En el bloque de países latinoamericanos de izquierda buscan que los países ricos den más dinero para enfrentar las consecuencias del calentamiento global, que el que destinan al gasto de defensa.
Caracas. El bloque de países de izquierda en América Latina ALBA tiene objetivos muy altos para la cumbre climática de Naciones Unidas en Cancún, pero es muy poco posible que repita la pirotecnia política desplegada en Copenhague el año pasado.
En medio de furiosas protestas en las negociaciones sostenidas en 2009 en la capital danesa, Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, países miembros del ALBA, rechazaron firmar el acuerdo final de Copenhague al que calificaron de poco ambicioso y hecho en secreto por las grandes potencias.
"Nos llaman la voz de la conciencia", dijo la jefa de negociadores de Venezuela para asuntos climáticos Claudia Salerno Caldera, quien derramó sangre al golpear la mesa que ocupaba, en su afán por pedir el micrófono en Dinamarca.
"A nosotros no nos puede chantajear ningún país desarrollado, ni comprarnos, ni ignorarnos", dijo a Reuters.
Con la siguiente ronda de negociaciones programadas entre el 29 de noviembre y el 10 de diciembre en el balneario mexicano de Cancún, las naciones miembros del ALBA se alistan para tener nuevamente un rol protagónico en busca de conseguir un plan comprometido para frenar el calentamiento global.
Pero no existen señales de que van a abstenerse de un acuerdo final, como pasó en Copenhague.
Al contrario, el ALBA cumplió un pragmático acercamiento a la reunión del mes pasado de la ONU en Japón sobre diversidad biológica, a la que asistieron 200 naciones, y a pesar de su recelo sobre los mecanismos para frenar la pérdida de especies, no lo bloquearon.
Con el argumento de que el capitalismo es culpable de los daños ambientales, las naciones de ALBA quieren que los países ricos corten para 2017 cerca de 50% las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero, desde los promedios de 1990.
La meta es mucho más profunda que la planteada por cualquier nación desarrollada, además en el ALBA buscan que los países ricos den más dinero para enfrentar las consecuencias del calentamiento global que el que destinan al gasto de defensa.
Los miembros del ALBA creen además que se debería limitar la temperatura global mundial a un máximo de 1,5 grados Celsius por encima de los tiempos pre-industriales. Esta iniciativa es respaldada por varias naciones desarrolladas mientras que China y Estados Unidos hablan de un promedio de 2,0 grados.
Advertencia de Bolivia. Bolivia ha instado incluso a límites más estrictos de 1 grado.
Además, las naciones del ALBA ven el desarrollo de los mercados de carbono como una manera de las naciones ricas de evadir responsabilidades.
"Si los líderes mundiales, especialmente los de países ricos, escuchan a los pueblos, Cancún será una fiesta", dijo recientemente el presidente de Bolivia, Evo Morales, quien planea asistir a las conversaciones.
"De lo contrario, estaremos ante el mayor riesgo de desaparición de la vida humana en el planeta Tierra", añadió.
Con la primera fase de reducciones de emisiones del Protocolo de Kioto a punto de expirar en el 2012, el encuentro de Copenhague terminó sólo con un mínimo acuerdo que las naciones del ALBA y Sudán se negaron a refrendar.
El acuerdo no ganó fuerza para ser un tratado vinculante.
Después de ese fracaso, las expectativas sobre Cancún son pocas y la mayoría de analistas espera poco más que acuerdos generales sobre financiamiento y compromiso para revisar los objetivos globales, allanando el camino tal vez para un pacto final el próximo año.
"No habrá un acuerdo real, más que establecer la arquitectura", dijo el director de política climática de Greenpeace, Wendel Trio.
La presencia de Morales, y tal vez de otros líderes del ALBA como los cercanos Hugo Chávez y Rafael Correa, de Venezuela y Ecuador, respectivamente, debería condimentar las conversaciones en Cancún.
El anfitrión México ha trabajado duro para encontrar consenso antes de las conversaciones, pero Latinoamérica rara vez ha tomado una posición unificada.
Brasil trabaja en materias ambientales con otras potencias en desarrollo como India, China y Sudáfrica. Y las perspectivas del ALBA, sigla de Alianza Bolivariana Para Los Pueblos De Nuestra América, son demasiado radicales para algunos países latinoamericanos.
Rol de EE.UU. El enviado de Bolivia ante la ONU, Pablo Solón, culpa a la lentitud de Estados Unidos por los pocos progresos.
"Los compromisos de Estados Unidos son muy bajos y eso tiene un efecto dominó", dijo a Reuters el diplomático, añadiendo que las naciones ricas tienen demasiado temor de perder competitividad económica.
"El proceso todavía está capturado por factores económicos", agregó.
Venezuela, que junto a Cuba lideraron la formación del ALBA en 2004, no espera una repetición del drama de Copenhague.
"México no se ha comportado como Dinamarca (...) No queremos un show. Todo parece indicar que las condiciones están dadas para que haya un extraordinario avance en Cancún", dijo Salerno argumentando que las recientes inundaciones en Pakistán, el derrame de BP y otros desastres muestran la necesidad de una acción decisiva.