La presidenta Dilma Rousseff, según las expectativas, recibirá más de las mitad de los votos de los 81 senadores para ser suspendida de la jefatura del Estado, luego de 13 años de gobiernos del Partido de los Trabajadores, iniciados con Luiz Inácio Lula da Silva en 2003.
El senado brasileño podría suspender este miércoles por seis meses a la presidenta y dar paso a un gobierno del opositor Michel Temer, quien presentará su propio proyecto, resistido por "golpista" con centenares de piquetes en Brasil.
La presidenta Dilma Rousseff, según las expectativas, recibirá más de las mitad de los votos de los 81 senadores para ser suspendida de la jefatura del Estado, luego de 13 años de gobiernos del Partido de los Trabajadores, iniciados con Luiz Inácio Lula da Silva en 2003.
Será, si es que se dan las previsiones, la caída del proyecto desarrollista con inclusión social que marcó a fuego a un Brasil emergente como séptima economía mundial en el siglo XXI, en medio de una crisis gigantesca de corrupción, de falta de articulación política y de una recesión económica que ha devorado cinco millones de empleos en los últimos doce meses.
La votación del juicio político se dio en medio de sorpresivos movimientos del presidente interino de la Cámara de Diputados, el conservador Waldir Maranhao, quien apoyó un pedido del gobierno y suspendió el lunes la sesión del impeachment, pero ante amenazas recibidas por sus colegas opositores retiró el dictamen.
Factor Temer. Los opositores a Rousseff tienen más de los 41 votos necesarios para iniciar el juicio político en la Cámara alta y confían en que llegarán a 54, o dos tercios del Senado, para poner fin al mandato de la presidenta en un proceso que podría durar hasta seis meses.
Si pierde la votación del miércoles, Rousseff será informada el jueves por el Senado. En ese momento, la suspendida presidenta deberá dejar el Palacio de Planalto, pero podrá seguir viviendo en la residencia presidencial durante el juicio.
En cuanto Rousseff sea notificada, Temer asumirá el poder.
El proceso de juicio político se da en momentos en que Brasil está inmerso en su peor recesión desde la década de 1930 y sacudido por un gigantesco escándalo de corrupción en la petrolera Petrobras que paralizó el segundo mandato de Rousseff.
La presidenta ha negado con vehemencia haber cometido un delito que justifique un juicio político y prometió defenderse con todas las armas legales posibles. Rousseff siempre rechazó los pedidos para que renunciara.
* Con información de Télam y Reuters.