En un discurso ante empresarios en Río de Janeiro, el presidente de Brasil afirmó que algunas personas quieren más que solo conversar; una declaración que puede desagradar a los parlamentarios al inicio de una semana crucial para el gobierno en el Congreso.
Río de Janeiro. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, culpó este lunes a los grupos de interés por impedirle gobernar y dijo que el gran problema del país era su clase política.
Desde que asumió el cargo el 1 de enero, Bolsonaro ha sufrido una serie de reveses en el Congreso y su plan para reformar el sistema de pensiones de Brasil se ha retrasado por disputas con legisladores, incluidos sus aliados políticos.
"Cada vez que toco una herida, un ejército de personas influyentes se vuelve contra mí", dijo en un discurso a empresarios en Río de Janeiro.
Bolsonaro añadió que algunas personas quieren más que solo conversar; una declaración que puede desagradar a los parlamentarios al inicio de una semana crucial para el gobierno en el Congreso.
Al afirmar que Cámara de Diputados y Senado deben llevar a votación proyectos que consideren mejores que aquellos enviados por el Ejecutivo, el presidente afirmó: "Lo que más quiero es conversar, pero sé que hay gente que no es sólo conversar".
Bolsonaro también afirmó que "no hay pelea entre Poderes, sino un gran chisme", que a veces inviabiliza y retrasa a Brasil.
"Es un país maravilloso que tiene todo para salir bien. Pero el gran problema es nuestra clase política. Somos nosotros, Witzel, somos nosotros, Crivella, soy yo Jair Bolsonaro, es el Parlamento, en gran parte, es el Ayuntamiento, la Asamblea Legislativa. Tenemos que cambiar eso", afirmó el presidente, al lado del gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel y del alcalde, Marcelo Crivella.
Según Bolsonaro, la mayor contribución que los gobernantes y parlamentarios pueden dar a los empresarios es "no entorpecer" ante lo que llamó una enorme burocracia y las dificultades existentes en el país.
Las declaraciones del presidente sobre la clase política vienen en un momento en que el gobierno colecciona derrotas en el Congreso y al inicio de una semana decisiva en la que el Planalto necesitará conquistar votos en el Parlamento para impedir que las medidas provisionales importantes pierdan validez.