Aparte del desafío concreto de lograr el acuerdo con Mercosur y acabar el que se está negociando con Cuba, para el director para las Américas del Servicio Europeo de Acción Exterior el mayor reto en las relaciones birregionales es “pasar de la democracia formal a la participativa responsable".
En el mes del tiro de partida de una nueva legislatura (2014-2019) en el Parlamento Europeo, también la Asamblea Eurolat se reorganiza y esboza su agenda.
A esta asamblea –creada en 2006 y de donde deben salir impulsos políticos consensuados para influir en las políticas birregionales- acuden 75 delegados del continente americano, del Parlatino, Parlandino, Parlasur, de México y Chile, más 75 del Parlamento Europeo. Se reúnen en plenaria una vez al año, también en comisiones permanentes.
La nueva constitución del Parlamento Europeo ha reformado su componente europeo, que a comienzos de la nueva etapa echa una mirada hacia atrás. Y se frota las manos para acometer los nuevos retos.
¿Puntos oscuros? “Se ha desarrollado una relación muy constructiva, vemos en todo el continente sociedades florecientes. Se ha avanzado en materia de gobernanza, en el respeto de los derechos humanos, en la defensa de los derechos fundamentales, y hay un crecimiento económico considerable. Pero hay algunos puntos negros: está Cuba, que es un caso”, decía en Estrasburgo, en la asamblea Eurolat, Christian Leffler, director para las Américas del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE).
Aparte del reto concreto de lograr el acuerdo con Mercosur y acabar el que se está negociando con Cuba, para el diplomático europeo el mayor desafío en las relaciones birregionales consistirá en aportar para “pasar de la democracia formal a la participativa responsable con mayor involucración de la sociedad civil organizada”.
Ese será el enfoque de la cumbre entre la UE y la CELAC que tendrá lugar en Bruselas, en junio de 2015, y para la cual la asamblea Eurolat ya se prepara.
¿Una labor anodina? A pesar de que el trabajo es constante y que por ejemplo en la legislatura pasada (2009-2014) se lograron resoluciones conjuntas en temas muy importantes como materias primas, feminicidios, migración, corrupción, narcotráfico, los logros –aunque sean sobre el papel- apenas llegan al ciudadano. El desinterés que provocó en Colombia en marzo de 2014 la designación de sus delegados al Parlatino, permite concluir que algo anda mal.
“Estas asambleas están en el comienzo de su actividad. Y la acción política parlamentaria no ha sido percibida por la ciudadanía y probablemente ha estado poco respaldada por acciones políticas concretas”, decia a DW Ramón Jáuregui, flamante presidente de la Asamblea. Para Jáuregui, la opacidad fiscal como elemento de competencia económica, la formación de jóvenes y empresarios y la responsabilidad de las empresas son tareas a acometer, por ambos lados.
Palabras, herramientas, acción. En un momento en que la lucha por las materias primas enfrenta a poblaciones con gobiernos y empresas –no sólo europeas-, la acción es imperativa si de verdad se busca el bienestar de la gente. Esto se resume, en palabras de Leffler, en el gran reto que representa, “pasar del crecimiento a la inclusión social en un continente con los mayores coeficientes de desigualdad”.
Aunque, al parecer, éste es el consenso, las diferencias –de acuerdo al grupo político- radican en la selección de las herramientas para lograrlo: si para unos tiene que pasar por un cambio de enfoque reorientándose hacia el “buen vivir”, para otros pasa por priorizar un incremento en la lucha contra el narcotráfico y la transparencia. Para otros más es la educación y la facilitación de visados, no sólo con propósitos comerciales.