El Mundial ya pasó, y ahora, Brasil está ante las elecciones presidenciales. El panorama electoral es complicado para Dilma Rousseff, y el resultado será muy parejo, según encuestas.
Los resultados de las últimas encuestas de intención de voto seguramente no alegrarán mucho a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Cada vez menos brasileros quieren votar por ella el próximo 5 de octubre,según el estudio más reciente del instituto “Datafolha”. Actualmente, solo un 36% del electorado votaría por Roussef, un descenso en dos puntos en comparación con el mes pasado. En noviembre de 2013 el resultado fue de un 47%, lo cual marca una tendencia negativa estable.
Con eso, la alianza de Roussef se colocaría en una primera vuelta claramente por debajo de la mayoría absoluta necesaria de más del 50%. Según los sondeos, sería necesaria una segunda vuelta contra su mayor rival, Aécio Neves, del Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB), un socialdemócrata como Rousseff, pero más liberal. Según el instituto “Datafolha” el resultado podría ser muy parejo.
“Desde el año pasado, Dilma Roussef ya no es la favorita”, dijo el politólogo Valeriano Costa, de la Universidad “Unicamp”, de Campinas, en las cercanías de San Pablo. “Será una carrera de igual a igual”. La decisión sobre quién será presidente la tomará la televisión. Las campañas de los políticos son de fundamental importancia para la decisión de muchos electores. La propaganda electoral, que es emitida entre las telenovelas de mayor audiencia, es decisiva para muchos brasileros.
Indecisión en el electorado. Una gran parte de los brasileros aún no sabe a quién dar su voto, y ese es el público al que se dirigen los avisos publicitarios. Aécio Neves quiere sobresalir en la televisión con sus mellizos, nacidos en junio, alejándose de su imagen de playboy y amante de las fiestas. Para muchos brasileros, Neves es una alternativa a Rousseff, cuya imagen se vio perjudicada por las continuas protestas que se vienen llevando a cabo desde mediados de 2013. A eso se suman escándalos por corrupción en su partido que todavía no han sido aclarados. El hecho de que también el PSDB, en el que Neves ascendió a senador y a candidato a presidente, se esté investigando casos de corrupción parece no ocupar demasiado a los medios de Brasil.
La economía se estanca. La herencia del Mundial de Fútbol pesa sobre Dilma Roussef. Muchos brasileros están desilusionados y hasta se alegraron del mal desempeño de la selección. “Hasta octubre, los brasileros se habrán olvidado del Mundial”, dice Costa.
De lo que no se olvidarán es de la agresiva campaña de Neves, que no escatima recursos para hablar mal de Dilma Roussef. Su campaña, de hecho, está basada en remarcar los errores de su gobierno. Pero la fortaleza de Rousseff se basa en el apoyo que le brindan las clases más bajas de la población. Los programas sociales, creados por su antecesor, Lula da Silva, permitieron a muchas personas que viven en la pobreza el acceso al consumo. Ese es justamente uno de los aspectos que critica el electorado de la clase media brasilera porque esas mejoras se llevaron a cabo con dinero de sus impuestos.
El estancamiento de la economía pone a Roussef bajo presión. El Mundial no trajo a Brasil las ganancias esperadas, y muchos brasileros se sienten inseguros. La política de Brasil, orientada hacia la demanda, parece no dar ya buenos resultados, el consumo interno, que había aumentado en los últimos años, amenaza con decaer.
Para la joven democracia de Brasil, el hecho de que Dilma Rousseff no sea una clara favorita con amplio margen en las próximas elecciones presidenciales es algo nuevo. Tanto Lula da Silva como Rousseff misma tuvieron en los últimos comicios una ventaja de hasta un 20% de los votos. Lula, que apoya a Rousseff, señaló a los medios que “serán las elecciones más peleadas que jamás hayamos tenido”. También Valeriano Costa cree que serán unas elecciones difíciles: “Nunca hubo en Brasil unas elecciones de margen tan estrecho. Si Rousseff llega a ganar, será solo por muy pocos votos".