependían del Gobierno, sus posturas conservadoras sobre impuestos e inmigración, y su elección del halcón presupuestario Paul Ryan como compañero de fórmula.
En unas elecciones decididas por la pelea por estados indecisos como Ohio, donde los empleos vinculados a la industria automovilística son cruciales, el equipo de Obama también subrayó rápidamente la oposición de Romney al rescate al sector, y su artículo de opinión sugiriendo que debería permtirise la quiebra de las empresas automovilísticas de Detroit.
"El que decidiera que debían utilizar la frase 'Dejen que Detroit vaya a la bancarrota' probablemente no debería volver a ser contratado como consultor político", señaló un trabajador de la campaña demócrata. "Definitivamente los ha castigado mucho en Ohio", agregó.
Obama terminó ganando Ohio y la mayoría de los estados en juego que ambos candidatos necesitaban, logrando así un segundo mandato de cuatro años.