El camino hacia los comicios pareciera signado por la tragedia y la sorpresa, con encuestas que desvelan a candidatos y asesores.
La campaña presidencial en Brasil entra en su recta final a 30 días de las elecciones donde los candidatos deberán agudizar estrategias para conquistar a un electorado dividido entre deseo de cambios y el temor a perder las conquistas que dejaron los dos gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) que encabeza la actual mandataria, Dilma Rousseff.
El camino hacia los comicios pareciera signado por la tragedia y la sorpresa, con encuestas que desvelan a candidatos y asesores.
Es que en un año donde las profecías rondaban alrededor del Mundial del que Brasil fue anfitrión y de los gastos y posibles protestas y el panorama electoral parecía, tibio, dividirse entre la actual mandataria que busca su reelección y el socialdemócrata Aécio Neves, el accidente aéreo donde murió el tercero en las encuestas, el líder socialista Eduardo Campos, cambió la escena política.
Tras la muerte de Campos y la posterior elección por parte del Partido Socialista Brasileño (PSB) de Marina Silva como candidata (previo al accidente era la compañera de fórmula del socialista) la campaña sufrió un giro total.
Silva ingresó en la disputa electoral cinco días después del accidente con un 21% de las preferencias y se disparó en las semanas siguientes, en un movimiento que preocupó al PT y que prácticamente anuló las posibilidades del senador Neves, quien tenía un 20 % de las intenciones de voto y ahora suma entre un 14 y un 15 %.
Los últimos sondeos divulgados anoche revelan que las dos candidatas se reparten las preferencias del electorado y que el futuro gobierno no será definido el 5 de octubre sino tres semanas después, en una segunda ronda entre Rousseff y Silva.
Según las encuestas de Ibope y Datafolha, la ambientalista suma actualmente entre el 33 y el 34 % de las intenciones de voto, mientras que Rousseff tiene entre el 35 y el 37 % de las preferencias.
En la vuelta decisiva, sin embargo, ambas investigaciones apuntan a un triunfo de Silva con entre el 46 y el 48 % de los sufragios, con una ventaja de siete puntos sobre la mandataria.
Con su propuesta de poner en marcha una "nueva política", la ambientalista y evangélica, de 56 años, se presenta como una respuesta al deseo de cambios expresado por una parte del electorado de Brasil, que algunos analistas vinculan con las protestas que tomaron por sorpresa al gobierno en junio de 2013.
"Muchas personas que planeaban votar blanco o anular su sufragio eligieron a Marina como forma de protesta", expresó el politólogo Ricardo Caldas, de la Universidad de Brasilia (UNB), consultado por la agencia DPA.
En la última semana, el PT centró sus ataques a Silva, quien fue ministra de Medio Ambiente durante el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, fundador del PT.
Rousseff asegura que la ambientalista no tendrá apoyo parlamentario para gobernar y que se trata de una situación similar a la del ex presidente Fernando Collor de Mello, quien tuvo que renunciar en 1992 por un escándalo de corrupción.
Además, la acusó de pretender frenar el programa de explotación de los gigantescos yacimientos de crudo y gas detectados en aguas ultraprofundas de la capa presal del litoral brasileño y de ser contraria a la criminalización de la homofobia por su creencia religiosa.
Al mismo tiempo, la mandataria emitió señales de que en el segundo mandato que busca en estas elecciones dictará cambios en la política y en el equipo de asesores de su gobierno.
Silva desde que comenzó su campaña ya sufrió dos bajas, una por la renuncia luego de una discusión de quien era el principal asesor de campaña del PSB, Carlos Siquiera, y luego por parte de el secretario del comité de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, Luciano Freitas, después que Silva diera marcha atrás en su apoyo al matrimonio homosexual.
A juzgar por los resultados de las últimas encuestas, la estrategia de Rousseff de indagar en las contradicciones del discurso de la ecologista logró algún éxito: los sondeos revelan un estancamiento en el crecimiento de la ambientalista y un leve ascenso de la mandataria.
Según los directores de Datafolha, Mauro Paulino y Alessandro Janoni, pese a la volatilidad del electorado todo indica que "es menor el espacio para grandes variaciones" en las últimas semanas de campaña: "Aun cuando todos los electores que admiten cambiar su voto efectivamente lo hicieran, Dilma y Marina seguirían empatadas por encima de Aecio Neves", indicaron a DPA.
Ahora ambas candidatas deberán afinar las estrategias y potenciar los “puntos altos” de cada propuesta. En ese sentido, Rousseff apunta a los logros sociales sembrados por el PT desde 2003 y acusa a Silva de su falta de gestión y de respaldo de otros partidos si llegara a ganar.
La definición sobre el futuro gobierno de Brasil aún puede seguir sorprendiendo y serán los 141 millones de electores los que decidirán qué proyecto de país prefieren en los próximos cuatro años.