El gobierno mexicano ofrecía por su captura 30 millones de pesos, mientras que el de Estados Unidos, US$7 millones.
Ciudad de México. Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias El Chapo, nació en México el 4 de abril de 1957. Es el narcotraficante más poderoso del mundo, según varios recuentos internacionales.
La vida criminal de Guzmán comenzó en los años 80 el seno del cártel de Guadalajara, dirigido por el mexicano Miguel Ángel Félix Gallardo y en el que ascendió rápidamente gracias a sus dotes como empresario inescrupuloso y hábil negociador que estableció contactos vitales con políticos y policías para asegurarse de que sus cargamentos circularan sin problemas.
Cuando Gallardo fue arrestado en 1989 la organización se dividió y Guzmán asumió el control de las operaciones de Sinaloa.
Bajo su mando, el cártel se apoderó violentamente de rutas rentables de sus rivales y excavó túneles debajo de la frontera estadunidense para filtrar sus cargamentos.
En 1993 pistoleros vinculados al cártel de los Arellano Félix en Tijuana intentaron asesinar a Guzmán en el aeropuerto de Guadalajara, pero en cambio mataron al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, lo que supuso un gran escándalo para todos los mexicanos. La policía arrestó a El Chapo semanas después.
Protagonista de innumerables corridos —la música norteña tradicional mexicana que suele ensalzar las hazañas de narcos y criminales—, se dice que El Chapo habría disfrutado de la protección de todo tipo de personas, desde humildes pobladores en los escarpados cerros de Sinaloa a las más altas autoridades, pasando por un sinfín de empresarios y políticos.
Su leyenda superó la del colombiano Pablo Escobar, que fue acribillado por la policía en 1993, después de sembrar el terror en su país durante una década y estaba alimentada por constantes rumores, como el que contaba que cuando llegaba a un restaurante se confiscaban los celulares de todos los comensales para que el capo pudiera almorzar sin temor a una emboscada.
Más de 100 mil personas han muerto en México debido a la guerra contra las drogas desde que el expresidente Felipe Calderón desplegó a miles de soldados en los lugares más “calientes”’ en diciembre de 2006. Muchos dicen que durante su presidencia la guerra contra los cárteles y el arresto de capos en realidad alimentó el crecimiento de Sinaloa y su principal rival, Los Zetas.
La estrategia de su sucesor, teóricamente más discreta, pero que mantuvo a las fuerzas armadas en las calles, no ha conllevado una disminución de la violencia, sino sólo la fragmentación de las grandes organizaciones criminales en grupos delincuenciales más pequeños, pero igual de peligrosos, que siguen luchando entre sí y regando muchas zonas de México de cadáveres desaparecidos o fosas clandestinas.
Aunque su nueva captura tiene importancia simbólica, muchos, incluidos sus principales socios en el cártel, como Ismael El Mayo Zambada, sostienen que eso no pondrá fin a la violencia ni el flujo de drogas a Estados Unidos vía México.
De acuerdo con sus trazos grafológicos, El Chapo Guzmán Loera es una persona sensible, soñadora e idealista, pero a la vez está resentido.
En un nota de David Vicenteño, publicada por Excélsior en febrero de 2014, se destaca que Alberto Morales Moreno, asesor de selección de personal e integrante de la Asociación Mexicana de Grafología, analizó la escritura del líder del Cártel del Pacífico, plasmada en su firma en la ficha signalética de ingreso al Centro Federal de Readaptación Social número 1, El Altiplano, en el municipio de Almoloya de Juárez, Estado de México.
El especialista explicó que el estudio de la forma de la escritura de El Chapo arroja resultados que describen su personalidad en los aspectos de situación emocional, relaciones sociales, capacidades de inteligencia y situación personal o íntima.
En relación con el aspecto emocional, se indica en el texto, Guzmán Loera tienen escasas expectativas sobre su futuro y cuenta con la tendencia de poder mentir.
“Tiene una sensación de un futuro impredecible, tiene una tendencia fácil para mentir y ocultar las verdaderas intenciones de lo que quiere hacer, y a veces se muestra inconsistente en sus valores”, eso en cuanto a su situación emocional.
Respecto a las relaciones sociales que muestra El Chapo Guzmán a través de su escritura, Morales Moreno explicó que se deja ver como una persona resentida y molesta con la situación en la que vive.
“Eso lo lleva a una cierta desmotivación y eso implica que la persona presenta una baja autoestima y con ello, al reflejarse en los demás le convierte en una persona elitista.