Este domingo, el país sudamericano decide quién gobernará durante los próximos cuatro años. Hasta ahora, Alberto Fernández parece perfilarse como el triunfador.
Argentina.- "Nunca había visto a mi país sufrir tanto", dice el joven taxista Manuel. Tiene 27 años y está preocupado por su existencia desde que estalló la crisis económica en su país. "Nos falta todo. Trabajamos y trabajamos y, sin embargo, no tenemos suficiente para vivir ".
La tasa de inflación anual de Argentina es del 53,5% y un tercio de los argentinos vive por debajo del umbral de pobreza. Es así como a fines de 2019, 4,5 millones de personas en el país pasarán a considerarse indigentes. Incluso en septiembre, el Congreso se vio obligado a declarar la emergencia alimentaria hasta 2022.
Para muchos argentinos, el culpable de la situación actual es el presidente Mauricio Macri. Cuando llegó al poder en 2015, prometió a los ciudadanos un país sin pobreza, nuevos empleos estables y una tasa de inflación inferior al 10%. Cuatro años después, los argentinos se enfrentan a una crisis más aguda.
El plan de Macri para liberalizar la política financiera argentina, después de años de proteccionismo, ha fracasado trágicamente. En lugar de atraer a inversores extranjeros y estimular la economía volátil a través de condiciones competitivas más libres, convirtió al país en un patio de recreo para los especuladores de divisas, y finalmente buscó ayuda del Fondo Monetario Internacional.
Fue así como el FMI le otorgó a Argentina, en junio de 2018, el crédito más alto de su historia: US$50 mil millones. Suma que se incrementó en US$6.300 millones el mismo año. Esto fue seguido por una política de austeridad drástica que resultó fatal para la clase media. Y muy probablemente también para el presidente. No obstante, Macri asegura que su gobierno ha logrado mucho: según él, su administración ha traído importantes mejoras de infraestructura al país y fortaleció las relaciones internacionales.
La aparición de la dupla Fernández-Fernández. Pero todo esto parece secundario para ciudadanos que trabajan, como Manuel, largas jornadas sin lograr cubrir sus gastos. Él conduce un taxi durante catorce horas al día y, sin embargo, no puede pagar su cuenta de electricidad al final del mes.
El candidato opositor Alberto Fernández se presenta como el remedio a estos males. El abogado y profesor de Derecho conoce bien la política argentina. Fue jefe de gabinete del presidente Néstor Kirchner y más tarde de su esposa, Cristina Fernández, pero después de una breve colaboración, sus caminos se separaron en 2008. La razón: diferencias que convirtieron a Alberto Fernández en un duro crítico del kirchnerismo populista.
Once años después, esas diferencias, al menos hacia el exterior, parecen haberse olvidado. Ya en mayo de 2019, la controvertida expresidenta sorprendió con el anuncio de que ella misma no desafiará a Macri, sino que esa responsabilidad recaería en Alberto Fernández, representante de la alianza "Frente de Todos", quedando ella como candidata a la vicepresidencia.
Un movimiento inteligente, aunque inusual. Alberto Fernández es más modesto que su antigua jefa, se distancia del populismo latinoamericano clásico de izquierda y aparece como un peronista pragmático. Esto lo hace una opción más elegible que la antigua presidenta, que además está bajo sospecha de corrupción en varios casos.
La incógnita que depara el futuro. En las primarias de agosto, el 48% de los ciudadanos expresaron su confianza en el equipo Fernández-Fernández. Mauricio Macri y su candidato a la vicepresidencia, Miguel Ángel Pichetto, terminaron derrotados con el 32% de los votos. Y a pesar de que Macri ha recorrido el país sin cesar desde ese adverso resultado, estrechándoles la mano y prometiendo mejores tiempos a sus habitantes, es muy probable que sus días en Casa Rosada estén contados.
Cómo seguirá adelante el país es algo incierto: el discurso de Fernández es vago y la preocupación por una nueva ruptura con Cristina Fernández es muy alta. "No nos preguntamos si la coalición del Frente de Todos se romperá, lo que nos preguntamos es cuándo ocurrirá ese quiebre", dice Jimena Blanco, jefa de la firma estadounidense de consultoría de riesgos Maplecroft. "Dependiendo de qué tan moderada sea Fernández con respecto al presidente, Alberto podría separarse de la facción más radical del kirchnerismo y gobernar con el apoyo de los peronistas del centro".
Como sea, el futuro presidente espera cualquier cosa menos un picnic. "Primero, se deben hacer acuerdos de pago realistas con los acreedores, especialmente con el FMI", dice Jimena Blanco. "Solo entonces el gobierno podrá enfrentar la inflación e intentar aumentar la competitividad y la productividad en el país".
Quién los ayudará a salir de la crisis, es algo que los argentinos decidirán este domingo. Si ninguno de los candidatos supera el 45%, el nuevo gobierno será elegido en una segunda vuelta electoral el 24 de noviembre.