Conocida la eliminación del vicepresidente colombiano de la carrera por la dirección de la OIT, comenzaron a escucharse críticas en torno al interrogante de si fue o no un error del gobierno de Juan Manuel Santos.
A manera de colofón, no faltó quien trajera nuevamente a la mesa los rumores de que las verdaderas intenciones de dicha postulación eran alejar a Angelino Garzón del Ejecutivo, como quiera que en algún momento se había convertido en alguien incómodo por sus cuestionamientos a una que otra postura oficial.
Por los lados del gobierno, que Garzón no fuera elegido en la OIT no puede verse como un fracaso; por el contrario, bien se puede aplicar la famosa frase de Francisco Maturana de que “perder es ganar un poco”.
“La labor hecha por el vicepresidente ha sido muy importante para Colombia. Durante esta campaña, les demostró a los dirigentes más importantes del mundo laboral y a muchos países del mundo que nuestra nación está dando una gran lucha contra la violencia sindical y por la defensa de los derechos de los trabajadores. El vicepresidente ha hecho un gran papel en la OIT”, manifestó el ministro del Trabajo, Rafael Pardo Rueda.
Una posición contraria a quienes, como el Polo Democrático Alternativo, desde un comienzo se opusieron a dicha postulación e incluso adelantaron giras en Estados Unidos y Europa para exponer, según sus puntos de vista, por qué Angelino Garzón no podía ser director de la OIT.
Para el senador Jorge Robledo, de esa colectividad, la no elección era lo único que se podía esperar: “No había forma de que fuera elegido, eso era como poner de candidato para papa a un obispo protestante. Colombia puede hacer el mejor esfuerzo, ¿pero cómo iba a explicar una votación en favor del candidato del país que tiene el récord de asesinatos de sindicalistas? ¿Cómo iba a explicar la OIT que el ganador fuera el candidato de uno de los países donde más se violan los derechos laborales?”, planteó.
Lo cierto es que el mismo Angelino Garzón había dicho que lo de su candidatura a la OIT no era invención suya y que fue una función que le asignó el presidente. “Es una prioridad”, llegó a decir el primer mandatario al respecto, cuando se suscitó una ardua polémica por la decisión de la Casa de Nariño de no respaldar la aspiración del exministro de Hacienda José Antonio Ocampo a la presidencia del Banco Mundial. Para Santos, era “contradictorio” que el país pretendiera los dos cargos al mismo tiempo y los cálculos decían que había más posibilidades de que ganara Garzón.
Sobre el futuro, hay quienes ven en el hoy vicepresidente un potencial rival del mismo Santos en 2014, en caso de que se aventure a buscar la reelección.
Hasta se ha dicho que renunciaría en enero próximo.
Lo cierto es que, por ahora, seguirá siendo la principal causa de malestar de uno que otro santista que lo ve como una piedra en el zapato y como una persona “peligrosamente” cercana al expresidente Álvaro Uribe.