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Bolsonaro llamó a sus generales para combatir el coronavirus y está perdiendo la batalla
Martes, Mayo 26, 2020 - 12:39

Brasil ha perdido dos ministros de Salud en las últimas seis semanas -uno fue despedido y el otro dimitió-, después de que discreparon públicamente de Bolsonaro acerca de la mejor manera de combatir el virus. Ahora, al frente del Ministerio de Salud hay otro general del Ejército.

Sao Paulo. A mediados de marzo, Brasil asestó lo que pareció ser un duro golpe temprano a la pandemia del coronavirus.

El Ministerio de Salud exigió la cancelación de los cruceros. Aconsejó a las autoridades locales que suspendieran los eventos a gran escala. E instó a los viajeros que llegaban desde el exterior a aislarse durante una semana.

Aunque Brasil no había reportado aún muerte alguna por el COVID-19, las autoridades de salud pública parecían ir por delante del virus. Tomaron las medidas el 13 de marzo, apenas dos días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó la enfermedad como una pandemia.

No obstante, menos de 24 horas más tarde, el ministerio minimizó sus propios consejos, refiriéndose a las "críticas y sugerencias" recibidas por comunidades locales.

Lo cierto es que cuatro personas conocedoras del incidente dijeron a Reuters que el cambio se produjo tras la intervención de la oficina del jefe de gabinete del presidente brasileño, Jair Bolsonaro.

"Esa corrección se debió a la presión", dijo Julio Croda, un epidemiólogo que dirigía entonces del departamento de inmunización y enfermedades transmisibles del Ministerio de Salud. La intervención de la oficina del jefe de gabinete no había sido reportada con anterioridad.

El cambio, al que no se prestó mucha atención entonces, marcó un punto de inflexión en el manejo de la crisis por parte del gobierno federal, según las cuatro fuentes.

Tras las bambalinas, el poder estaba cambiando desde el Ministerio de Salud, el líder tradicional en asuntos de sanidad pública, a la oficina del jefe de gabinete del mandatario, conocida como la Casa Civil, liderada por el general Walter Souza Braga Netto, dijeron las fuentes.

Brasil ha perdido dos ministros de Salud en las últimas seis semanas -uno fue despedido y el otro dimitió-, después de que discreparon públicamente de Bolsonaro acerca de la mejor manera de combatir el virus. Ahora, al frente del Ministerio de Salud hay otro general del Ejército.

Más importante aún, las revisiones destacaron el endurecimiento del punto de vista de Bolsonaro de que mantener la economía de Brasil funcionando era primordial, dijeron las fuentes.

Bolsonaro, un capitán del Ejército en retiro de extrema derecha, nunca ha vacilado en esa postura formulada durante unos días decisivos a mediados de marzo, a pesar de las críticas nacionales e internacionales sobre su manejo de la crisis y de un número de muertes que se dispara.

Brasil tiene ahora el segundo peor brote del mundo después de Estados Unidos, con más de 374.000 casos confirmados. Más de 23.000 brasileños han muerto a causa de COVID-19.

"¿Y qué?", dijo Bolsonaro recientemente cuando periodistas le preguntaron sobre el aumento de las muertes en Brasil. "¿Qué quieren que haga?".

La Casa Civil dijo que los cambios en la guía del 13 de marzo fueron hechos por el Ministerio de Salud, siguiendo los aportes de los estados y municipios.

El Ministerio de Salud dijo que había habido una divergencia de opiniones debido a las diferentes situaciones en los estados y ciudades, y que la implementación de medidas de distanciamiento físico era responsabilidad de las autoridades sanitarias locales.

"La estrategia de la respuesta brasileña al COVID-19 no se vio perjudicada en ningún momento", dijo el ministerio.

La oficina de Bolsonaro no quiso hacer comentarios para este artículo.

Reuters entrevistó a más de dos decenas de funcionarios del gobierno actual y anterior, expertos médicos, representantes de la industria de la salud y doctores para trazar el cuadro más completo hasta ahora de los traspiés de Brasil en la contención del brote de coronavirus en el país más grande de Sudamérica.

Describieron una respuesta que comenzó de forma prometedora, pero que pronto se vio perjudicada por los enfrentamientos del presidente con el Ministerio de Salud y los funcionarios del gabinete que no pudieron persuadirlo de que la prosperidad de Brasil dependía, en última instancia, de la eficacia con que se abordara la emergencia de salud pública.

Los expertos en salud fueron marginados, dijeron las fuentes, y Bolsonaro adoptó un remedio no probado para tratar las infecciones por COVID-19.

La coordinación federal fracasó. Los gobernadores de los estados -algunos de los cuales Bolsonaro considera como rivales para su reelección- fueron abandonados para que establecieran sus propias políticas de distanciamiento físico y consiguieran gran parte de sus propias pruebas y equipos, según las fuentes.

Algunos expertos dijeron que los tropiezos de Brasil son aún más chocantes debido a su éxito previo en la contención de la malaria, el zika y el VIH.

"Una de las cosas que ha sido una luz brillante en Brasil ha sido su sistema de salud pública", dijo Albert Ko, un profesor de la Escuela de Salud Pública de Yale que tiene décadas de experiencia en Brasil. "Ver que todo se desintegra tan rápidamente, ha sido muy triste."

 

"La nevera está vacía". Cuando se confirmó el primer caso de coronavirus en Brasil, el 26 de febrero, el Ministerio de Salud se había estado preparando durante casi dos meses.

Su personal estaba ejecutando modelos para estimar cuándo y cómo implementar las órdenes de confinamiento en colaboración con funcionarios estatales y locales, dijeron las fuentes. El ministerio era el centro de mando de un comité de emergencia que coordinaba la respuesta federal a través de múltiples agencias.

El vasto tamaño de Brasil, hospitales públicos sin fondos suficientes y la pobreza generalizada eran debilidades, pero el país se jacta de contar con científicos médicos destacados y un competente sector privado de salud.

El país tuvo semanas de aviso previo, ya que el virus golpeó primero a países como China e Italia. Los que estaban en primera línea pensaron que Brasil estaba bien preparado para responder.

Sin embargo, las personas que hablaron con Reuters dijeron que la situación empezó a complicarse en dos frentes fundamentales: la oposición de Bolsonaro a las medidas de cierre favorecidas por el Ministerio de Salud y la incapacidad del gobierno de ampliar rápidamente las pruebas.

Miembros del gabinete intentaron en numerosas ocasiones persuadir a Bolsonaro para que apoyara una cuarentena nacional, según una persona con conocimiento directo de las discusiones.

El mandatario se negó, creyendo que el virus pasaría pronto y que los funcionarios de salud exageraban la necesidad de un distanciamiento físico que había demostrado ser eficaz en otras partes del mundo.

"Las masas no pueden quedarse en casa porque la nevera está vacía", dijo Bolsonaro a medios de comunicación el 20 de abril fuera de su residencia oficial en Brasilia.

La oficina de Bolsonaro se negó a comentar por qué priorizó la economía. Sin embargo, se enfrentó a la presión de hacerlo. Miembros de su base conservadora han protestado en ciudades de todo Brasil contra los cierres que amenazan su promesa de reavivar el crecimiento económico.

No obstante, los asesores económicos de Bolsonaro parecieron tardar en comprender la magnitud de la crisis. El ministro de Economía, Paulo Guedes, un acérrimo defensor del libre mercado, dijo a mediados de marzo a CNN Brasil que la economía del país en 2020 podría "crecer razonablemente un 2% o 2,5% con el mundo en declive" a causa del coronavirus.

La predicción estuvo muy lejos de la realidad. La actividad manufacturera ha colapsado, el desempleo sube y el real se ha debilitado un 30% frente al dólar este año. El 15 de mayo, Barclays redujo su pronóstico para el producto interno bruto de Brasil para 2020 a -5,7% de -3,0%. El banco citó la "ineficaz" política de Brasil para hacer frente a la pandemia.

El Ministerio de Economía ahora proyecta que el PIB se contraerá un 4,7% este año. En un comunicado enviado por correo electrónico, dijo que sus previsiones han evolucionado de acuerdo con la gravedad de la situación.

Guedes rechazó una solicitud para comentar su predicción anterior.

Una aliada de Guedes, Solange Vieira, que estuvo involucrada en la histórica reforma de pensiones del gobierno el año pasado, igualmente mostró poca urgencia cuando se le presentaron las predicciones a mediados de marzo del Ministerio de Salud, según el epidemiólogo Croda. La cartera predijo que si el virus no se contenía habría muchas muertes de ancianos en Brasil.

"Es bueno que las muertes se concentren entre los ancianos", recordó Croda que dijo Vieira. "Eso mejorará nuestro retorno económico, ya que reducirá nuestro déficit de pensiones".

El testimonio de Croda fue avalado por otro funcionario, que habló en condición de anonimato, a quien se le contó lo que pasó pero que no estuvo presente.

Vieira no respondió a un mensaje en LinkedIn. La Superintendencia de Seguros Privados, que ella dirige, dijo, en respuesta a las preguntas sobre sus comentarios, que asistió a la reunión de mediados de marzo por invitación del entonces Ministro de Salud Luiz Henrique Mandetta para entender las proyecciones del ministerio.

Vieira observó los impactos de varios escenarios "siempre con un enfoque en la preservación de vidas", dijo en un comunicado.

 

Alta presión. Durante unos días en marzo, parecía que las consecuencias de un viaje a Florida para conocer al presidente Donald Trump podrían haber alterado el pensamiento de Bolsonaro sobre el coronavirus.

Justo después de regresar de la visita, el 12 de marzo, el secretario de prensa de Bolsonaro dio positivo para el COVID-19. En los días siguientes, casi dos docenas de brasileños que habían hecho el viaje darían positivo, avergonzando al gobierno y despertando el temor de que tanto Bolsonaro como Trump pudiesen estar infectados.

Después de someterse a una prueba de coronavirus el 12 de marzo, Bolsonaro pidió a sus seguidores que suspendieran las concentraciones nacionales previstas para el 15 de marzo por temor a empeorar la propagación. Al día siguiente, dijo que su prueba había dado negativo.

El Ministerio de Salud, mientras tanto, anunció sus recomendaciones iniciales de distanciamiento social en una conferencia de prensa en la capital.

Luego las cosas cambiaron.

Poco después de que se publicaron las nuevas directrices el 13 de marzo, Croda dijo que recibió una llamada de su antiguo jefe, el secretario de Vigilancia Sanitaria Wanderson Oliveira, quien dijo que estaba "bajo mucha presión de la Casa Civil y tenía que cambiar el comunicado" del ministerio con las medidas. Croda dijo que Oliveira no dijo específicamente quién de la Casa Civil había exigido que se suavizaran las directrices.

En 24 horas, el ministerio había cambiado las recomendaciones de su sitio web. Eliminó las directrices sobre las autocuarentenas para los viajeros y la cancelación de los cruceros, diciendo que esas medidas estaban "a punto de ser revisadas". Además, modificó la cancelación de grandes eventos para que se aplicara sólo a las áreas con transmisión local.

Oliveira, que recientemente dejó el Ministerio de Salud, no respondió a las solicitudes de comentarios.

El 15 de marzo, Bolsonaro ignoró su propio pronunciamiento de tres días antes que desalentaba las manifestaciones masivas de sus partidarios. Se reunió con una amistosa multitud de manifestantes fuera del palacio presidencial. Vistiendo la camiseta de la selección brasileña de fútbol, el presidente chocó puños y posó para selfis.

"Fue la primera vez que vimos esa postura totalmente diferente", dijo el entonces ministro de Salud Mandetta a Reuters.

Al día siguiente, el 16 de marzo, Bolsonaro formalizó el cambio de poder del Ministerio de Salud, creando un "gabinete de crisis" intergubernamental liderado por Braga Netto, el general que dirige la Casa Civil. Brasil registró su primera muerte por coronavirus el 17 de marzo.

En respuesta a las preguntas de Reuters, la oficina de Braga Netto dijo que el grupo se formó porque la pandemia "trascendió" la salud pública.

Tres personas familiarizadas con la situación dijeron a Reuters que el nuevo gabinete reemplazó en la práctica al grupo interinstitucional establecido dentro del Ministerio de Salud. La gran diferencia, dijeron, es que ahora Braga Netto tiene la última palabra, en lugar de los expertos en medicina pública, y que se dio más peso a las preocupaciones económicas.

El Ministerio de Salud dijo que no haría comentarios sobre asuntos económicos y que la respuesta al coronavirus se extendía a todos los departamentos del gobierno.

Croda se fue poco después de la creación del nuevo centro de mando. Le dijo a Reuters que no quería ser responsable de "muertes excesivas".

En las semanas siguientes, las diferencias políticas entre Bolsonaro y el ministro Mandetta se hicieron más evidentes. Mandetta continuó abogando por medidas de aislamiento en desafío al presidente. También instó a la prudencia en relación con la cloroquina, un medicamento contra el paludismo.

Bolsonaro, siguiendo el liderazgo de su homólogo estadounidense Trump, estaba promoviendo cada vez más el fármaco como una posible cura para el COVID-19 a pesar de la poca evidencia sobre su eficacia.

La popularidad de Mandetta aumentó la tensión. Una encuesta realizada a principios de abril por Datafolha mostró que el Ministerio de Salud bajo su liderazgo tenía un índice de aprobación del 76%, más del doble que el de Bolsonaro.

El 16 de abril, tras días de creciente especulación, Bolsonaro despidió a Mandetta. Lo reemplazó por Nelson Teich, un respetado oncólogo y empresario de la salud sin experiencia en salud pública.

Dos fuentes que recientemente dejaron el Ministerio de Salud dijeron que la última mitad de abril se perdió mientras Teich "se acomodaba al cargo". Las decisiones sobre las pruebas y los nuevos equipos se retrasaron, dijeron. Más de 15 expertos en salud pública, incluyendo experimentados epidemiólogos, se fueron con Mandetta, dijo una de las fuentes. Muchos fueron reemplazados por personal militar.

"Estos cambios afectan en gran medida la capacidad, la rapidez y la calidad misma de la respuesta", dijo José Temporão, exministro de Salud que dirigió la respuesta de Brasil a la crisis de la epidemia de gripe porcina de 2009. "Fue una decisión desastrosa".

El Ministerio de Salud negó que su respuesta se viera obstaculizada por los cambios.

El 15 de mayo, Teich renunció después de menos de un mes en el puesto. Bolsonaro lo había criticado por ser demasiado tímido al promover la reapertura de la economía brasileña y el uso de la cloroquina.

Teich no respondió a una solicitud de comentarios.

En una entrevista televisada por GloboNews el domingo, Teich dijo que el deseo de Bolsonaro de una rápida expansión de la economía brasileña y de que se usara la cloroquina lo llevó a renunciar.

La partida de Teich incrementó la influencia militar en el Ministerio de Salud. Eduardo Pazuello, un general del Ejército en activo sin formación médica, es ahora ministro interino.

De las ocho personas que encabezan el ministerio, sólo una tenía antecedentes militares en marzo. Ahora tres de ellos los tienen. Al menos otros 13 uniformados han sido nombrados en otros cargos del ministerio.

Días después de la salida de Teich, el ministerio abrió el camino para el uso generalizado de la cloroquina para tratar a los pacientes con casos leves de COVID-19.

Las fuerzas armadas son muy respetadas en Brasil y a menudo ayudan con la logística durante las emergencias. Pero Wildo Araujo, un exfuncionario del Ministerio de Salud que fue coautor de uno de los primeros estudios importantes sobre COVID-19 en el país, dijo que el personal militar está siendo colocado en roles inadecuados.

"Tengo el mayor respeto por las fuerzas armadas, pero compadezco a los que entran ahora porque no tienen ni idea de qué hacer", dijo. "No saben cómo tratar con el sistema de salud pública brasileño".

El Ejército brasileño se negó a hacer comentarios, remitiendo las preguntas al Ministerio de Salud, que también se negó a comentar el papel de los militares.

 

El momento de las pruebas. La oposición de Bolsonaro al distanciamiento social y su negativa a apoyar a las autoridades locales en sus intentos de imponer cierres han contribuido a erosionar el cumplimiento de las medidas, según los expertos.

Un análisis de Reuters de datos de movilidad de Google, que compara el movimiento de los teléfonos inteligentes con un punto de referencia prepandémico, mostró una reducción mucho menor de las personas que van y vienen de lugares concurridos y de trabajo en Brasil que en países europeos como Italia, Francia y Reino Unido, donde las medidas de cuarentena han sido eficaces.

Reuters también comprobó que la reducción de la movilidad de Brasil es menor que en países en desarrollo como Argentina, India y Sudáfrica. Reuters analizó los datos de 17 países de África, Europa, América Latina y Asia para el mes de abril.

Al igual que otros países, incluido Estados Unidos, Brasil también ha tenido dificultades para conseguir los tests que necesita. Esa es una falla importante, dicen algunos epidemiólogos, que ha hecho más difícil rastrear y controlar el virus en Brasil.

La escasez de pruebas se debe en parte a la excesiva dependencia del Ministerio de Salud en una institución.

Según un documento interno al que accedió Reuters, la cartera comenzó a comprar kits de pruebas diagnósticas a través de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), un respetado instituto de salud pública, entre enero y febrero.

Sin embargo, hasta el 7 de abril, Fiocruz sólo había entregado 104.872 -o el 3,5%- de los aproximadamente 3 millones de kits que el ministerio había ordenado, según el documento.

Croda y otros dijeron que Fiocruz tuvo problemas para adquirir reactivos en el mercado internacional. Fuentes de la industria dijeron que los años de recortes presupuestarios también pueden haber sido un factor.

El Ministerio de Salud debería haber establecido una amplia red de laboratorios privados y públicos, dijo una fuente, lo que habría mejorado la capacidad de adquirir reactivos y procesar pruebas. Fiocruz dijo en un comunicado que cumplió con todas sus obligaciones con el Ministerio de Salud.

La fundación dijo que superó el objetivo inicial de 220.000 pruebas para el 13 de abril y que entregó casi 1,3 millones de pruebas para la última semana de ese mes. Fiocruz espera entregar 11,7 millones de pruebas para septiembre.

"La competencia mundial por este tipo de pruebas fue muy grande", dijo, "lo que causó una escasez de productos".

La burocracia también ha frenado a Brasil. Un lote de 500.000 pruebas de anticuerpos, utilizadas para determinar quién ha tenido el virus, se atascó en el aeropuerto de Guarulhos de Sao Paulo durante 9 días mientras el regulador de salud procesaba una excepción para que fueran distribuidas sin etiquetas en portugués, dijeron a Reuters dos personas con conocimiento de la situación.

El Ministerio de Salud no quiso hacer comentarios sobre el incidente. Dijo que ha aumentado la capacidad de pruebas y que realizará 46,2 millones de pruebas, sin especificar un plazo. "La iniciativa es parte de los esfuerzos para encontrar nuevas compras en el mercado nacional e internacional", dijo.

Sin embargo, hasta el 12 de mayo, Brasil sólo había procesado 482.743 pruebas. De los 10 países con el mayor número de muertes por COVID-19, sólo Países Bajos había realizado menos pruebas que Brasil, un país con una doceava parte de la población.

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Reuters