Más de 40.000 personas habían confirmado a través de las redes sociales su presencia en las manifestaciones previstas este sábado en las dos ciudades más pobladas del país, Sao Paulo y Río de Janeiro, y en urbes como Brasilia, Vitoria o Belo Horizonte.
Río de Janeiro. Brasil se prepara para una nueva jornada de protestas convocada para este sábado en varias ciudades a través de las redes sociales contra la organización del Mundial de fútbol de 2014 en el país.
En la víspera de la jornada, más de 40.000 personas habían confirmado a través de las redes sociales su presencia en las manifestaciones previstas en las dos ciudades más pobladas del país, Sao Paulo y Río de Janeiro, mientras que en otras ciudades como Brasilia, Vitoria o Belo Horizonte el número se acerca a los 10.000.
Esta nueva oleada de manifestaciones es promovida por varias organizaciones sociales y ampliamente difundida en las páginas de la división del grupo Anonymous en Brasil.
El manifiesto de la convocatoria recuerda que el gasto de la organización del torneo ha crecido un 285 % sobre el primer presupuesto previsto y que la cantidad invertida supera lo que fue gastado por los dos últimos organizadores del Mundial, Alemania y Sudáfrica, juntos.
Asimismo, los organizadores afirman que ese sobrecoste en los gastos previstos se debe a la corrupción en las instituciones responsables de la construcción de los nuevos estadios que están siendo edificados para el Mundial.
En este sentido piden que el presupuesto nacional se reorganice para aumentar el gasto que dedica Brasil a salud y educación, actualmente correspondientes al 4% y al 3% del producto interior bruto (PIB) respectivamente.
En opinión de los organizadores, la "precariedad de la sanidad pública" puede observarse por "el tamaño de las filas y la cantidad de muertes por falta de atención en los hospitales".
El comunicado añade que "se percibe que la necesidad de cuidar al pueblo brasileño como principal tesoro del país no ha sido tenido en cuenta" y sostienen con ironía que la situación médica del país "era mejor en el año 1500".
Los convocantes también piden una reorganización de las prioridades nacionales para combatir la violencia presente en las calles brasileñas ya que, según aseguran, entre 1980 y 2010 murieron cerca de 800.000 personas por armas de fuego en el país.
Además, sostienen que Brasil también debe centrarse en combatir el turismo sexual infantil, ya que, según recuerdan, Unicef afirmó en 2010 que cerca de 250.000 menores sufrían explotación sexual.
El manifiesto concluye pidiendo a los turistas extranjeros que no acudan al país "para no decepcionarse" y sostiene que mientras los brasileños "no tengan derechos no habrá Mundial".
Durante la celebración de la última Copa Confederaciones, en junio y julio de 2013, comenzó una oleada de protestas en demanda de mejoras sociales y contra la inversión estatal en la organización de grandes eventos que se prolongó tras la conclusión del torneo.
El pasado 8 de enero, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aprobó un decreto por el que la Secretaría General de la Presidencia, que es responsable de las relaciones del Gobierno con los movimientos sociales, será reforzada con dos altos funcionarios para apoyar el diálogo con grupos opuestos al Mundial.